Prólogo

En una época remota, en una tierra donde ni siquiera el humano tenía uso de tecnología, surgió un chico con una particularidad. Muchos lo trataron de brujería o maldición, puesto que al momento de ser sacrificado no soltó gotas de sangre sino un líquido blanco que hacia juego con su clara piel y su también blanco cabello. Nadie creyó lo que sus ojos observaban en el momento del acto, que era una tradición en la aldea donde vivía el chico, más bien lo miraban con susto y confusión. Algunos, faltos de sensibilidad, visualizaban la escena con decepción, ya que, presos del morbo eran y deseaban ver la muerte de un ser externo a ellos

La segunda reacción fue el miedo, lo natural dirían algunos. El terror de los jóvenes al ver como alguien después de ser embestido por un hacha muy afilada seguía respirando. Y unos pocos, observando desde la distancia, sonriendo de forma siniestra como los hombres intentaban sin exito quitarle la vida al chico 

Al no contar con medio para seguir intentando su causa la decisión fue inmovilizar al chico y desterrarlo de la aldea, con la idea mal fundamentada de no volverle a ver. En el proceso, el chico veía, con los ojos ligeramente oscurecidos dando un aspecto carmesí, a su supuesta familia que se sumaba a la gente horrorizada por el mismo

El chico, de muy corta edad había estado siempre inútil en la aldea, no tenía idea de gramática, aritmética u otros aspectos básicos de la vida, así que por eso, usando como excusa que "Era un lastre para la sociedad" se decidió, por común acuerdo, su ejecución. Esto se podía evidenciar en la incapacidad de mantener una conversación coherente con el, ya que llevaba el rumbo de la misma a un sentido completamente incoherente 

Al final, se completó la expulsión del chico, dejándolo así, completamente solo, hundido en el mar de la propia soledad, sin saber que su vida recién empezaba y que notará que ser inmortal es la maldición más grande que un ser humano haya podido recibir