Una Sola Noche

=3.2=

- ¿Ya veis? –murmuro.                                           

- Es verdad, aquí solo está su uniforme deportivo –uno de ellos confirma mis palabras–. Son unos trapos inútiles que nadie nos va a comprar.

-Bueno, nuestra chica tiene algo más interesante, ¿no? –gruñe el jefe y de nuevo repite ese extraño castañeo de los dientes cerca mi cara, como si quisiera morderme.

-¡No soy tu chica! –quiero gritar, pero me contengo.

Es una pesadilla. ¿Cómo he podido meterme en tal situación?Tengo miedo a enfrentarme a ellos, pero no puedo quedarme callada.

-Así que eres una gimnasta –continúa el líder hablando en un tono burlón–. ¿Conoces diferentes posiciones? Vamos, muéstranos como se hace un split. ¿O qué tipo de elementos os enseñan? Vamos, rápido. O al menos baila para nosotros.

Me sacude por el hombro, me obliga a alejarme de la pared y me empuja con tanta fuerza que apenas puedo mantenerme en pie.

-¿Por qué estás tan rígida? ¡Baila!                          

Comienzo a menear las caderas lentamente. Mientras tanto intento estimar si es realmente posible huir de ellos ahora mismo. Yo corro rápido. Pero ellos son ni más ni menos siete hombres que me rodean por todos lados.

¡Basta ya de tener miedo! Por lo menos tengo que intentar huir. Fingiré que estoy bailando, les voy a distraer y luego correré con todas mis fuerzas.

El rugido de una moto hace que meestremezca y dé un salto involuntario.

¿Quién es? ¿Otro cabrón?                                     

La moto aparece de la nada, se aproxima a toda velocidad, luego hace un giro brusco y frena, casi atropellando a uno de los bandidos.

-¿Te has vuelto loco? –exclama él–. Cabrón estúpido. Te cortaré en mil pedazos. Imbécil. ¡Estás confundido! ¿De dónde vienes? Te obligaré a volver al mismo lugar de donde saliste.

La hoja de un cuchillo brilla tan fuerte que me duelen los ojos.Me horroriza ver que el bandido saca el cuchillo y hace un gesto amenazador.

-Vete de aquí –dice el líder escupiendo en el suelo–. Idiota. Estás totalmente perdido. ¿No ves que nos estás molestando?

-¡Vete, tío! ¿Eres un tonto o qué?                          

-¡Muévete ya!                                                              

-Ja-ja, chicos, tal vez necesita que le demos un impulso de aceleración.

-Exacto. No tiene nada que hacer aquí. Ya le vamos a dar…

El motociclista se halla justo debajo de una farola, así que puedo verlo bien. Es un hombre alto y robusto. Un casco negro protege su cabeza y cubre su cara. Una chaqueta de cuero está casualmente abierta, se ve que por debajo viste una camiseta negra con el dibujo de una calavera. Noto algunos detalles más. Pantalones vaqueros ya algo gastados. Botas militares, al menos eso pensé porque he visto semejante calzado en los hombres que habían realizado el servicio militar. Vuelvo a mirar el casco que cubre su cara por completo. Él también me está mirando. ¿O es simplemente una impresión mía? Él cierra los puños envueltos en guantes de cuero oscuro en un gesto amenazante. Los bandidos se enfadan con él, le amenazan y le echan insultos. Unas palabrotas tan repugnantes, que  me arden las mejillas al oírlas, aunque algunas de ellas ni siquiera entiendo.

 

El motero de nuevo pone en marcha su moto. Enseguida comienza a hacer unas piruetas. La cabeza me da vueltas solamente al verlo.

Qué extraño. Parece que intenta alejar de mí a estos tipos peligrosos. Al principio estoy en dudas pensando que es solo mi impresión, pero pronto me doy cuenta que el círculo de los bandidos se desmorona. La moto se interpone entre ellos y mi persona. Yo me encuentro protegida detrás del motero. Los chicos enfurecidos se ven obligados a retirarse.

-¡Oye tú, bastardo! ¡Te voy a aplastar! ¡Te mataré, maldito!

El líder arrebata el cuchillo a uno de sus seguidores y corre hacia el motero amenazándole. Pero de repente sucede algo que hace que el matón se quede quieto. Puedo ver a ese cabrón ponerse pálido y retroceder como si estuviera enfrentando su peor pesadilla.

-Vámonos, muchachos –tartamudea asustado–. Mejor nos vamos de aquí.

-Pero si él está solo...                                           

-¡Vámonos! –grita el líder. Luego se vuelve hacia uno de los bandidos, el que se encontraba más cerca, y le susurra unas palabras que no llegan a mis oídos. Pero el otro también se pone blanco como la nieve.

-Nos largamos de aquí, muchachos –dice él y sale corriendo. 

En unos segundos los bandidos desaparecen en la oscuridad. Yo abrazo mis hombros con mis manos, intentando superar el temblor de los nervios. Me castañean los dientes.

Veo al motero haciendo algo...                            

Ah, el hombre extraño cierra su casco, ocultando de nuevo su rostro. Así que esos tipos lo reconocieron. Por eso se asustaron y huyeron.

El motero se agacha para recoger algo del suelo, luego se da la vuelta y lanza el objeto recogido en mi dirección. Yo primero atrapo el objeto y luego me doy cuenta que es mi propio bolso con el uniforme deportivo. Abro la boca, pero las palabras no se me salen.

La moto pasa a mi lado como un relámpago, casi derribándome con una poderosa ola de aire frío.

Es una lástima que no he tenido suficiente tiempo para agradecer al extraño por su ayuda. Supongo que en realidad su intención no era salvarme a mí, sino que tenía problemas con aquellos bandidos.

¿Será que ellos rompieron alguna regla? ¿Se metieron sin su permiso a su territorio? ¿Qué sé yo sobre la vida nocturna de este barrio?

Reflexiono sobre lo ocurrido más tarde, cuando corro a mi casa por una calle segura y bien iluminada. Nunca más voy a volver del entrenamiento tan tarde. ¡No más semejantes aventuras para mí!

Pero no es tan fácil olvidar a aquel motero. Se me quedó grabada en la memoria la imagen de un hombre oscuro y enigmático montando una enorme moto. Lo veo en mis sueños.




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