PRÓLOGO.

Prólogo

Un pequeño vistazo a mis sueños rotos

El mundo cambió, hace años.

No tengo idea de que fue lo que provocó todo esto, no sé si las historias que se cuentan sobre el pasado son ciertas, pero eso es lo que me contó mi abuela, cuando nací con poderes estaba aliviada, pues el no tenerlos te mandaba directamente a la miseria, ser un Urodito, es como ser un humano que se consideraba común hace un milenio, te convertía en un esclavo. Mientras crecía, vi toda clase de poderes, desde los más inofensivos como el poder curar una pequeña herida o una migraña hasta una increíble demostración de la desintegración.

Mi vida en el reino de Goddel se decidió el día en el que pude lanzar mi primer hechizo, una ilusión. Así fue como me di cuenta que el cincuenta por ciento de mi ser era magia, que era una Erodita, los Eroditos están en segundo lugar en la jerarquía social, por ende, mi familia y yo vivíamos acomodados gracias a mí. Sin embargo, la magia es poderosa la magia tiene su propia forma de ser, debes dominarla, o podría consumir todo tu ser.

Y si naces con poderes, como la gran mayoría, debes de estudiar para controlarla, es por eso que cuando cumplí diecisiete años, y encontré una carta de Nixademi, la academia de magia más prestigiosa de todo Goddel, me emocioné, mi magia había estado un poco descontrolada últimamente, las ilusiones me estaban dominando, era importante para mi aprender a dominar mi magia y convertirme en una hechicera de alto rango, mi sueño, y para lo que se supone que los de mi tipo nacimos.

Sin embargo. Las cosas nunca salen como las planeas ¿verdad?