Usted

Capítulo 12. Controversias.

—¡Por Dios, no puedo creer que seas tan fácil para otros... y  tan difícil para mi! —dijo de forma hiriente el Ministro — ¡Contempla lo que eres Julieta! — rió en un acto de menosprecio apartandola, pero Julieta estaba convencida que valía la pena estar allí y sonrió bruscamente.

—Ser lo que yo soy, no es fácil señor Ministro, pero no sé lo explicaré, se necesita de mucho coraje, uno que estoy segura que...usted no tiene.

—Vaya...no sabes que honor siento al haber borrado por un momento esa cara de atrevida  cualquiera que pones cuando te me lanzas, por cierto ¿Con cuántos más lo haces? Bueno, incluyendo a mi abuelo...

Julieta sonó su carcaja y tomando aire y seriedad volteó a mirarlo, el peso de las palabras del ministro se habían anidados en su pensamiento.

—Quizás para usted sea la cualquiera que cree, eso sí, alguna duda usted debe tener al respecto ¿O no? — se acercó un poco más a él y éste apartó la mirada— ¡No se llama hombre a quien juzga y ofende  a una mujer, menos cuando no ha estado entre sus piernas, al que no mira de frente es un cobarde para mí, y más aún a quien tiene a un ejército de defensa a su disposición y no hace nada por los más vulnerables! ¡Soy una dama...

—¿Dama?  — rió  con sarcasmo al preguntar furioso recordando la eventualidad de sus palabras,  y de haber amanecido con un hombre en su auto después de haber bailado toda la noche, sus celos lo llevaron a ser hiriente.

—¡Claro, dama...eso soy, y le repito en su cara, usted no es un hombre! —dijo con fuerza sacándo su furia.

—¡Julieta! — espetó furioso el ministro al denotar en ella una expresión desafiante— ¡Hay cosas que no puedes hacer ni decir aunque quieras...

—Ministro nadie me cuestiona ni me prohíbe nada, no es un delito lo que hago, pero a usted todo le parece mal, soy periodista, es mi trabajo, para mí no hay barreras cuando se trata de buscar noticias, me gusta lo que hago y créame, en este caso su opinión es irrelevante para mí...son vacías...

—¡No me tientes Julieta! —dijo el ministro sosteniendola cuando ella pretendía salir, y haciéndola volver a la fuerza la sostuvo, pero la resistencia de Julieta hizo que el ministro furioso la tomara entre sus brazos sin querer soltarla.

—¿Qué le pasa a usted conmigo, Ministro? ¿Qué sientes por mi? ¿Cuál es su fijación? 

—No juegues de esta manera conmigo Julieta — susurró perdiendo el objetivo al tener sus labios tan cerca que sus ojos no tuvieron otra fijación— ¿Por qué me llevas al límite? ¿Qué debo hacer para que usted entienda? Voy a evitarle un problema si se aleja de sus locuras y de mi abuelo...

—No me prohíba nada, hago caso omiso, por qué le molesta si es una relación sana, su abuelo me buscó a mí y yo soy feliz hablando y compartiendo con él ¿Por qué le molesta?

— Tendrás que alejarte...

—¡No lo haré!

—¡Lo harás! —dijo airado el ministro olvidando el motivo que lo llevó a seguirla.
—¡¿Qué va a hacer para detenerme?! —rió recelosa— ¡¿Me va a encarcelar?
—Voy a besarte Julieta...— susurró perdido el Ministro como última opción ante su terquedad — Eso haré...
—¿Eh...? La locura llegó a usted...me odia, pretendes ofenderme, lastimarme, me prohibes cosas que obviamente no le haré caso y...¿ahora quiere besarme?
—¡Sí! ¡Comerme esta boca tuya..es demasiado soportar tu terquedad y más cuando te pones difícil, muy dificil...¿Quieres que pierda la cabeza?
—¡Ya la perdió! ¡Usted se ha vuelto loco, — espetó Julieta al ver qué todo se salía de control— tiene esposa...
—¡No me importa nada, ¿ésto es lo que querías? Te necesito a ti...Julieta, quiero....
—Hazlo Ministro —dijo ella mirando sus ojos fijo en su boca como si todo estaba perdido...¿Usted...cree que un beso suyo me detendrá...? Entonces hazlo, yo lo reto a Usted....pero le advierto, va en contra de mi voluntad, usted a mí no me inspira nada ¿Okey? —las cortantes palabras de Julieta desencajaron las intenciones del ministro quien de manera sutil la soltó.

—Bien, solo le pido que vaya con el abuelo y se despida, se puso terco al verla salir furiosa conmigo...

—¿Ahora me pide un favor?

—Por favor Julieta, está enfermo...

—Conste ¿Eh? Lo hago por él — la periodista volvió a la habitación y el viejo ya estaba de vuelta en la cama.

...

—Julieta, nunca se vaya enojada, siéntete parte de esta casa como de mi corazón, eres especial, no necesito de una vida conociéndote y menos que lleves mi sangre para amarte como te amo. Yo te busqué, pero no sabía lo que iba a encontrar, yo encontré amor en ti Julieta, encontré ternura, y la muestra que tú no necesita llegar a anciana para ser sabia...tú eres genial, perdona a mi nieto, él no es malo.

—Lo sé, es cobarde, y no cumple sus obligaciones propias de su cargo — volteó y el ministro estaba allí, observandola— él debería ser un servidor público nacional...pero no lo es, él no defiende a nadie, ni a él mismo...

—Entiendo...—rió tiernamente el viejo— ¿Lo disculpas por mi? 

—Por usted todo —dijo volviendo a sus brazos y él besó su frente— estaré bien, llámeme cuando quiera, yo vendré.

La despedida cariñosa y genuina fue un mensaje contundente para el ministro, la vió retirarse sin un adiós tan siquiera para él.




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