Usted

Capítulo 3 Atrevida y loca.

La sala estaba llena de periodistas y entre ellos; Julieta Rosales. Ella estaba segura que ese día sería excelente. Tenía mucho tiempo con una incógnita que solo el ministro podía responderle.

El hombre fue directo a darle la información pertinente acerca de las bases militares que habían entrado en conflicto con las fronteras.

Solo la voz del ministro se hizo sentir en aquella sala en donde cada uno grababa la información para llevarlas a los diferentes medios de comunicación.

Habiendo dado la información de manera objetiva, no hubo preguntas ya que solo se iban a limitar a escuchar las declaraciones del Ministro.

Cuando se retiraba esta máxima autoridad acompañado por sus guardaespaldas militares una voz surgió dentro de la multitud.

—Señor Ministro —el hombre le retiraban los micrófonos, pero levantó la vista fijandola en Julieta, de inmediato las cámaras la enfocaron— Soy Julieta Rosales, vengo del Enfoque de la información. Tengo aproximadamente un año haciéndome una pregunta que solo usted puede responderme y ahora me pregunto si podrá tomarse tan solo unos breves minutos en hacerlo.

Hubo una interrupción por parte de los militares que el ministro señaló con cautela un respeto a la opinión pública y éstos quedaron atentos mientras este tomó un micrófono.

—¿Señorita, como dijo que se llama? —su estruendosa voz creó espectativas detrás de su seriedad y voluntad de atenderle.

—Julieta Rosales — respondió ella, pero un temblor había cubierto su cuerpo aunque le fue fácil disimularlo.

—¿Viene del Enfoque de la información, dijo?

— Así es señor Ministro.

—¿Qué quiere saber, aparte de las normas que debía tener para  esta rueda de prensa?

—Como le dije hace casi un año tengo una pregunta por hacerle y se me ha hecho difícil muy a pesar de que pertenezco a uno de los medios de comunicación más notable de este pais...señor Ministro, usted dijo y tengo como probarlo, que no debería de haber mujeres periodistas ni  militares en nuestras fronteras porque, las féminas tenían funciones predeterminadas, yo quiero saber a qué se refirió, es que me quedó la duda desde ese entonces,  porque usted solo da informaciones sin pretender que le pregunten, somos periodistas, no tenemos porque tener mordazas y usted debe responder nuestras inquietudes...puesto que solo usted puede hacerlo.

El ministro sonrió de manera altiva y acercándose un poco más  y siendo custodiado por los militares, preguntó.

—¿En esta oportunidad quien pregunta representa al Enfoque de la Información o es algo personal de Julieta Rosales?

—Señor Ministro, créame...si solo fuera personal, hubiese ido hasta usted y ya hubiese salido de la duda de esto que usted ha dicho de manera ambigua y sin pertinente explicación dando mucho de que hablar en el país y no ha sido aclarado porque parece no importarle ¿No es así?

Julieta sintió de inmediato la presión de los militares al acercarsele y de manera confusa la observaron.

—Por qué la pregunta señorita periodista...

—¡Aleje a sus militares de mi! — interrumpió Julieta de manera abrupta— ¡Soy  ciudadana de este país que cumple con las leyes, estoy al servicio de la  comunidad que su presidente preside y no tengo otro objetivo sino que usted responda a una necesidad que tengo de saber.

—Señorita Rosales, yo creo firmemente en que una mujer tiene grandes capacidades para cualquier campo laboral siempre que salga de ella, que sea una decisión libre y propia, solo que es importante la objetividad de un hombre en las fronteras...

—America Rosales Rocca, mi madre...fue militar médico, objetiva y dedicada a atender a sus hombres y a cualquier persona que la necesitase cumpliendo con el juramento que hizo a nuestra nación, si ella lo hizo en la medicina, ¿Por qué a mí como periodista me lo prohíben? Yo puedo traer las informaciones de la frontera y usted ve como está su país, bien dice el dicho "ojos que no ven, corazón que no siente", así jamás se arreglaran los problemas existentes y seguiremos cometiendo injusticias.

El ministro no dudó en aproximarse más a Julieta y su mirada pareció perderse en su boca llamando de manera sensual su atención.

—¿Ha intentado usted ir a las fronteras? — preguntó el ministro después de aclarar su garganta disimulando su atrevida e inesperada mirada.

—He ido seis veces señor, pero las leyes no me lo permiten...quiero hacerlo, hay tanta violencia, discriminación...señor permítame ir allá para que usted sepa a profundidad cómo se maneja la delincuencia y ataque usted ese mal de raíz.

El hombre la miró sin ningún cuidado, pareció estar perdido más que en esa necesidad, en su boca, pero reaccionó de manera estricta.

—No Julieta, jamás quiero que ninguna mujer vaya hasta allá, es una orden establecida que se seguirá cumpliendo...es por su seguridad.

Ella lo miró levantando el rostro y su pensamiento muy en relieve, pero decidió callar y retirarse llevándose con ella las ganas de gritarle las cosas que creyó que merecía el Ministro y el deseo de mostrarle que a ella nadie la detiene.

Dos militares la acompañaron hasta su auto, al subirse arrancó de manera segura y molesta.




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