вση νσуαgє, вσηнєυя.

• ¢αρíтυℓσ ι.

✾  Cᥲρίtᥙᥣo I: Los ᥴᥙᥱᥒtos dᥱ hᥲdᥲs ᥒo ᥱxιstᥱᥒ.

 

❝ Eɴ eѕтe мυɴdo тrαιdor, ɴαdα eѕ verdαd ɴι мeɴтιrα, тodo eѕ ѕeɢύɴ el color del crιѕтαl coɴ qυe ѕe мιrα ❞ —Rαмóɴ Cαмpoαмor.
 

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El pequeño libro bermellón fue cerrado abruptamente cuando el sonido de las pisadas sobre la fresca hierba del jardín se empezó a hacer más notorio, indicando a la persona dueña del libro que alguien había arribado a interrumpir su lectura y sus breves momentos de placidez. Ladeó con resignación la cabeza para observar a quien le había importunado y visualizó así al Duque de Girai con dos escoltas tras de él.

 

Tuvo que cuidar sus modales para con él, por lo que se incorporó de inmediato y le hizo una reverencia como el protocolo indicaba, en señal de respeto. Éste hizo lo mismo y con las manos detrás suyo fijó su mirada celeste sobre sus ojos amatistas.

 

—-Acabo de hablar con el Rey; desea verla, su Alteza. Pidió expresamente que fuera lo antes posible a su estudio —anunció el mayor, aunque su tono denotaba algo de inseguridad.

 

Un semblante de confusión se reflejó en su rostro caucásico, ¿qué necesitaría el Rey de ella? Por el tono del Duque tampoco podía esperar algo bueno, si fuera una buena noticia, ¿entonces por qué Émile de Girai estaría tan nervioso?

 

¿Sería algo prudente preguntar o sería más prudente callar y acatar órdenes? Quizá la segunda opción era más adecuada para esa ocasión, después de todo era el Rey quien quería verla, no podía mostrarse insolente ante los deseos de su Majestad.

 

—Gracias por el aviso, monsieur de Girai. Enseguida iré a ver a su Majestad para cumplir sus deseos —respondió.

 

El Duque y ella intercambiaron reverencias y bifurcaron sus caminos. Sin perder más tiempo fue a donde el monarca se encontraba, no quiso distraerse innecesariamente porque sería una grosería al gobernante y lo que menos quería era provocar disgustos a una máxima autoridad como él, por eso fue caminando en silencio a su estudio con el libro aún resguardado entre sus manos. Cuando por fin estuvo ante las puertas del despacho e informó a los guardias que las custodiaban su motivo para estar ahí abrieron las puertas, no sin antes anunciarla debidamente ante el Rey.
 

—La Delfina de Viranallia ha llegado —anunció uno de los guardias, haciendo reverencia.

 

—Gracias, pueden retirarse —indicó el soberano a los guardias una vez la doncella ingresó a su despacho—. Tome asiento por favor, madame.

 

—Se lo agradezco tanto, su Majestad —dijo acatando la orden, sentándose educadamente en una silla frente al escritorio.

 

—¿Sabe por qué está aquí hoy, querida? —inquirió. Al ver a la fémina negar con la cabeza suspiró con pesadez—. Entiendo, así que el Duque de Girai no le ha explicado nada.

 

Ella calló por respeto a aquel, pese a que fuera una integrante de la familia real y pariente de sangre de él no podía hablar hasta que se le indicara. Sonaba retrógrada y machista, sin embargo era el Rey, no podía hacer nada contra eso.

 

—Entonces yo le diré. Monsieur de Girai ha venido hoy al palacio a efectuar un compromiso, mejor dicho dos compromisos. He decidido que se casará con monsieur de Girai a la vez que yo me desposaré con su hermana.

 

Ahora entendía por qué el nerviosismo del Duque. Lo normal era que se opusiera a ese matrimonio sin amor, que luchara por no casarse e hiciera un terrible escándalo porque la condenaran a un matrimonio concertado; no obstante todo lo que hizo fue sonreír y aceptar su destino, ¿qué podía pasar? El amor no era para la realeza, además no le había tocado un mal partido, el Duque era amigo de su niñez al igual que su hermana, podían confiar en ellos. Lo único que le causaba dudas era tan abrupta decisión por parte del Rey viranallio.

 

—Aceptaré el compromiso que su Majestad me ha conseguido con gusto y orgullo —sentenció decidida—. Aunque, si a su excelencia no le molesta, me gustaría conocer los detalles que llevaron a esta decisión.

 

Por la cara que puso el monarca pensó que se molestaría y ella sería castigada por haber hablado de más. Nuevamente fue sorprendida cuando el rubio sonrió y respondió sin demora.
 

—Los nobles quieren que la Delfina y el Rey de Viranallia se casen lo antes posible. Sabes cómo es la nobleza querida, por eso me he visto obligado —tras decir eso se levantó de su asiento y sin demora abrazó a la dama a su lado—. Perdóname Léa, no soy el mejor hermano del mundo al condenarte a esto. Hay veces que odio ser Rey por lo mismo.

 

—No te preocupes hermano, yo lo entiendo a la perfección. Lo que importa es que los viranallios vuelvan a tener un buen prospecto de la familia real. Yo por mi parte haré todo lo posible por ayudarte.

 

La verdad era que la familia real viranallia no había gozado de una buena imagen en los últimos años. Desde que el estilo rococó volvió a estar a la moda entre los del palacio su abuelo el fallecido Ferdinard aparte de abusar de la harina como todos los nobles para empolvar sus pelucas fue protagonista de múltiples escándalos por las amantes que tenía en su lecho tras la muerte de la reina Géraldine. Faltaba mencionar que sus primos el Duque de Lioncourt y el Duque de Marsella eran sus medios primos porque su tío el príncipe Oscar era producto del amorío de su abuelo con su amante preferida, madame de Cannes.

 

Su padre Albert no fue la excepción a la regla. Cuando su madre Cordelia de Blois la dio a luz él siguió el patrón de su padre, dedicándose a tener un sinfín de amantes que exhibía públicamente de forma cínica, eso fue lo que le costó la vida cuando en medio de un evento público fue asesinado y abucheado por todos los presentes, quienes estaban decepcionados de la familia regia y depositaban sus últimas esperanzas en su hermano y ella.




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