Usted

Capítulo 10. Las apariencias engañan.

El bar estaba un poco solitario y allí estaba Sam Becker, ahogándose en el alcohol, un duro sentimiento golpeaba su corazón irremediablemente.

Julieta se paró en su frente y luego se sentó como si perdiera su compostura de fémina.

—¿Piensas acabarte todo? Sam, eres un pobre idiota...oye...¿No piensas compartir conmigo?

— Así es...piojosa, soy un idiota...con todas sus letras en mayúsculas, ¿Puedes creer que... ella se burló de mí? Estaba... con otro, lo ama a él...

—Entiendo —dijo mientras se servía un vaso de licor— ¿Y por eso estás así? Me imagino que esa música con su letra corta venas la pediste tú...

—Siiii...piojosa, claaaaro...

—Tienes razón, eres un idiota —él la miró y entre lágrimas soltó seguidas carcajadas— lo soy, siiii, lo soy...¿Sabes piojosa? Me pregunto porqué.. me hizo eso a mí...

—Por inconforme Sam, igualmente se lo hará al otro idiota y viceversa, la gente es inconforme y...arrastran a los idiotas como tú y como yo...me pasó lo mismo,  pero yo decido como me trago mi desamor...con limoncito el tequila es más placentero, sabe más rico y la música bailable y caliente te hace reír sobre las desgracias.

—Eres mi hermana, pero eres muy inteligente...

—Somos medios hermanos Sam.

—Hermanos piojosa. ¿Eso cuenta no? Te llamé y estás aquí...

—Claro, yo jamás a abandono a mis hermanos...así sean idiotas.

Terminaron riendo ambos y Julieta se puso de pié y pidió música bailable.

—¿Julieta Rosales, queeee haces?

— Bailaré Sam idiota, y tú bailaras conmigo, no me gustan los llorones al menos que lloren por mi —las carcajadas de ambos sonaron estrepitosas y Julieta levantó las manos— ¡Queremos bailar...ponga música de verdad, queremos mover el cuerpo al ritmo del tambor caribeño!

–Julieta piojosa, yo no sé... bailar esa mierda...

—Hoy aprenderás Sam idiota. Venga con su media  hermana —su pícara sonrisa y su ceja arqueada fue un momento de travesura en la hermandad que los unía— créeme, luego todas querrán bailar contigo si aprendes de tu maestra.

Julieta Rosales, la periodista dió sus más autenticos movimientos de cadera, era más que obvio que su hermano olvidara de momento su pena de amor y riera a placer con las elocuentes locuras que se le ocurrieran a ella, que no mostraba ningún tipo de timidez con su entorno.

Sam Becker se levantó con dificulta y ella lo sostuvo y se movía a su alrededor hasta verlo bailar.

Lo que no sabía Julieta Rosales, que aún sintiéndose ajena hasta de su trabajo, estaba siendo monitoreada por los hombres asignados por el ministro.

...

—Una loca noche con mi hermana la piojosa — decía Sam recostado del asiento del copiloto y viendo a su hermana al lado que reía sin parar.

—Sam, no vuelvas a un lugar así si yo no estoy, es peligroso tomar licor sin control, menos por algo o alguien que no vale la pena...te lo digo de verdad hermano.

—Lo sé y me avergüenzo, pero valió la pena —puso su mano en la de ella— ¿Sabes que te quiero mucho piojosa?

—Lo sé, es muy recíproco ese amor de hermanos.

—Mi madre se va a molestar mucho cuando sepa que mi auto lo dejé resguardado en ese lugar...

—No creo que se moleste, te estás protegiendo de algún accidente, es por eso que viniste conmigo a mi apartamento, lo extraño es que tenemos tanto rato acá afueras del edificio y no entramos.

—Julieta, conduces horrible, aún no se me pasa el mareo...nunca vuelvo a subirme a un auto que tú conduzcas.

—No es cierto, es la borrachera que te mandaste idiota —las carcajadas no paraban, pero todo parecia normal en aquel estacionamiento que terminaron cantando.

Las horas pasaban y nadie bajó del auto, se durmieron profundamente hasta que el sol les pegó en sus rostros.

...

—Julieta, creo que mi madre va a estrangularme, tengo muchas llamadas perdidas —dijo Sam Becker al ver el teléfono — le diré que me quedé a dormir con una chica muy ardiente.

—Tu mamá comprende que somos hermanos, ¿No es así, Sam?

—En realidad sí, pero ella piensa que eres loca y me puedes meter en problemas...

—No te preocupes, muchas personas lo piensan y estoy por creerlo...entonces dile lo que ya pensaste —Julieta reía misteriosamente mientras bajaba adolorida del auto— háblale ya, Sam no vuelvas a dejarla preocupada por ti, eres un mal hijo, ayer cometistes muchos errores por una estupidez —lo miró por la ventana del auto— ¿Es así verdad Sam? ¿Tú crees realmente que fue una estupidez?

—Lo es, claro que sí piojosa, valió la pena haberte llamado. Gracias, eres la mejor...

—Llama a tu madre y subimos a tomar un baño y desayunar....

—Piojosa necesito es una bebida muy fría —dijo el muchacho después de llamar a su madre y mientras salía del auto.

—Y yo...¿vamos?

—Vamos —se tomaron de las manos y subieron al edificio, igual reían a placer de cuánta locura se les ocurría.




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