CAPITULO 3
La mente es tuya, Neilys
Comencé a correr por mi vida, era ridículo considerando que antes de esto yo estaba llena de privilegios, que desde el inicio de mi vida todos me han mirado con respeto, y ahora que no tengo nada, para ellos no son nada, que hipócrita de su parte.
Sin embargo, no podía preocuparme de eso ahora, en este momento, mientras era perseguida por unos forasteros de algún callejón de mala muerte, que se han creído que ver a una mujer sola es sinónimo de oportunidad para sus estúpidas perversiones. Doblando la esquina, con rapidez, me escondí detrás de un basurero, no quería causar un escándalo de noche, o hacerle daño a alguien, estas personas eran humanos, no podrían defenderse, aunque quisieran, y una de las leyes de Goddel que era penada con más que la muerte, a un sufrimiento de ocho largos días y siete largas noches, no quería arriesgarme a que aparte de no tener hogar, me fuera a la cárcel en una noche.
Cuando supuse que ya era seguro salir decidí mirar entre mis pertenencias, buscando un poco de dinero, de mis ahorros, yo juraba que tenía una caja llena de dinero en mi cuarto; Rebusqué en cada bolsillo, solo encontré tres monedas de oro, lo que era una miseria, solo podría pagarme una noche en alguna choza del barrio Rosa si tenía suerte.
—Joder, si de verdad hay algún dios de la luna, que me ilumine ahora. —como si la noche pudiera ponerse peor, escuché unas voces provenientes del callejón en el que se habían alejado los idiotas de antes.
Maldije por dentro antes de comenzar a correr por tercera vez esa noche, estaba a punto de salir del estrecho lugar oscuro cuando una mano me tomó de la muñeca con una fuerza dolorosa, con disgusto, y muy en el fondo, temor, giré la cabeza para mirar a mi captor, sin embargo, una mano me tomó de la garganta, golpeándome contra la pared con un fuerte sonido que llegué a pensar que un hueso se me había roto en tal estallido.
—Bueno, bueno, bueno. ¿Pero que tenemos aquí? ¿Está usted perdida señorita? —Sentí como la fuerza de su mano contra mi garganta se intensificaba, el aire se me estaba cortando, resistí el impulso de utilizar mis poderes.
«No puedes, te irás presa Neilys, no cometas una estupidez, Neilys Ni lo pienses, Neylis, cálmate… «
Pero mi autocontrol se esfumó como el aire cuando pude sentir el calor de la mano del imbécil frente a mi subiendo por mi muslo, eso me hizo explotar, en un segundo, abrí los ojos y miré al sujeto directamente a los ojos, el tipo me sostuvo la mirada con superioridad antes de abrirlos con terror, me soltó solo para sujetarse la cabeza con dolor descomunal, comenzó a murmurar y yo aproveché para darle una patada en la entrepierna, sabía que estaba sufriendo, ya que estaba reviviendo su peor temor en su mente.
“La mente es poderosa”, me dijo mi abuela una vez, “la mente es un enigma enorme, todos desconocemos mucho de ella, sin embargo, es la parte racional, es la parte más fuerte y vulnerable al mismo tiempo. Tú poder es peligroso para ella Neilys, tú controlas la forma en la que la gente ve las cosas, tú creas ilusiones, tú puedes hacerles ver lo que quieras que vean, y no hay peor sufrimiento, que el que no se puede curar con analgésicos”.
Debería haberme sentido mal por esta persona, por el sufrimiento que veía en él, pero no sentí ni una pizca de compasión, y eso me hizo dudar, la forma en la que hubiera querido que él se sintiera peor no fue algo que me enorgulleciera, me sentí culpable por desear que se pudriera en ese callejón, pero cuando me alejé del lugar a pasos lentos y con la cabeza erguida, toda culpa que hubiera sentido por dañar a un abusador, se esfumó como la vida en sus ojos cuando, a mis espaldas, se suicidó.
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Editado: 18.02.2025