Úrsula

Penúltima cita con el Psiquiatra

No sé cuantas sesiones van… pero lo que sí sé; es que ya estoy por terminar. Todas y cada una de ellas me han servido de ayuda; me han dejado alguna enseñanza. Un poco incomodo al principio, pero después se volvió algo más conversacional.

Bueno avanzando voy, ya me toca prepararme. Mañana será mi penúltima sesión; iré a ver al hombre que me tiene atrapada, pero que aún él no lo sabe. Me ha costado poder entrar en la profundidad de su vida. Sin embargo en la sesión anterior pude notar la sombra de un anillo en su dedo anular.

            Poco a poco me fui familiarizando más con algunos pacientes, una tarde, en una de esas tantas sesiones, Ráfael hizo una terapia grupal; compartimos muchas experiencias. Yo presentaba crisis de ansiedad, pero en el lugar había personas con extremas condiciones. Suelo ser sensible emocionalmente; así que, llorar fue lo mío aquella tarde. Sobre todo por aquel joven adolescente al que maltrataban en su familia. El hogar; una base tan importante; y es el primero en estar lleno de prejuicios sociales.  El bullying familiar… Un caso patético en la sociedad. Es como un círculo vicioso que no tiene descanso, tiene un principio, pero no tiene un fin.

            Iré a dar un paseo, recomendado en las terapias. Zafarse de la rutina es algo muy necesario. Las tareas nos ahogan y las responsabilidades nos esclavizan, al punto que terminamos como la versión de la metamorfosis en nuestra vida: convertidos en un escarabajo atrapado por la sociedad.

            Me iré un buen rato a la Colonia Tovar, una zona ubicada en el municipio Tovar del Estado Aragua. Un par de horas de viaje y estaré allí. Amo las fresas, las moras, el kiwi y los arándanos; estas frutas las podemos encontrar allá; tan fresca como una uva. Es un pueblo fundado por alemanes hace unos cuantos años. Tiene entrada por la Ciudad Capital Caracas. Allí probé por vez primera un dulce muy tradicional llamado Afelstrudels, un postre elaborado con manzana y el más tradicional de todos… fresas con crema.

            Mis ojos se deleitan delante de la hermosura de su pueblo. Viviendas con un aspecto colonial; su clima es bastante templado, aunque en ocasiones; como las de hoy; que hace frio.

            Nunca está de más un suculento paseo por algunos lugares resaltantes de tu país… En el mío; en mi país… Venezuela; la variedad de sus paisajes puede conquistar a cualquiera; atrapándolo en la rareza de su encanto.

            Ya casi cae el ocaso y me toca retornar a mi lugar a descansar. Para ir sola, el viaje fue maravilloso; las fotos se guardaran en mi memoria. Hay mucho más detalles teniendo la imagen en mano… Cierto, pero nada más placentero que dejar guardado lugares de tú vida donde nadie pueda llegar.

            Me gustan ciertas cosas que me genera un alto nivel de gusto cada noche; entre ellas: leer; mirar la ciudad desde la ventana; escuchar el eco de los motores de las fábricas; la maravillosa constelación… queriendo yo buscar el cinturón de Orión siempre. Es diferente, sí; todo es diferente. Aún sin luz o en sus ratos de oscura calidez nocturna; pareciera que la ciudad guardara vida. Nunca te vas a dormir sin que Caracas te haga suya o suyo una noche.

            Montada sobre mí cama me llega un poco del recuerdo de mi madre; que injusta es la vida en ocasiones. «Muchos padres e hijos son olvidados y otros temen convertirse en el olvido».

            Tan rápido amaneció: son las seis y media de la mañana. ¿Para dónde iré después de terapia? Pero a lo que vamos, a arreglarnos; hoy tenemos que lucir hermosa —usaré mi vestido color rojo cereza—, ese me gusta mucho —fue un regalo de la abuela Stella—. Me maquillare los ojos y delinearé mis labios con esta pintura color tinto.

            ¡Espejito, dime que hoy soy una hermosa bruja! «No imagino que dijera el espejo si realmente hablara: —eres la más hermosa de las brujas, serás amada por Ráfael—. Sí estos rituales funcionaran como en los cuentos…»

            Es hora de irme, no quiero ser la última… Aunque pensándolo bien, mejor ser la última.

            Cada vez tiene más pacientes y llegar de primera siempre fue imposible, y obvio… hoy no era esa mi elección.

            Ráfael se ha parado en frente de todos.

            —Damas y caballeros, hoy haremos una nueva terapia grupal. Pude notar la gran aceptación por parte de ustedes y lo beneficioso que fue realizarla.

            »Esta vez haremos una terapia en la que todos bailaremos una pieza corta de tango. Por si no lo saben; la música y el baile; hacen que nuestros cuerpos produzcan las hormonas de la felicidad haciendo que estas se activen y por ende hacernos sentir mejor.

            —¡Por Dios! ¡Pero si tú no bailas Úrsula!

            Rafael no dejaba de mirarme. Yo… Que nervios. Me siento un poco retirada; todos los demás están emocionados, el brillo en sus rostros era semejante al sol reflejado desde muy lejos sobre el asfalto. Me sentía… creo que vivía una fantasía óptica en ese pequeño minuto. Mi piel estaba erizada.

Ráfael da unos pasos y yo desvío la mirada; al voltear lo tenía frente a mí.

            —¿Bailamos? —dijo con una mano extendida esperando ser recibida por la mía.

            —No sé bailar…

            —Yo tampoco. Esto no es una fiesta; es una terapia. Así que puedes cometer los errores que quieras.

            Observe discretamente su mano… Sí, era la sombra de un anillo, le faltaba el anillo de bodas; el grosor de la sombra lo dice. «¿Qué mejor ocasión que esta para sacar un poco de conversación acerca de su vida?»

            —Bien, pero que conste… luego no llore si lo piso.

            Ha sonreído… todos se le quedaron mirando. En sus ojos pude ver como acechaba la intriga. Pero alcé la mirada y le devolví la sonrisa.



#2949 en Joven Adulto

En el texto hay: romance drama amor

Editado: 11.12.2022

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