Urunoide. La caída de la Oscuridad

CAPITULO 4 -MONEDAS-

CAPITULO 4

Monedas.

—Una moneda.

Intenté negociar. Mirando el pan caliente frente a mí, recién salido del horno, se me hizo la boca agua, hace una semana que había salido de mi casa ya, me había gastado el dinero que tenía en mi maleta en hospedaje de una noche en un hotel de mala muerte, que el resto de mi bolsillo estaba vacío. De no haber sido por las monedas que robé de una señora rica a la que ayudé a cruzar entre la autopista, probablemente ya me hubiera desmayado de hambre.

Observé el pan más pequeño entre todos, pequeño y menos favorecido, por lo tanto, más barato. El vendedor me dirigió la mirada como si estuviera considerando si ceder o no, pero al ver el pan que yo quería dio un suspiro en rendición.

—Bien. Una moneda.

Le di una de las pocas monedas de oro que me quedaban, y me llevé mi pan, el cual sería mi comida del día. Estaba buscando agua en un pequeño bebedero para llenar mi botella cuando se escuchó un estruendo, en un segundo observé como al vendedor de antes le habían disparado en el brazo, el atacante, una persona que llevaba su rostro cubierto, apuntaba al hombre con una navaja generosamente larga en la garganta, el tipo le quitó la moneda que acababa de darle al hombre por el pan, y toda la ganancia del día, metió el pan en una bolsa y le murmuró algo al vendedor, al parecer el sujeto se quedó de piedra, o congelado, porque no se movió, ni siquiera pestañeó después de eso.

Era como si se hubiera congelado en el tiempo, y noté, que todos los demás también se quedaron congelados en posiciones extrañas, con temor intenté moverme para confirmar si yo también había sido afectada, sin embargo, si podía moverme con tranquilidad, lo atribuí a que yo era una Erodita.

El sujeto enmascarado, se quedó observando directamente en mi dirección, como si también le impresionara que yo pudiera moverme. Con asombro, observé como objetos detrás suya se movían por el aire, para escuchar una voz que me pareció masculina ordenarles.

—Desháganse de ella. No deben quedar testigos.

Me sorprendí mucho, intenté escapar por instinto, sin embargo, moverme era mala idea, con cada paso un objeto salía volando en mi dirección con intención de herirme, escapé por poco de la mayoría, pero algunos cuchillos me hirieron la piel de mi brazo con cortes poco profundos, pero aun así dolorosos.

Le dirigí al sujeto con capucha negra una mirada de furia. Entonces pensé, él no es humano, podría controlarlo sin culpa. Pero sabía que para que mi magia funcionara, debía mirarlo directo a los ojos, debía quitarle esa máscara, pero… ¿Cómo?

Los objetos filosos y pesados seguían lanzándose a mi alrededor, cuchillos, fruta, todo lo que los vendedores estuvieran comerciando volaba por los aires, corrí cuando una caja calló a mi lado con la que me protegí para lograr llegar a un tramo del abarrotado mercado lleno de personas congeladas, comencé a correr con todas mis fuerzas, utilizando lo que había aprendido para esa estúpida academia Nixademi, por fin serviría de algo.

Me escondí en un callejón a mi derecha antes de que los cuchillos lanzados en mi dirección pudieran hacerme un daño grave. Intenté pensar rápido, la solución que vi fue irme por la alcantarilla. Me agaché para abrir la tapa cuando sentí una mano envolverme el cuello, y en dos segundos me estrellé contra la pared, escuché un hueso tronar, y lo próximo que sentí fue un dolor en mi hombro, el cual me había dislocado, enfoqué la vista hacia arriba con irritación. La figura enmascarada me observó por unos instantes antes de sacar un cuchillo, con claras intenciones de asesinarme.

Se acercó a mí con pasos lentos y depredadores, antes de perforar un poco de la piel de mi cuello con un dolor agudo, pensé que moriría cuando el desgarrador dolor me hizo gritar. Sin embargo, escuché a alguien gritar algo que no entendí muy bien por la pérdida de sangre, y luego, la mano del sujeto me sujetó el cuello con fuerza, pero para mi sorpresa, fue con más suavidad que antes, y escuché su voz, fría y hostil en mi oído.

—Quédate quieta o te desangrarás, tienes suerte de que no te mate en este momento damisela. Pero aún puedo hacerlo, así que no te muevas más, ¿me he dado a entender o te lo deletreo?

Me quedé observándolo con cautela, pero asentí, supuse que hacerle caso era lo que me mantendría con vida más tiempo. Lentamente me quitó la mano del cuello y respire con alivio al fin, le dirigí una mirada evaluadora, pero no grité, nadie me escucharía, y aunque lo hicieran, los humanos solo se preocupan por ellos mismos.

Lentamente observé como el tiempo volvía a la normalidad, las personas volvían a moverse, los comerciantes regresaban a conversar, como si nada hubiera pasado, eso me hizo darme cuenta de que ninguno era consciente de que el tiempo había parado. El sujeto con la máscara hizo un mohín, podría jurar que parecía que iba a desmayarse, pero se mantuvo de pie. Supuse que aún le costaba controlar su poder, y era entendible, el tiempo no es un juego, los poderes agotan, pero me atrevería a decir que ninguno como los de su clase, estuve tentada a darle un golpe en el abdomen para escapar, pero supuse que, por más que no tuviera energía, me perseguiría sin cesar, entonces, decidí ir por lo más lógico, le quité la máscara en un arrebato, revelando un rostro joven.

Me quedé observándolo un segundo en todo sitio menos en los ojos, por lo raro que me parecía, ojos grises como la plata me miraron con furia pura, intentando arrebatarme la máscara de nuevo de mis manos, pero fui más rápida y la arrojé a una carretilla, de un comerciante que iba pasando por ahí.

El albino me miró con enojo y frustración, parecía que quería rebanarme el cuello, yo me quedé mirándolo a los ojos para hipnotizarlo, serviría para escapar. O eso creía, porque no hizo ni un solo movimiento de dolor, solo frunció más el ceño como si en lugar de afectarle, le cabreara que haya hecho eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.