Danrelle
Tal como Ayax sugirió, hice verificar el contrato con el abogado que llevaba la herencia y la venta de la casa, y era perfectamente legal.
Habían pasado tres meses, todo marchaba normal, la casa de mis abuelos, junto al resto de sus bienes, se habían vendido. Con ese dinero compré una propiedad en Nashville, Tennesse, un apartamento hermoso en el cual trabajar cuando tenía ganas, puesto que el dinero que me pagaba Ayax, era más que suficiente para vivir relajada. No obstante, seguía publicando cosas porque me gustaba, solo que ya no me lo tomaba como una obligación laboral que me debía dar de comer, sino como un hobby.
Había realizado un calendario de publicaciones mensuales, para no agobiarme. Cualquier información que me llegaba de vampiros la constataba con Ayax, pero era muy poca, prefería irme por las casas embrujadas, los fantasmas, los extraterrestres o cualquier cosa que no me condicionara a relacionarme con ellos.
Mis viajes disminuyeron, puesto que no necesitaba tanto trabajo y muchos testimonios me llegaban solos, además me gustaba mucho mi casa y disfrutaba decorándola, y en este punto de mi terapia había dado un gran salto al decidirme a establecerme en un lugar fijo. Aunque había momentos en que me sentía sola, estaba bastante acostumbrada a ello. Otra ventaja de este lugar, era que me daba seguridad, por lo que también estaba dejando mis sedantes para dormir y los estaba reemplazando por un buen baño y un té de melisa o lavanda.
Era casi la hora de la cena y no había cocinado nada, decidí bajar hasta el market a ver qué se me antojaba. Descendí y caminé tres calles hacia el sur y entré a un negocio que visitaba frecuentemente, llamado "Star". Me encantaba puesto que allí siempre conseguía lo que buscaba.
Después de unos diez minutos de mirar los artículos me decidí por unos sandwiches, los pagué y salí para regresar a casa. Pero no pude hacerlo, al menos no tan rápido. Fuera del negocio me esperaban Edgar y Marie... quienes me habían dado la primicia de la guerra entre vampiros.
— Se ve sorprendida — me dijo él.
— Lo estoy.
— Quisiéramos que publicara otra noticia, sobre nuestro... nuestros conocimientos.
Los observé un momento, ellos no sabían que yo sabía. Eso era bueno.
— Me parece perfecto, su información anterior me trajo muchos nuevos seguidores — sonreí.
— Podríamos vernos mañana, aquí a dos calles hay un restaurante de comida rápida, ¿como a esta hora puede ser?
— Ahí estaré.
Continué mi camino como si nada pasara, no me volví a verlos, y traté de respirar contando para que mis acelerados latidos bajaran su ritmo. Solo me pude relajar cuando estuve detrás de las puertas de mi edificio. Igualmente, no corrí. Caminé como si nada hasta el ascensor, yo me había mudado de ciudad y había cambiado el número de móvil, solo mantenía contacto con Ayax por mail.
Llegué a mi departamento y cerré detrás de mí con todos los seguros y luego me fui a mi habitación y también puse llave. Empecé a buscar la carpeta del contrato, allí tenía los datos de contacto. Estaba en el último cajón de mi closet, donde guardaba los documentos. La abrí y encontré su número, al intentar leer, noté que mis manos temblaban. No dudé en marcarle.
Sonó dos veces hasta que atendió.
— ¿Sí?
— ¿A... Ayax? — Hablé con voz temblorosa.
— ¿Danrelle qué ha sucedido?
— Ellos me encontraron... Tengo mucho miedo — aunque quería evitarlo, sollocé.
— ¿Han intentado atacarte?
— No.
— ¿Qué te dijeron?
— Tienen más noticias, quieren verme mañana, a esta hora en un restaurante.
— ¿No los invitaste a tu casa, verdad?
— No.
Giré hacia la ventana para asegurarme de que nadie me observaba del edificio de enfrente, pero tenía hasta las cortinas cerradas.
— Ni lo harás, mañana irás y fingirás que está todo bien, de ninguna manera aceptaras que ellos vayan a tu edificio, hablas en el restaurante, tomas nota de todo, o mejor, lo grabas y luego me lo envías.
— No quiero, no quiero verlos — negué rotundamente.
— Lo harás, Danrelle, si no lo haces se darán cuenta de que sospechas.
— Ayax, no puedo, tengo miedo — insistí.
— Eres una investigadora de lo paranormal, ¿de qué tienes miedo?
Esas palabras en este momento me parecieron una burla.
— Las cosas paranormales no existen, pero los asesinos seriales sí.
— Escucha, si no te presentas, se darán cuenta de que sabes algo, y yo estoy en Australia, no puedo ir por ti ahora mismo. Aun cuando consiguiera un vuelo ya, tengo un día de viaje por lo menos.
Empecé a llorar de manera histérica, sabía de antemano que él no podía venir en el momento, pero no lograba controlar mis emociones. Nunca me había sentido tan sola.
— Danrelle, cálmate — su voz se volvió suave.
— No puedo... Ellos me podrían matar, amo mucho mi vida, ¿sabes?
Él resopló y guardó un breve silencio antes de responder.
— Haremos, esto, te relajas, duermes y mañana te tomarás un calmante e irás a esa entrevista. Yo saldré hoy mismo para allá y cuando entres al restaurante me enviarás la localización en tiempo real. ¿Está bien? Te encontraré donde estés. ¿Estás de acuerdo?
— No tengo otra opción.
— Quédate tranquila, no pasará nada, ellos no saben que tú sabes. Si supieran, ya te habrían matado o intimidado y no te habrían dado una cita.
— ¿Lo crees así?
— Sí. Ahora descansa. Leven ya está buscando un vuelo.
— Gracias.
Tomé mis sandwiches y empecé a comerlos sentada en la cama, no quería salir por miedo a abrir la puerta y encontrar a alguien con un cuchillo, como en las peores películas de terror. En la medida que los minutos pasaban, me fui tranquilizando, él tenía razón, yo misma ya lo había pensado, ellos no sabían nada de mi relación con sus enemigos.
Me preparé un baño de tina, para relajarme, y mientras la bañera se cargaba, revisé mis redes, seguramente ellos eran mis seguidores. Pero yo no podía saber quiénes eran, de todas formas, las últimas fotos mías con localización habían sido en mi antigua casa, en Orlando. Mis seguidores no tenían idea de que me había mudado. ¿Cómo me habían encontrado?