Aprendí que mi única competencia en esta vida era yo, aprendí a siempre esforzarme por superarme, a no sentir decepción si no logró el resultado que quería, aprendí a darme libertad, a dejar de sobre esforzarme, aprendí que era una humana y merecía mis momentos para descansar, aprendí que una opinión no me define y una nota tampoco, aprendí a soltar esos malos hábitos que tenía, aunque a veces vuelva a ellos porque aún sigo aprendiendo.
Aprendí a aprender.
Aprendí a caminar antes que correr, aprendí a ser una hermana mayor aún sin tener hermanos de sangre, aprendí a ser paciente con las personas, aprendí a no tomar las cosas a pecho.
Aprendí a ser mejor persona.
Aprendí a ser una amiga de verdad.
Aprendí a madurar.
Aprendí a ser una niña.
Aprendí a ser una adolescente
Y ahora espero aprender a ser una adulta.
Aprendí que competir era incorrecto, aprendí a apreciar mi vida y centrarme en solo mi camino, aprendí a ser yo, aunque no del todo porque aún sigo aprendiendo.
Aprendí, competí y me conocí.
A veces creemos que la vida es una competencia por quien llega primero a lograr sus sueños, quien saca la mejor nota, quien es mejor en cualquier hobbie, competir por cualquier y ante cualquier persona o circunstancia, pero no es así,
la única persona que te debería de importar y con la que deberías de competir es contigo mismo, porque al final del día luego de todas esas competencias y carreras por ver quien es mejor que quien, lo único que se queda contigo en el silencio y la oscuridad, eres tú mismo,
¿Por qué centrarte en superar a quien luego de un tiempo no verás? ¿Por qué no centrarte en mejorarte a ti mismo sólo por qué sí?
¿Qué es lo que nos hace tan adictos a competir por una simple comparación? ¿No quieres tu vida o qué?