Uno de los tres (algo para recordar)

Capítulo 13

CAPÍTULO 13

Yo aquí, escribiéndote.

Tú allá, borrándote.

Jaime Sabines

AHORA

—Y ahora, mi pequeña y dulce niña, es hora de dormir.

—¿Ahora? ¿En la parte más interesante? Sé que Bob es papá. Es una estrategia muy inteligente, seguro que es papá. Papá era muy inteligente —asiente convencida.

—Te quedan por conocer dos. No vayas de listilla, April —rio.

—Va, cuéntame un poquito más…

—Mañana —respondo, feliz por el interés que demuestra en mi historia: “Algo para recordar”. En el fondo, claro, también le pertenece a ella. Sin esa historia, April no existiría; no al menos en mi mundo y en el que ella conoce—. Descansa, que duermas bien, April.

—Gracias, mamá. Te prometo que mañana también estaré bien, ¿vale? Para que no estés tan triste.

Le doy un beso en la frente, la arropo con suavidad y apago la luz dejando la puerta medio abierta. Tiene casi nueve años, aún dice que tiene miedo a la oscuridad, pero me sorprende cuando la oigo decirme:

—Mamá, cierra la puerta. Ya no tengo miedo.

Como si me hubiera leído el pensamiento. Obedezco. Cierro la puerta y me voy al salón. Enciendo la tele y me pongo a cambiar de canal como una posesa. Me gustaría que Kim estuviera sentada a mi lado comiendo helado y engordando como un par de focas; viendo una peli mala en la tele o, simplemente, insistiéndome en que lea el nuevo capítulo de un tórrido romance inspirado en su mejor amiga, que ha escrito “hoy” dentro de su horario como recepcionista en el bufete de un abogado. Me gustaría volver al pasado y darme cuenta de lo afortunada que era. De la suerte que tenía y que, ciega de mí, no era capaz de ver.

Me levanto del sofá y voy hasta el armario que hay al lado del televisor. Busco entre los álbumes de fotos el que me interesa; lo cojo y lo estrecho entre mis brazos. El día de mi boda. Un día feliz de hace doce años. Y parece que fue ayer. Acaricio el rostro de Matt con la yema de mis dedos, deseando que me vuelva a susurrar cualquier tontería al oído con tal de hacerme sentir bien.

—Fue una buena elección —digo en voz alta, por si es cierto eso que dicen que cuando alguien muere, se queda cerquita de ti. Cerca de las personas a las que amó en vida—. A lo largo de nuestra vida debemos tomar decisiones —sigo diciendo—. Nunca sabremos si la que tomamos en ese momento es la adecuada hasta pasar un tiempo, pero basta con hacer caso de lo que te dicta el corazón. Y si te equivocas, no pasa nada, adelante. Siempre estarás a tiempo de rectificar. ¿Verdad, Matt? Pero no tuvimos tiempo de rectificar. La vida no nos dio ese preciado y maravilloso tiempo. No sabes cuánto lo siento —termino diciendo, hablando sola como las locas, entre lágrimas.




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