Universos paralelos

Capítulo 34 - Ayax y Danrelle

Ayax

Ahora más que nunca me tendría que esforzar por conectar con el otro lado, necesitaba hallar la forma de regresar con Danrelle o al menos hacer el pacto aquí.

— ¿Qué quisiste decir con que ya no hay vuelta atrás? — Preguntó cuando nos acostábamos.

— Eso. Aunque estuve todo este tiempo resistiendo mis sentimientos por ti, ya no puedo.

— Me pasa lo mismo.

— Ya no necesitamos ocultar esto.

— ¿Seremos novios?

— ¿Novios? ¿Cómo si fuéramos unos jovencitos?

— No es una cuestión de edad, cuando dos personas se gustan, comienzan un noviazgo.

— El noviazgo aquí es para conocerse, y probar si la relación funciona.

— Sí.

— No me interesa probar nada, eres mi mujer ahora.

— Prefiero ser tu novia.

— Para ti seremos novios, si eso te hace feliz, como sea, nuestras almas se pertenecen.

— ¿Cómo?

— Quiero dormir, mañana seguimos con esta conversación.

— Pero...

— Basta, por favor.

Ella se acomodó contra mi cuerpo sin decir nada más, seguramente estaba cansada. Preferí evitar la plática, pues no sabía cómo le explicaría acerca del pacto y nuestras anteriores existencias.

***

Danrelle

Ayax estaba de espaldas a mí, yo lo abrazaba y nuestras manos estaban entrelazadas. No podía creer que finalmente nos habíamos acostado. No podía creer cómo había sido de maravilloso. Tantos años de terapia, quizá habían dado sus frutos, había logrado involucrarme con un hombre que no quería solo sexo.

Besé su espalda muy despacio para no despertarlo. Él permanecía durmiendo a mi lado y quería que fuera su mujer; era como un sueño. Aunque quizá solo me estaba haciendo love bombing para luego abandonarme... No, no, él no es así, me dije. Los que hacen eso lo hacen desde el inicio, y Ayax en ningún momento se mostró interesado, solo hasta unos días atrás me había confesado que estaba atraído.

Mi estómago crujió. Debería levantarme para buscar algo de comer, pero no quería, deseaba quedarme allí, abrazada a su cuerpo inmenso. Me estiré y decidí que me levantaría, él no podía huir de mí, estábamos en un barco. Madre santa, necesitaba urgentemente terapia o arruinaría mi incipiente relación. Me senté y él se giró hacia mí entreabriendo sus ojos.

— Tengo hambre — expliqué.

Ayax se movió hacia un lado y tomó su móvil de la ropa que estaba en el piso. Marcaba las cinco y diez de la tarde.

— Yo iré y traeré algo para ambos — habló levantándose.

— Puedo ir.

— Sé que puedes, pero quiero comprobar que no haya problemas y debo buscar algo. Espera aquí.

Lo observé ponerse la ropa sin decir nada, y me envolví en las mantas disfrutando de su aroma cuando cerró la puerta tras de sí.

¿Cuáles serían los consejos de Edith? Qué no me apresure, que me dé tiempo de conocerlo, que no juzgue sin evidencias, que no me arrastre ni suplique amor.

La puerta se abrió sobresaltándome.

— Qué rápido — comenté a ver a Ayax entrar nuevamente.

— Es que no tuve que ir muy lejos.

Traía varias cosas en las manos y me levanté a ayudarle, envuelta en la sábana.

— Pero el comedor no está tan cerca.

Tomé la comida y volví a la cama sentándome con las piernas cruzadas.

— Tomé la comida de la cocina. Aquí está tu ordenador — dijo poniéndolo junto a mí.

— ¿De verdad?

Se acomodó frente a mí y abrió una de las bandejas para tomar un sandwich y yo hice lo mismo.

— Sí, lo necesitas para comenzar a trabajar en los perfumes. Cuando volvamos a tocar tierra te compraré un móvil nuevo.

— No necesitas hacerlo.

— No empieces. Es necesario.

— Pero no será de Sophie Aliprandi — me quejé a modo de broma.

— No sé quién es ella.

— Es una gran diseñadora, además dicen que ocurren todo tipo de cosas sobrenaturales a su alrededor, hace un par de años escribí sobre ella.

— ¿Y qué escribiste?

— Dicen que todo su edificio, ubicado en París, se derrumbó y al día siguiente estaba como si nada hubiera pasado. Fueron pocas las personas que dieron esta declaración, y luego los tomaron por locos, pero el testimonio quedó en las redes, incluso se subió un video, pero dicen que es un fake.

— Vaya. No tenía idea.

— Ayax, ¿tienes redes sociales?

— No.

— ¿Por qué no?

— Tengo miles de años, Danrelle, ¿crees que a alguien como yo podría interesarle perder el tiempo de esa manera?

— Tus palabras son agresivas — me quejé, dejando mi sandwich.

— Lo siento, no quise ofenderte, pero soy un anciano que no entiende la forma de vida actual.

— Eso suena peor, ¿me he acostado con un anciano?

— Sí.

— ¿Y cómo solías ser cuando eras joven?

— Temperamental, impetuoso, sin juicio.

— Lo dices como si fuera algo terrible.

— Lo era. Si no hubiera sido como fui, podría haber permanecido junto a mi familia.

— ¿Los extrañas?

— Ya no tanto como antes, pero sí, no puedo dejar de sentir añoranza, en especial por mi hermano. Quedamos disgustados y no pude disculparme.

— Lo siento.

— Pero hay algo bueno, y es que te he encontrado — no dijo esto de manera romántica, solo lo destacó como un hecho.

— ¿Eso es lo bueno?

— Sí. Además, me enseñarás a hacer esos viajes para que yo pueda conectarme con mi familia. Soñé con mi madre, sabes. Fue hace unos días, pero no puedo recordar de qué hablamos.

— Claro, hay muchas técnicas, pero en mi artículo escribí lo que las personas a las que entrevisté consideraban las mejores.

— Bien, necesito saber cómo hacerlo cuanto antes.

— Debes saber que no es algo fácil, requiere de mucha práctica.

— Soy perseverante y constante, podré lograrlo.

— Déjame ver.

Tomé la laptop y la encendí. Tenía conexión a internet, no quise preguntar nada, por miedo a recaer en el tema del error que había cometido. Él tampoco dijo nada.

— Aquí está. — Giré el aparato para que la pantalla quedara hacia él. — Hay tres métodos, creo que puedes elegir el que más te guste, pero a mí el que me pareció más fiable es el de los papeles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.