Prologo
Y así es como concluye… 87 años. Más de lo que quería seguir, más de lo que estaba dispuesta a pasar aquí. Todo termina conmigo en una habitación, sola, acostada sin luces que me alumbren, sin descendencia, nadie que se preocupe por mí. ¿Debería avisarle a él que voy en camino?
El ser una anciana no era el problema, a veces pienso que esto es lo mejor para mí. Cada vez me hallo más cansada de esto, sería mucho más fácil terminar, nadie puede venir… nadie vendrá…
Capítulo 1
¿Qué lugar era el que me había dicho Amer? Podría tener muchas ventajas ser esto, pero la buena memoria no era una de ellas. Recuerdo vagamente que es cerca de la Torre Eiffel. Saqué el celular del costado de mi gabán y marqué a Amer.
-Amer acabo de llegar, disculpa que te moleste a esta hora pero ¿cuál era la dirección? Al parecer no tengo datos y cambié de celular, no tengo nuestra conversación
-Aggh, este… ¿qué? –dijo Amer, al parecer se hallaba dormido-
-Que necesito la dirección, acabo de llegar y cambie de celular
-Si no es mucho pedir una explicación, ¿por qué cambiaste de celular?
-¿Me vas a decir o no la dirección?
-Avenue de la Bourdonnais, el número 14, dejaré abierto así que entra y no me despiertes –dijo ya malhumorado
-¡No! –grité sin pensar -Por favor quédate despierto y recíbeme, no me gustaría entrar pareciendo una ladrona.
-Bueno tienes razón, sería muy descortés de mi parte hacer eso, estaré ahí para recibirte, solo llámame cuando llegues que tengo que dormir un poco más, mañana voy a clases ¿Sabes?
-Está bien, vuelve a lo tuyo –dije colgando por fin la llamada-.
Amer no parecía mala persona, habíamos hablado poco, lo suficiente para conseguir poderse mudar con él para empezar su nuevo trabajo. Otra fachada. De hecho podría llegar en un instante hasta allá. Pero, ¿para qué? había tiempo de sobra. Sobre todo para mí. Aparte me apetecía salir a dar una vuelta por París, no venía desde hace demasiado tiempo.
Salí del aeropuerto para encontrarme sola bajo la luz de la luna. No había casi nadie en el aeropuerto. Era sin lugar a dudas por la hora, no creo que mucha gente este despierta a las 2 de la madrugada. Aun así París estaba alumbrado, hermoso, definitivamente no era para mí, pero necesitaba esto, no volvería a ser lo que era.
No debería pensar en eso, venía aquí a despejarme, no a reflexionar que quiero hacer de ahora en adelante. Un aperitivo serviría para despejarme, pero ¿qué podría ser? Por fin empecé a caminar. Unos cuantos pasos fuera del aeropuerto me di cuenta de lo equivocada que estaba. Ya que el turismo es común, las calles no estaban desiertas como estaba acostumbrada, más bien estaba más activa de lo que me gustaría. Aun con todo resultaba increíblemente hermoso, es como si la noche no le importase a las personas y estas siguieran sus vidas normalmente.
Caminar con tanta gente es algo bastante inquietante, incómodo más bien. Sobre todo por la sed que tenía, no había comido nada desde ayer. Necesitaba encontrar algo ya. Había puestos de comida abiertos cada una o dos calles pero eso no me saciaría, aun así no había prisa, no perdería el control. Las luces también eran otra incomodidad, no salir lo había vuelto todo abrumador, pero entre más rápido me acostumbrara todo sería más llevadero.
Después de un rato de vagar decidí abrir Google Maps, ya tenía que llegar a despertar a Amer antes de que…
Volteé hacia mi derecha, se abrían las puertas a un oscuro callejón, uno de los mucho de Paris, entre montones de basura había un perro, se encontraba casi en los huesos, que depresiva escena, aun así esto serviría. Me adentré al callejón y me acerqué al perro, me dirigió una mirada, ¿sabría lo que estaba a punto de suceder? Lo acaricié un poco, lo miré a los ojos, y aquellos ojos caninos me miraron a mí, sentí un poco de tristeza por él, pero el éxtasis lo cubría casi por completo, pues ya no tendría sed.
Capítulo 2
-Bueno? Ya se levantó el bello durmiente? Amer llevo casi media hora hablándote, puedes venir por favor a abrir la puerta? –dije, con ganas de matarlo y dejar sus intestinos en la puerta-
-Pero si está abierta la puerta, solo pasa, enserio no me quiero parar -dijo Amer casi dormido-
-No… no puedo, solo ven a hacer lo que digo, en cuanto me recibas vuelves a dormir
Amer gruño y colgó el teléfono.
Esto sí que la ponía nerviosa, casi amanecía y ella seguía aquí afuera. Maldito Amer, si no baja en este momento juro que lo descuartizare. Un momento después la puerta del edificio se abrió y con ella salió Amer, su pelo negro enmarañado reflejaba que no había tomado solo una siestecita. Con un ademan me indico que entrara a la casa.