Universos paralelos

Capítulo 44 - Ayax y Danrelle

Danrelle

Me acerqué a la ventana a observar el paisaje nevado, los caminos barrosos y la inmensidad de un valle blanco que parecía no tener fin. Bajé la mirada a mi vestido, cruzado por delante, con bordados en el escote y la solapa; la tela era suave y cálida, la falda llegaba hasta mis pies y en lugar de zapatos tenía unos flats de piel muy blandos, pero calentitos.

— Estoy en otro mundo, esto es realmente increíble — cavilé en voz baja y comencé a caminar de un lado hacia otro.

¿Qué podía hacer ahora? No podíamos regresar, bueno, quizá él no quería regresar y yo no sabía si deseaba hacerlo sola. Probablemente no. ¿Probablemente? Por Dios, claro que no quería estar sin él y si él deseaba quedarse aquí, yo también.

Me tiré boca abajo en la cama abrazando un almohadón. Esto de las vidas pasadas era muy raro, mucha gente en mi mundo creía en ello, pero yo no solía creer en lo que no se podía comprobar, claro que había muchos testimonios al respecto, pero no era una creencia común en el entorno en que me había criado; sin embargo, aquí parecían a estar seguros, no solo de que existía sino de que podían reconocerse de otras vidas.

Tocaron y abrieron.

— Dani, ¿puedo pasar? — Mi suegra me llamaba Dani...

— Por supuesto, Elizabeth — acepté sentándome.

— Ayax me dijo que tenías dudas y pensé que tal vez podía responder tus preguntas o si quieres puedes hablar con Diani, ella en un rato se despertará seguramente.

— No, está bien, no tengo tantas dudas, es solo miedo.

— ¿A qué le temes?

— Soy hija de una mujer que fracasó en todas las relaciones que quiso intentar, no conocí a mi padre hasta después de que ella murió y temo repetir su historia, arruinar la vida de Ayax y la de los hijos que tengamos.

— Eso no va a pasar, aquí el pacto es algo mágico, te aseguro que si los Dioses te enviaron con Ayax es por algo.

— Eso es peor, porque quizá estoy destinada a sufrir y hacer sufrir a otros.

— ¿Quieres decir que lo pasas mal con mi hijo? ¿Él te hace sufrir?

— No, no es él, soy yo, soy un dolor de cabeza para mí y para todos los que me rodean, un lastre... un...

Cubrí mi cabeza con la almohada y me di cuenta de que estaba repitiendo el discurso de mi madre. No pude contener las lágrimas. ¿No podría quitármela nunca de la cabeza?

— Dani, no creo que las cosas sean así, Ayax está enamorado de ti.

— Tienes razón, yo solo estoy dejándome dominar por los patrones mentales que mi madre implantó en mí — estas eran las palabras que no debía olvidar, las de Edith que me habían hecho tanto bien en mi pasado. — He hecho muchos años de terapia para poder valorarme y que eso atraiga a mi vida un hombre como Ayax, pero tengo tanto miedo de arruinarlo...

— Eso no va a pasar, no le arruinarás la vida a nadie. Ayax es un hombre y por lo que he sabido más anciano que todos nosotros, porta una sabiduría que podrá compartir contigo. Y de tus hijos, no tienes que preocuparte, somos una familia unida, no estarás sola.

— ¿Cómo es la ceremonia? ¿Qué deberé hacer? — Descubrí mi rostro y limpié mis lágrimas.

***

Ayax

Danrelle seguía sacándome de mis casillas, aun cuando nuestra relación era mucho más cercana que en el pasado, no entendía por qué ella era así, todo el tiempo desafiándome, como si tuviera que probarlo todo.

Regresaba a la habitación, pero en la escalera me crucé con Diani.

— Vaya, pensar que te vi nacer y ahora eres más anciano que todos los que existen en nuestro mundo — comentó.

— No me siento anciano en absoluto.

— Puedo notarlo, ¿me invitas un tentempié, mi rey?

— Por supuesto.

Descendí con ella hacia la cocina.

— Cuéntame sobre los Dioses.

— Ellos se ven como los humanos, aunque su aura mágica es increíblemente poderosa.

— ¿Como humanos?

— Como humanos altos, pero no tanto como yo. Ellos, además, eran rubios y sus ojos, al principio, parecían normales, pero luego fue como si algo se moviera o arremolinara en ellos.

— ¿Y por qué visitan siempre a los humanos y no a nosotros?

— Creo que los humanos necesitan más ayuda, Diani, ellos están muy perdidos.

Sus ojos se volvieron blancos.

— Además, pasan cosas allí, están librando sus propias batallas.

— Es un tiempo muy tumultuoso el que se vive de dónde vengo.

— Y lo será más, incluso, si no lo solucionan pronto, puede que hasta nos alcance, pero no será en este tiempo, nosotros tendremos nuestras propias batallas que librar.

— No sé si celebremos el pacto mañana, Diani. Pero al amanecer del día siguiente viajaremos a Rénica, no pudo más de las ganas de ver a mi hermano, ahora que estoy ya aquí se me hace imposible esperar.

— Tu reina tiene el alma como si fuera... muchos pedazos de una misma cosa que arman un todo, pero hay partes que no están en su lugar...

— Como un puzzle.

— El pacto la ayudará a ordenar todo y será un alma entera y sana otra vez, le llevará algo de tiempo, pero esto hará de ella una persona más que capaz de ayudar y dirigir a otros. No debes preocuparte, aunque no sepa esto, lo hará porque te ama y no imagina su vida sin ti.

***

Danrelle

Al día siguiente, celebramos el Pacto, fue un rito que me resultó muy curioso, nos lavamos los pies mutuamente, nos hicimos promesas y luego, esa mujer, Madre Diani, nos ató con cuerdas invisibles, literalmente nos ató, yo podía sentir los lazos aunque no los viera, en mi mundo hubiera considerado a esto magia negra, pero aquí, era algo común y deseable, y todos no hablaban más que de las bondades de casarse de esta manera.

Como fuera, me sentía bien, yo deseaba todas estas cosas buenas, deseaba tener un buen matrimonio y tener hijos a los que pudiera decirles cuán valiosos eran para mí...

— Ayax, ¿quieres que tengamos hijos pronto? — pregunté luego del banquete de boda, cuando entrábamos en la habitación.




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