Ayax
La idea de Danrelle de crear productos de spa me gustaba, esto haría que se mantuviera ocupada, pero además podría poner nuestra sede en la línea del comercio internacional y podría convertirla en un miembro importante de nuestra sociedad.
— La comida aquí es la más deliciosa que he probado nunca, me podría volver adicta a ella — declaró Danrelle.
— Pienso lo mismo — admitió Francia, sentada a su lado. Y junto a ella se encontraba Samin, comiendo una manzana y observando a su novia como si fuera lo más exquisito del universo. Era bonita, sin duda, pero Danrelle, me gustaba más, mucho más, no porque fuera más bonita, aunque a mis ojos lo era, sino porque tenía cierto aire de rebeldía que me recordaba a las mujeres de mi familia. Este recuerdo me hizo sonreír.
— ¿Qué pasa? — me preguntó ella dejando sus cubiertos.
— Nada, ¿qué podría pasar? — repliqué.
— Sonríes como un tonto.
— Quizá tengo cosas tontas en la cabeza.
Ella hizo un gesto de desagrado y pareció incomodarse, pero volvió su atención a la comida.
— ¿Cuándo comenzarás tu negocio? — intervino Francia de manera atinada.
— Mañana comenzaré a buscar precios y proveedores, haré un listado y sacaré cuentas, a partir de allí tomaré una decisión.
Bajé la mirada a la comida y traté de concentrarme en ella, mientras las mujeres conversaban sobre distintas fragancias que les gustaban y otros temas de belleza. A medida que el tiempo pasaba, Danrelle se me hacía más atractiva, y el deseo de protegerla aumentaba. Al mismo tiempo, otra urgencia oscura tomaba forma dentro de mí, la necesidad imperiosa de que nadie pusiera su mirada en ella. Debería ser cuidadoso, puesto que la bestia dentro de mí se estaba consolidando de una forma que no esperaba.
Podía notar que la chica también se sentía atraída por mí, tenía demasiados años como para no darme cuenta de sus miradas sutiles, su corazón acelerado y el dulce aroma de su excitación, pero mis experiencias pasadas me habían vuelto precavido y gracias a los Dioses, ella también lo era, puesto que, mantenía mucho control sobre sus sentimientos y en ningún momento coqueteaba conmigo de manera intencionada. En cierta forma, esto me preocupaba, porque significaba que ella también había tenido malas experiencias. Sería un obstáculo a sortear, en caso de que me decidiera a cortejarla.
***
Danrelle
Me alegró que Ayax aprobara mi proyecto. Este debería ser de perfumes y quizá podría agregar productos relacionados que no compitieran con la sede americana. Un negocio me ayudaría a solventarme a mí misma sin tener que depender de él. Además, era algo que me gustaba hacer y estaba bastante informada al respecto, aunque tendría que perfeccionarme. La perfumería no era cosa fácil, menos si era natural.
Me dirigí al baño, para asearme antes de dormir. Allí volví a ver los productos y les presté más atención. La presentación era muy delicada, los jabones estaban sellados con la marca Vex, las sales venían en un precioso frasco de vidrio, y los artículos para el cabello tenían un diseño realmente bonito. Debería realizar algo complementario con una estética similar, y quién sabe, en el futuro, podría haber alguna colaboración.
Me fui divagando en cómo enfrentaría el proyecto mientras me bañaba en automático. Al salir del baño, me envolví con las toallas, y pensé que podría hacer algo para el cuidado de la piel, mientras me secaba. Recordaba que cuando tenía doce, mi vecina fabricaba cremas y me fascinaba ver cómo las hacía para luego meterlas en pequeños botecitos de vidrio esmerilado.
Me puse la pijama, pero en vez de acostarme me dirigí al ordenador y lo primero que hice fue entrar a Pinterest, allí comenzaría a buscar inspiración. Tuve que hacerme una cuenta nueva, claro, ahora todo mi pasado había quedado atrás, pensé con pesar. En realidad, no tenía mucho, lo que sí extrañaba eran las sesiones con Edith, ella siempre me hacía poner los pies en la tierra. ¿Qué diría si le hablara de Ayax? O, mejor dicho, ¿qué podría decirle yo de él? ¿Que era atractivo? ¿Que me protegía? Madre de Cristo, ni sabía nada de él.
Sacudí la cabeza, en un gesto que afirmaba que debía cambiar el rumbo de mis pensamientos y empecé con mis búsquedas.
Unos golpes suaves en la puerta me distrajeron, me levanté a abrir y allí estaba Ayax, apoyado en el marco, con ese aspecto sexy. Hizo a mi corazón dar un brinco
— Qué bueno que estés despierta, se me ha ocurrido algo.
— ¿Sí? — respondí dubitativa, no sabía si invitarlo a pasar o no.
— Como no quieres depender de mí, he pensado que podemos formar una sociedad. Yo pondré el dinero y tú el trabajo y luego repartiremos las ganancias, todo legal.
— Todavía no sé si pueda
— Estoy seguro de que podrás.
— Me parece un poco arriesgado hablar de esto ahora.
— No lo es. Haz la lista de lo que necesitas para empezar tus prácticas y yo me encargaré. Y también si quieres hacer una capacitación para sentirte más segura
— De acuerdo.
Nos quedamos mirando un momento, el corazón me latía con fuerza, sentía la intensidad de su mirada detrás de sus gafas oscuras.
— Será mejor que te deje descansar — dijo, dando un paso atrás.
— Sí… gracias.
Él se marchó y yo cerré la puerta. Me sentía agitada, debería haberlo invitado a pasar, pero, estando en la situación en que me encontraba, no podía darme el lujo de hacer las cosas mal.