Universos paralelos

Capítulo 22 - Ayax y Danrelle

Ayax

Nos dirigíamos hacia Pert, que era el lugar en el que nos abasteceríamos y compraríamos víveres y todo lo necesario para la alimentación de los humanos, y por supuesto, la mía. Allí abordaría Sein junto a su equipo, quienes se ocuparían de hacer todo lo necesario tecnológicamente para ya no ser detectados. Y también la empresa que había contratado para poner en condiciones óptimas el crucero, quienes eran expertos en la remodelación de esta clase de navíos.

— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar festejando con esa chica nuestra triunfal salida?

— No me parece que haya nada que festejar cuando hubo tantas bajas.

— No fueron nuestras bajas.

— Samin, ¿no tendrías que estar tú atendiendo a tu novia?

— Salí a buscar comida para ella y te vi, pero no me cambies la conversación, ¿qué pasa con Danrelle

— Nada, debe estar durmiendo ya.

— ¿Me dirás que no te gusta? Está bastante a la vista que tu sí le gustas a ella.

— Es cierto, desde el primer día — resonó la voz de Leven, acercándose a la barandilla en la cual yo estaba apoyado mirando el mar.

— No creo que sea como dices, si ella ahora siente algo por mí es porque estoy cuidando de ella.

— ¿Y eso qué tiene que ver?

— Todo, Samin. Dani es una chica que creció sin un padre, yo soy alguien que le proporciona una figura protectora, y eso es lo que hace que se sienta atraída, pero yo no quiero cumplir ese rol.

— Pienso que es algo inevitable, independientemente de cómo haya sido la vida de la chica. Es nuestra función masculina protegerlas — acotó Leven.

— Cierto.

— No digo que eso no sea algo que pesa en su psique, pero no creo que sea lo único que le atrae de ti.

— De momento está asustada, no voy a aprovecharme de eso.

— Ayax, eres tan caballero que me siento una basura.

— Lo eres, no sé qué te vio Francia.

— Mi dulzura inigualable y mi bello rostro, ¿qué más podría ser?

Los tres nos reímos.

— Iré a ver que esté bien. Olvidé por completo lo de la comida, quizá tenga hambre — comenté alejándome.

— Espera — Leven me alcanzó.

— He visto en la base de datos de Humanity works que hay algunos postulantes en Pert, quizá podríamos considerarlos, necesitamos más personal.

— De acuerdo, pide a Samin y Francia que te ayuden.

— Bien.

Continué mi camino hacia la parte central del barco. Realmente Danrelle me gustaba, más después de haberme dado cuenta de que ella había celebrado el pacto conmigo en vidas anteriores. No obstante, debía actuar con cautela, porque ella no sabía nada de esto, además era humana, yo no sabía cómo funcionarían los lazos aquí. Leven decía que ella se sintió atraída con solo verme, a mí me pasó lo mismo, pero en este mundo no había nadie que pudiera hacer la ceremonia, si tuviéramos algo yo viviría una eternidad y ella envejecería y moriría en algún momento. Eso debía ser muy doloroso. Si pudiera conectar con mi madre, ella quizá podría ayudarme a solucionarlo.

En la puerta de la habitación estaban las maletas. Abrí para meterlas dentro y vi que ella estaba acostada en el suelo en su bolsa y que había armado para mí una cama en el piso con el colchón y unas almohadas y les había colocado mi saco de dormir abierto encima.

Ella se movió y se notó asustada.

— Soy yo. ¿Por qué hiciste eso? — indagué señalando la improvisada cama.

— Creí que no entrarías en una bolsa de dormir.

Metí las maletas a la habitación.

— ¿Tienes hambre?

— No. ¿Vas a dormir?

— Es de noche.

Ella pareció contrariada por un momento, pero luego asintió.

— A veces olvido que ustedes duermen diferente. ¿En el lugar de donde vienes, todos son como tú?

— ¿A qué te refieres?

— Bueno, duermes de día, eres un... vampiro...

— En mi mundo ser un vampiro es algo muy raro y tabú, por otra parte, el que duerma de día se debe a que soy un nocturno, en mi universo hay nocturnos y diurnos.

— ¿Por qué es raro ser un vampiro? ¿Es algo malo como aquí?

— Debería contarte toda la historia y es larga.

— No tengo sueño.

— Hagamos un trato. Buscaré comida y mientras cenamos podemos hablar de lo que me querías decir más temprano y te cuento un poco del lugar de donde vengo

— De acuerdo.

Salí en busca de comida y comencé a pensar en mi mundo y las diferencias con este en el que me encontraba ahora. Allá no había casi tecnología, al menos no de nuestro lado del mundo, donde la magia prevalecía.

Una forma que se me ocurría de poder llevar adelante una relación con Danrelle era regresar a casa, pero eso no era factible. En los años que había estado con Tábatah no habíamos encontrado una forma de hacerlo. Era imposible abrir aquí un portal, a menos que sucediera algo fortuito, como cuando cruzó mi madre, o como me dijo una vez Brunilda, que pudiera tener la ayuda de los Dioses. Ella me había mencionado que tal vez podría contactar con ellos, pero se me hacía una utopía. No recordaba que eso hubiera sido posible nunca, ni siquiera en nuestro mundo. Aunque hubo en la historia de la humanidad muchos momentos en que las deidades se asomaron a la tierra, algunos de ellos habían sido como suspiros y otros, viles falacias de los que intentaban controlar a los humanos.




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