Una Sola Noche

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Hace un año                                       

                                                    

Pero las cosas podrían haber sido diferentes si hace un año hubiera rechazado la propuesta de mi amiga del colegio Nina.

- Liz, ¿en qué estás pensando? -suspira la chica. - ¿Cuánto tiempo vas a estar sentada detrás de tus libros de texto? Ya estas perdiendo la vista. ¿Qué es lo siguiente?

- Solo será por un par de meses, -respondo, ajustando reflexivamente las gafas. – El medico dijo que iré a la universidad sin ellos.

Nina suspira y me mira como si estuviera loca. La belleza siempre permanecerá en primer lugar para ella, y las gafas se consideran una fealdad terrible, por lo que incluso un par de meses con ellos le parecen un castigo terrible.

- No habrá una segunda oportunidad, -continúa la chica. - Milagrosamente obtuve estos bonos para un nuevo club deportivo. ¿Tienes idea de quién va allí?

- ¿Quién?                                                    

- Oligarcas. Actores ¡Élite! Este lugar acaba de abrir y los abonos ya están agotados. Reservan con un año de antelación. El acceso es muy restringido. Mi tío tuvo suerte. Su jefe compró dos abonos a la vez, para él y para su esposa, pero una visita fue suficiente para ellos.

- ¿Y qué tiene de bueno ese club? - digo sorprendida. -Tú misma lo dijiste, que al jefe de tu tío no le gustó nada.

- Oh, es porque es anciano, -descarta Nina. - Ya no está en forma. Simplemente no tira. ¿Has visto lo grande que es su barriga? El deporte ya no es para él. En resumen, muchos chicos jóvenes van allí. Culturetas. Atletas. Hay salas separadas donde vienen a entrenar nuestros equipos nacionales.

Mientras Nina describe las maravillas del club, sus ojos brillan de emoción. Apenas la escucho, mis pensamientos se desvían involuntariamente hacia los próximos exámenes. Es importante para mí entrar con una beca, aunque no puedo obsesionarme con esto. Si no funciona, probaré otras opciones. Aplicare a varias universidades, aunque sueño con una en particular.

-Lisa, ¿estás aquí? -mi amiga me coge de la mano. - Dime, ¿de verdad no quieres ligar con un tipo de alto standing?

- No pensé en ello.                                                    

- ¿Con quién vas a la fiesta de graduación?

- No sé, todavía falta un año para la graduación.

- El tiempo pasará rápido. Debemos decidir. Solo imagina cómo estallarán de envidia las chicas cuando nos presentemos en una fiesta con chicos opulentos. ¿Será genial?

- Bueno... probablemente, -me encogí de hombros. – Pero, ¿por qué crees que un tipo genial es necesariamente un potentado?

- ¿Por qué no? Está todo junto: dinero, estatus. Te dejan entrar a cualquier discoteca sin hacer cola, vas a la zona VIP en los conciertos. En invierno vendrá “Hartkiss”, las entradas se agotaron en un segundo. Pero para los pijos las condiciones son diferentes. Siempre tienen una reserva especial.

- ¿Tú crees?                                                    

- ¡Por supuesto! Escucha, si no quieres conocer a nadie, simplemente puedes ir a entrenar, -suspira Nina. - Es bueno para la salud.

En general, sería interesante ver qué tipo de máquinas hay en un club tan popular. Estoy segura de que no es nada del otro mundo, pero es interesante comparar. Además, mi gimnasio acaba de cerrar por obras.

Acepto apoyar a mi amiga que tiene miedo de ir sola a un lugar tan exclusivo. Todavía no me imagino cuánto me arrepentiré de esta decisión.

- ¿Viste la forma en que nos miró? - susurra Nina.

- ¿Ella?                                                    

- La recepcionista en la entrada, - mi amiga se mira al espejo en el vestuario, se examina meticulosamente desde todos los lados. - Probablemente se nota que nuestra ropa es barata. ¿Sí?

- Llevamos la ropa normal.

- Oh, no lo entiendes. Tiene ojo para ello. Evalúa inmediatamente por las marcas. ¿O tal vez está celosa? Ella ya casi tiene treinta años y nosotras somos jóvenes. De verdad esta celosa. Cree que este sitio no es para nosotras. ¿Has visto sus labios? ¿Y el pecho? Seguro que es operado. Tampoco me negaría a corregir algo en mi apariencia. Pero antes de los dieciocho años no puedes hacerte una cirugía plástica.

- ¿Nina, ¿qué te pasa?                                           

- ¿Ves mi nariz? - frunce el ceño. – Una pesadilla. Ningún maquillaje ayudará aquí. Y para la cirugía plástica se necesita dinero.

- ¿Estás bromeando?                                           

- No lo entiendes, tú tienes la nariz cincelada, y yo...

- Nina, detente. Estas muy guapa.

Tranquilizo a mi amiga, y pronto entramos a la sala de máquinas del gimnasio.

- Mira a este chico, -murmura Nina y me lleva a un lado. - Oh, Lisa, me enamoré. Él es irreal. Es un actor. ¿O un atleta? ¡Vaya abdominales! Esto no se ve en las películas. ¡Y la cara! Parece que ha sido pasado por photoshop. Mira. Mira, por favor. ¿Qué estás haciendo allí?

Me preocupa más la cinta de correr, cuyo panel de control sería más adecuado para una nave espacial. Vaya. ¿Por qué tantos botones?

- Él viene hacia aquí, -susurra Nina, su voz quiebra por la emoción. - Directo a nosotros. Lisa te juro que, si me habla, me desmayaré. Nunca he conocido a un chico tan guapo.

Me giro y miro al frente. El chico me parece normal. Alto. Musculoso. Mayor que nosotras. Pero no veo causas para emocionarse. Un culturista ordinario. Que además perdió su camiseta en el camino, anda solo con pantalones negros.

El forastero se acerca a nosotras, echa una breve mirada y se dirige a la puerta, que se encuentra a un lado.

- Nos miró, -declara Nina con entusiasmo. - Nos miró. ¿Has visto? ¡¿Has visto?! ¿Qué ojos tiene? Me estoy volviendo loca. Vamos.

- ¿Adónde?                                                              




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