Unidos por un Collar

02

Pov' Lisa.

—¡Adiós, mamá! Me voy a la empresa. — bajé las escaleras corriendo, no quería atrasarme ni un minuto.

—De acuerdo, hija, ve con cuidado.

El aire de la mañana es fresco, pero hay algo en mi pecho que pesa más que cualquier brisa. Camino por las calles con pasos firmes, pero en mi mente hay una imagen fija, un recuerdo que nunca se disipa.

Trabajo como diseñadora gráfica en una gran empresa, junto con mi mejor amiga, Rubí. Este trabajo es mi sueño hecho realidad, la prueba de que todo el esfuerzo valió la pena. Pero aún así, en medio del éxito, hay un vacío.

Leander…

Once años. Once años desde la última vez que nos vimos. Desde que nos prometimos volver a encontrarnos. Desde que me juré que no importaría el tiempo, ni la distancia.

Pero ahora, el tiempo parece cruel.

Al llegar a la oficina, Rubí me recibe con su energía de siempre.

— ¡Lisa! ¿Qué tal? — me saludó tan carismática como siempre, su cabello corto siempre impecable y sus trajes coloridos y extraños.

— Hola, Rubí, buenos días.

—¿Y por qué tan temprano? Tu horario empieza a las nueve.& Preguntó con curiosidad mientras se sentaba a mi lado.

—Lo sé… Solo que me gusta pensar.

Suspiro. No es solo pensar. Es revivir.

Rubí me observa y, sin decirlo, sé lo que está a punto de preguntar. Lo hace siempre.

— Sigues pensando en él, ¿verdad?

Intento detenerla, pero continúa.

—Lisa, han pasado once años. Si de verdad le importaras, ya habría enviado un mensaje, habría vuelto.

Mi corazón se aprieta.

— Él me prometió que volvería. — susurré apenas en un hilo de voz, dolía saberlo.

—¿Y si no lo hace? — preguntó.

Silencio.

— Solo digo que podrías darte una oportunidad con alguien…

Mi mirada se nubla. Leander no es alguien que simplemente pueda reemplazarse. No es un recuerdo cualquiera. Es mi historia. Es mi infancia. Es mi todo.

Antes de que pueda responder, una voz interrumpe.

—Señorita Rubí, la necesito en mi oficina ahora.

Rubí chaqueta la lengua—¡Enseguida voy, señor!

Ella se gira hacia mí, con esa mirada de quien quiere decir más pero se contiene.

—De esta no te escapas— señala sus ojos y luego a mí, para luego retirarse.

Sonrío con un ligero dolor en el pecho.

Me levanto y camino hacia los casilleros. Es curioso cómo un objeto tan simple puede guardar tanto. Al abrirlo, mis ojos se posan en una fotografía, una pequeña ventana a un tiempo que nunca dejo atrás.

La tomo con delicadeza, como si el solo hecho de tocarla pudiera desvanecerla.

— Ah… Leander, me haces tanta falta. — mis palabras se las lleva el viento.

Paso los dedos por el borde de la imagen, y una punzada de nostalgia recorre mi cuerpo.

Hoy cumplirías veintiún años. ¿Dónde estás ahora? ¿Piensas en mí? ¿Te preguntas si sigo esperando?

Porque sí.

Sigo aquí.

Sigo esperando.

El sonido de las teclas golpeando el escritorio se mezcla con el murmullo de la oficina. Monitores encendidos, papeles organizados en los escritorios y el aroma del café recién hecho llenan el espacio. La empresa donde trabajo es un lugar dinámico, donde la creatividad fluye entre diseños y conceptos en desarrollo.

Pero para mí, es más que un trabajo. Es el sueño que construí desde pequeña, la meta que me impulsó a esforzarme sin descanso.

Me siento en mi puesto, encendiendo mi computadora. Los colores, las formas, las imágenes... todo cobra vida en la pantalla mientras repaso los proyectos pendientes. Pero mi mente divaga, buscando en los rincones de mi memoria un rostro que nunca olvido.

Ese maldito nombre.

El diseño siempre me ayudó a expresarme. A través de los trazos y las combinaciones de colores, plasmo emociones que, a veces, no sé cómo decir en palabras. Tal vez por eso el trabajo es mi refugio, un lugar donde puedo perderme entre los detalles y las ideas sin sentir la ausencia tan intensamente.

La pelicorta regresa después de su reunión, con su energía habitual.

—¡Lisa! Me salvé, la reunión no fue tan terrible como pensé.

Me río suavemente mientras ella se desploma en su silla.

—Siempre dramatizas. — le arrojé un pequeño papel arrugado haciendo qué se queje.

— Oye, que si no lo hago, ¿qué sería de esta oficina sin mis historias?

La conversación me distrae, pero apenas por unos segundos. Mis ojos vuelven a la fotografía que traje conmigo hoy. La había guardado en mi bolso antes de salir de casa, como si necesitara verla más de lo habitual.

Rubí lo nota.

— ¿Lisa?

Respiro profundo, intentando que la nostalgia no me consuma.

—A veces me pregunto si él estará bien… si aún recuerda lo que prometió.

Ella suspira, como si entendiera que no hay palabras para hacerme cambiar de opinión.

— No lo sé, amiga. Pero si aún lo esperas… al menos deja que el mundo siga girando a tu alrededor.

Miro la pantalla de mi computadora, los colores brillantes contrastando con la sensación en mi pecho.

Esperar.
Crear.
Vivir.

Tres cosas que intento equilibrar, aunque a veces siento que una pesa más que las otras.

——&——

Durante todos estos años, Lisa se ha dedicado por completo a estudiar y trabajar. Quiere ser alguien en la vida, alcanzar sus metas, cumplir con las expectativas que ella misma se ha impuesto. Su empleo también ha sido una distracción, un refugio que le permite mantenerse ocupada, evitar pensar demasiado en aquello que aún le duele.

Sin embargo, cada cosa que hace, cada rincón de la oficina, cada decisión, cada conversación... todo le recuerda a él. Ese amor que se convirtió en una sombra persistente, en una ausencia que pesa más de lo que quisiera admitir.

Tal vez Rubí tiene razón..., Tal vez debería darme una oportunidad y buscar un nuevo amor. No puedo seguir atada a alguien que no sé si regresará. Solo quiero poder sacarlo de mi cabeza... y de mi corazón."




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