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En la actualidad                                    

- ¿Dónde están tus cristales? – pregunta el Rabioso y me mira a los ojos.

- ¿Cristales? - No entiendo de qué estás hablando.

- Bueno, tus faros, -arquea las cejas burlonamente. – Las ventanillas del avión.

Vale, probablemente esté hablando de gafas. Parece jerga. Bueno, ¿y este es un pijo? Es un bandido, un delincuente. Incluso es raro que un tipo como él termine estudiando en una universidad tan prestigiosa. Una cárcel le pegaría más.

Me ha tocado un criminal de pareja. Un verdadero psicópata que me odia, dispuesto a cualquier cosa para convertir mi vida en una pesadilla.

Recuerdo todas las historias que contaba Nina sobre cómo este tipo se enfadó, si me coge habría sido una cacería. Eso sí, ahora dice que no se vengará de una chica. Pero estas palabras van en contra de su terrible comportamiento. Me empujó a una habitación cerrada. ¿Que está intentando hacer? Nada bueno, obviamente. Necesito distraer al Rabioso y escaparme.

- ¿Has olvidado cómo me rompiste las gafas? -respondo con valentía.

- ¿Problemas para comprar los nuevos?                 

- No voy a discutir nada contigo. Nunca imaginé que un tipo como tú pudiera participar en la selección y convertirse en el mentor de alguien.

- Pero yo no participé, -concluye imperturbable.

- ¿Qué? – pregunto asombrada. - ¿Como va esto?

- Me importa un carajo este ridículo sistema, -hace una mueca. - Usa tu cerebro, Gafotas. Pareces inteligente. ¿Cuidaría yo a los mocosos de primer año?

- Yo no, -tartamudeo. - Deja de insultarme.            

- ¿Qué dije mal, Gafotas? - continúa bromeando. - Vale. Ya que cambiaste tu look, se me ocurrirá un nuevo apodo.

- Lárgate, -siseo apoyando mis palmas en su amplio pecho. -Búscate otro apodo para ti. Rabioso. Es difícil elegir un apodo más estúpido. Aunque si lo piensas, estuviste acertado. Es perfecto para un idiota.

El tipo se acerca poco a poco, siento el calor de su aliento en mi cara. Todos los intentos de repeler a este psicópata son en vano. Es más fácil mover la pared de hormigón.

- Empollona, -sonríe y casi toca mis labios mientras canta el resto de las cosas desagradables. – Sabelotodo. Rata de biblioteca. ¿Cuál te gusta más?

- Estúpido, -digo con los dientes apretados. – No suena tan patético como “Rabioso”, pero da en el clavo. No entiendo cómo fuimos emparejados si no participaste en el sistema de selección. Dicen que el rector no te incluye en las listas. Entonces esto es un error. Tienen que poder separarnos.

- ¿Y si esto es el destino? -el tipo entrecierra los ojos maliciosamente.

- No, -niego con la cabeza frenéticamente. - No sé quién podría aguantar ni un solo día a tu lado. Y un año es imposible.

- Eres mía.                                                                 

- Estas soñando.                                                         

Él sonríe de nuevo. Descaradamente. Presuntuosamente. Disfruta de ser guay. Y me enfurece aún más, aunque pareciera que esto es imposible.

Somos la peor pareja de la universidad. No encajamos el uno con el otro.

¿Cómo romper este estúpido vinculo?