=24=

Saco mi teléfono y veo un mensaje de Dasha. Ahí está el nombre del café y un par de preguntas sobre cómo estoy. Rápidamente escribo la respuesta y devuelvo mi teléfono al bolso.

- Te tengo, -escucho una voz burlona.                    

Y un segundo después, unos musculosos brazos se envuelven alrededor de mi cintura, cerrándose en un anillo de hierro.

El Rabioso. Está aquí como una bestia acechando a su presa. No tengo tiempo de darme la vuelta, pero ya reconozco perfectamente al tipo por esa voz ronca e inquietantemente molesta.

- ¡Suéltame! -trato de soltarme, pero sin mucho éxito.

El tipo me levanta del suelo, me arroja sobre su hombro y, cuando sigo retorciéndome y pataleando, una palma pesada aterriza debajo de la cintura, haciéndome jadear de indignación y conmoción.

- ¿Que estás haciendo? - murmuro.                    

- Evalúo el resultado del entrenamiento.                 

- ¿A qué te refieres?                                                

- Buenos músculos.                                                    

Me acaricia tan expresivamente que no hay duda sobre la esencia de sus palabras. Pataleo como loca. Golpeo su espalda ancha con los puños, pero parece que me duele mucho más a mí que a esta bestia.

El Rabioso definitivamente no siente mis golpes en absoluto. Se está riendo de mí.

- ¿Tal vez deberíamos posponer el masaje hasta la casa? -pregunta burlonamente. - Me desharé de la camiseta, te será más cómodo amasarme.

- ¡Déjame! -grito. - ¡Suéltame, idiota!                            

- Adelante, -dice el tipo y me pone en el asiento de la motocicleta.

En segundos la moto arranca y desarrolla una velocidad increíble.

Me veo obligada a agarrarme al Rabioso, envolver mis brazos alrededor de su torso. Más precisamente, tengo que acurrucarme con todo mi cuerpo para no salir volando sobre el asfalto.

Ni siquiera entiendo cómo se las arregla para hacer todo tan rápido y hábilmente. Hace un par de segundos me tiró al hombro y me llevó, y ahora me sube a una moto enorme y arranca tan bruscamente que no tengo tiempo de saltar al suelo. Inmediatamente salimos a la carretera. La moto maniobra entre los coches. Acelera al límite.

- ¿Te gusta? -el Rabioso se vuelve hacia mí y sonríe.

- ¡Mira adelante!                                                          

- Es difícil.                                                         

- Bueno, inténtalo - exhalo convulsivamente. -Y si no puedes, disminuye la velocidad inmediatamente. Para de mirarme. Vigila la carretera.

- Te acurrucas tan bien, -sus ojos oscuros brillan más y su sonrisa se hace más amplia. - Ahora estoy empezando a preguntarme si debería castigarte.