Lo último que quiero saber es qué otros animales tiene al acecho por aquí. No me sorprendería un tigre o un guepardo. Un apartamento tan enorme le permite organizar un verdadero zoológico aquí.
De repente me doy cuenta de la esfera de un enorme reloj que cuelga de la pared y suelto un grito de sorpresa. Y no es el diseño futurista lo que me impresiona, sino la hora.
- Gracias por tu hospitalidad, -murmuro, y rápidamente dejo mi taza. - Pero tengo que irme a casa.
- Es pronto, -sonríe el Rabioso, cortando el camino a la salida. - No me diste lo que quiero.
- Y no lo haré, -cruzo resueltamente los brazos sobre mi pecho, tratando de separarme de él al menos de esa manera. – Tu mismo tienes que hacer tus tareas de estudios.
- Vale, -entrecierra los ojos con picardía. - ¿Y qué te encargo a ti?
- ¿En términos de?
- Bueno, ¿para qué me sirves? -chispas diabólicas brillan en sus ojos. - ¿Qué puedes hacer, ya que ni siquiera puedes hacer unos apuntes?
- Encuéntrate otro objetivo para intimidar, -digo bruscamente, y me las arreglo para pasar junto a él.
Agarro mi bolso y saco mi teléfono. Veo un montón de llamadas perdidas y mensajes de Dasha y Kyr, pero me preocupa mucho más que no haya una sola llamada de mi madre. A estas horas ya estoy en casa, y si de repente me demoro, ella inmediatamente comienza a buscarme.
¿Por qué no hay ni una llamada de mamá ahora?
La marco, pero el teléfono se apaga. La batería está completamente descargada. Miro a la pantalla oscura y exhalo.
- ¿Te gusta ponerme de los nervios? - se escucha una voz ronca por encima de la oreja, el aliento caliente quema inmediatamente la parte posterior de la cabeza. - Cuanto más corres, más me atrae pillarte.
- Necesito irme a casa, -me doy la vuelta y me encuentro audazmente con su ardiente mirada. – Urgentemente. Ahora.
- ¿Qué sucedió? - frunce las cejas. - ¿Problemas?
- Necesito irme a casa, -repito con firmeza.
- Muy bien, vamos.
Abre el armario, saca una camiseta sin mirar, se la pone y coge las llaves de la moto.
- ¿Por qué estás parada? -invita a la salida. - Llegaremos en un par de minutos.
El segundo paseo en moto es mucho más agradable. Espero que esta sea la última vez que esté a espaldas del Rabioso. Pero es terriblemente molesto tener que abrazar a este tipo con fuerza, acurrucarme con él por detrás.
La moto frena en frente de mi entrada, y al instante me levanto de un salto. Ahora la cabeza casi no da vueltas. Me apresuro hacia la puerta, pero el Rabioso me agarra de la cintura y tira de mí hacia atrás.
- ¿Qué tal un beso? - sonríe.
- Suéltame, no es gracioso.
El tipo se entristece, pero afloja su agarre de hierro, y sin darme la vuelta, me dirijo hacia adelante, vuelo hacia la entrada y, ya subiendo las escaleras, me doy cuenta de un hecho aterrador.
Volkov sabe mi dirección. ¿De dónde?
No le dije nada, y del hecho de que éramos pareja se enteró hoy. ¿O no? ¿Y si lo preparó todo a propósito?