La Gran Persecución
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El eco de las risas llenaba los pasillos de la enorme mansión, aunque en realidad, una de esas risas estaba teñida de puro pánico. Nico corría con todas sus fuerzas, su chaqueta ondeando detrás de él mientras sus pies se deslizaban por el piso brillante de mármol. Emily, con una sonrisa traviesa en el rostro, lo seguía a unos pocos metros de distancia.
-—¡Non avvicinarti! (No te me acerques)-—gritó Nico, sin atreverse a mirar hacia atrás, su voz quebrándose ligeramente mientras sus pasos aceleraban aún más. Cada vez que sentía una ligera brisa detrás de él, pensaba que Emily estaba a punto de alcanzarlo con sus "extraños poderes climáticos".
-—¡No te voy a hacer nada! -—respondía Emily, riendo mientras intentaba alcanzarlo.
-—¡Non ci credo! (No te lo creo) -—Nico zigzagueaba por los pasillos, saltando sobre un sofá y casi derrapando al doblar una esquina. Su mente estaba trabajando a toda velocidad, tratando de entender qué había pasado. Un minuto estaba bromeando con Emily, y al siguiente, había una nube de tormenta formándose justo encima de su cabeza. Eso fue suficiente para desencadenar el instinto de huida en él.
-—¡Noah, ayúdame! -—gritó desesperado, mirando a su alrededor buscando a su amigo, pero Noah simplemente se quedó en pie a la entrada de la biblioteca, los brazos cruzados, observando la escena con una expresión casi indiferente.
-—Noah, ¿en serio? ¡Está loca! ¡Me va a electrocutar o algo! -—Nico siguió corriendo, esta vez buscando al "Señor tenebroso", Alfred, quien apareció al final del pasillo, quieto como una estatua.
-—¡Señor tenebroso! ¡Ayúdeme! —-imploró Nico, con la esperanza de que el mayordomo hiciera algo, cualquier cosa, para detener a Emily.
Alfred, sin embargo, solo inclinó ligeramente la cabeza, como si considerara la situación con detenimiento, pero no hizo movimiento alguno para intervenir.
-—¡Oh, por favor! -—Nico bufó, y en un impulso desesperado, decidió que la mejor estrategia era escalar al mayordomo como si fuera una montaña.
-—¡Ja, aquí no me alcanzas! -—gritó mientras se subía a los hombros de Alfred con la agilidad de un gato asustado, manteniendo el equilibrio como si su vida dependiera de ello. Alfred ni siquiera pestañeó, simplemente siguió observando como si esta fuera una escena habitual en la mansión.
Emily se detuvo justo frente a ellos, jadeando levemente pero aún divertida por la situación. -—Nico, ¿qué haces? -—dijo, conteniendo la risa al ver cómo estaba encaramado en el mayordomo como si estuviera en la cima de una torre.
-—¡Me escondo! ¡Claramente! -—replicó Nico desde su nueva y elevada posición—-. ¡Este es un buen punto estratégico, no me alcanzas aquí!
Emily sonrió de lado, y de repente una ráfaga de viento comenzó a rodear sus pies. Con un simple movimiento de sus manos, la corriente de aire empezó a elevarse, agitando su cabello. Nico abrió los ojos como platos.
-—¡Oh no no! -—dijo desesperado, aferrándose con más fuerza a Alfred, quien continuaba imperturbable.
Emily con una risa juguetona, dejando que el viento levantara levemente el borde de su falda azul oscuro, mostrando los bordes verdes elegantes.
-—Lo que sea que estés haciendo, ¡detenlo!
-—Solo estoy jugando. -—dijo Emily, estirando la mano como si fuera a intentar alcanzarlo.
Nico se sacudió aún más. -—¡No, no, no! ¡No te acerques!
En ese momento, Noah apareció detrás de Emily, con una media sonrisa en el rostro, observando cómo la escena se desarrollaba. Sus ojos se encontraron con los de Nico, que parecía un animal acorralado, y simplemente negó con la cabeza. Tomo de la cintura a la pequeña Emily y la bajo al suelo con cuidado.
—-Podrías bajar, Nico -—le dijo Noah, casi con aburrimiento-. No te va a pasar nada. Y... estás sobre el mayordomo.
-—¡Oh, enserió no me di cuenta! -—dice Nico, claramente sin intención de moverse.
Emily finalmente suspiró, dejando que el viento alrededor de ella se disipara. -De verdad, no te haría daño.
Nico, aún dudando, miró a Alfred y luego a Emily. Al notar que no había más ráfagas de viento, comenzó a relajarse, aunque no bajó de inmediato. -Entonces, ¿no me vas a lanzar un rayo ni nada?
—-No -—dijo Emily con una pequeña risa.
Nico finalmente bajó con cuidado, mirando a todos lados por si Emily cambiaba de opinión en el último segundo. -—Bueno... bien. Pero esto no significa que confíe completamente en ti. ¡Todavía eres un poco peligrosa! -dijo mientras retrocedía lentamente.
Emily cruzó los brazos sonriendo.
Noah, por su parte, solo soltó un leve suspiro y comenzó a caminar hacia el salón. -Vamos, chicos, antes de que alguien realmente salga volando.
Nico, con el corazón aún acelerado, caminó a una distancia prudente de Emily mientras seguía a Noah, lanzando miradas de sospecha y risa nerviosa.
-—De acuerdo, esto no ha sido lo que esperaba... -—murmuró Nico, mirando de reojo a Emily-—. Pero tengo que admitir... tus poderes son impresionantes. Pero, ¡por favor, sin más persecuciones!
Emily sonrió ampliamente. —-Prometido. A menos que me provoques... —-y con eso, volvió a levantar una pequeña brisa juguetona que hizo que Nico se alejara un poco más rápido.
—Alfred, ¿puedo comprarlo? —preguntó Emily con inocencia, señalando directamente a Nico.
Por un instante, el joven italiano quedó petrificado, pero pronto su personalidad exuberante tomó el control. Quitando de un empujón a Noah de su lado, avanzó hacia Emily con una rapidez y confianza desbordantes.
—Si el joven Ferrer tiene un precio... —comenzó Alfred, con su característico tono elegante.
—¡Claro que sí! —exclamó Nico, alzando las manos con dramatismo, como si estuviera en un escenario teatral—. ¡Tengo precio! Pero lo quiero en efectivo, ¿eh? Nada de cheques ni transferencias. —Remató con una sonrisa encantadora y un guiño.
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Editado: 02.01.2025