Usted

Capítulo 1. El ministro.

Salomón Sarmiento entró en el jardín de la casa de su abuelo, y como era su costumbre, no estaba solo, llevaba su seguridad.

Ejercía uno de los cargos más exigente de su nación,  su carácter rudo e imponente hacia temblar a muchos delante de él, pero no a su anciano abuelo que al verlo le otorgó la primera orden.

—¡Retira a tus soldados de mi jardín! ¡Tu abuela sentiría vergüenza e impotencia de verlos volver después de haber pisoteado las plantas....

—Abuelo, cálmate, cuida a tu jardín solo de las plagas y...

—¡Eso hago, tus militares son las plagas, cada vez que vienen maltratan mis plantas!

Salomón dió una orden y de inmediato el jardín quedó libre de militares, el viejo sonrió satisfecho y fue allí donde Salomón pudo acercarsele y abrazarlo.

—Eres un cascarrabias, pero eres mi favorito....mi abuelo —el viejo aprovechó su dócil temperamento para hablarle.

—Cuando conocí a tu abuela supe de inmediato que era el amor de mi vida — dijo  interrumpiendo a Salomón, procurando convencerlo de que la existencia humana solo tenía una oportunidad y él no estaba haciendo buen uso de ella— Ya quisiera ver ese día en que lo que eres ahora y lo que tiene valga mierda para ti cuando tengas realmente un objetivo que yo considere que vale la pena, y que sea mujer...

—¿Abuelo, ya vez porque no me gusta venir aquí? — interrumpió Salomón — los años te están desapareciendo la memoria, estoy casado ¿Lo olvidas? —dijo con firmeza en cada palabra mostrando su anillo mientras le daba vueltas en su dedo.

—Claro, cómo olvidar que un nieto mío que es mi orgullo por ser como es,  también pasa a ser  un idiota, ¿en dónde está tu mujer...?

—Abuelo, no vayas a empezar...

—¡Salomón, has vivido quizás la mitad de lo que será tu vida y no conoces lo que significa un hogar, y tú necesitas...

—Tengo un hogar abuelo— interrumpió— no entiendo tus ataques contra mi.

—Tienes a una muñeca de porcelana que lo único que sirve es para complacer los caprichos de ella misma, un hogar es una hoguera, en donde hay calor, y eso no lo tienes porque no tienes a una mujer de verdad que te haga correr por ella y estar con ella.... bueno, y por el trabajo esclavista que tienes, pudieras  tenerlo todo...si quisieras.

—Amo lo que hago abuelo...

—No es cierto, no sé ni porqué a tu abuela se le ocurrió ese nombre para ti, Salomón, era sabio. —el hombre se puso de pié para retirarse, pero el viejo afinco en la grama el bastón con rectitud e irá, y poniéndose de pié, espetó—  ¡No necesitas irte ahora, lo que necesitas es escucharme...puede que sea la última vez y vivas arrepentido por no haberlo hecho...

—Abuelo, me cuesta venir y estar contigo unos minutos, no puedes gobernar mi vida...soy un militar al servicio de este país, no sabes lo que hago para verte, delego funciones que muchas veces creo que soy quien debe estar allí para hacerlas cumplir yo mismo, y no lo valoras porque quieres que yo copie tu vida...

—No es lo que pretendo, ¿Sabes qué quiero? — Salomón se mantuvo en su acostumbrada posición, erguido y de mando— que así como te inventas tantas cosas para ver a tu amargado abuelo, mandes todo al diablo por una mujer que robe realmente tu corazón...eso hace un hombre enamorado, y veo que esa mujer tuya recompensa tu falta de atención cumpliendo!e tú  sus caprichos...

—No quiero faltarte el respeto, pero sabes que es cosa de ella y mía, ella está bien y yo trabajo, soy el...

—El ministro que defiende a este país...yo lo sé, y un idiota que no vive sino obedeciendo órdenes de un presidente que....

—¡¿Abuelo,  qué es lo que quieres?! ¡Dímelo sin meterte en mis asuntos con la nación, no sé porque te has otorgado ese derecho!

—¡Sientate y escúchame, no me hagas enojar que en donde estés,  te busco, ya bastante tengo con que mi hijo me acuse que no hayas seguido nuestros pasos empresariales...

—Te escucho...abuelo...

— Salomón, yo he tenido todo cuanto he querido, sé que estoy dando mis últimos respiros y te puedo decir que estoy satisfecho de esta vida, te aclaro que  todo cuanto poseo no causa semejante satisfacción en mi, soy un hombre afortunado porque conocí el amor, luché porque esté siempre conmigo hasta que Dios quiso y aún después de ella a ver partido al cielo, sigue siendo el único y gran amor de mi vida.

—No todos tenemos esa manera de ver la vida...

—No es cierto — negó el abuelo con rigidez— No ha llegado a tu vida ese torbellino, yo espero no irme de este mundo sin haber conocido a la mujer que te meterá en problemas...

—¡¿Qué dices...

—Claro, problemas causará en ti cuando le pongas el cuerno a tu mujer y le mientas, porque esa mujer será la loca más encantadora y no querrás vivir sin ella...

—¡¿Cómo hablas así? ¿Qué pasó con mi abuelo correcto....el hombre leal...

— Salomón, escucha ésto que voy a decirte, eres mi nieto y siempre apostaré a lo mejor para ti...presta atención — tocó su hombro como si buscara descansar y espetó— No hay nada más placentero en la vida que hacer lo correcto con la mujer correcta, la que uno elige con el corazón y con el cerebro...y eso solo lo sabrás cuando ella llegue a tu vida...deberias de sacudirte a la sanguijuela que vive chupando tu sangre y no para darte un hijo...




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