Valencia, el sol y la luna

Cap2

El domingo le mintió muy a su pesar a su abuela que le dolía el estómago y no bajo almorzar, podía engañar a cualquiera menos a ella. La abuela Tina subió una bandeja con el almuerzo y se la dejó junto a la cama. Valencia fingió dormir, doña Tina lo sabía, pero dejo que el momento pasara. No había podido dormir en toda la noche y aunque quisiera disimular, sus ojos hinchados estaban allí. como dos papas hervidas enorme.

Se levantó fue hasta el tocador y se tapó la cara con su largo cabello negro, al ver lo que el espejo le devolvía.

_¡¡¡Miércoles!!!-dijo enojada consigo misma-Soy una tarada, ese idiota siempre me arruina todo, lo detesto, ¡¡¡cómo me gustaría que desapareciera ya!!!- Golpeó la mesa del tocador tratando de desahogarse. Inútil, el dolor era algo que no se evadía con golpes.

Llamaron a la puerta y ella corrió hasta su cama metiéndose, fingiendo que dormía.

Su abuela entró lentamente y se acercó a la cama sentándose a un costado, destapó la cara de su nieta y le habló con vos suave.

_Bueno ya te he dado tu tiempo, es hora de que conversemos y me digas que te pasa.

Valencia abrió un solo ojo y miró a su abuela, imposible engañarla.

Tina Márquez era una mujer entera, valiente y con una paz interior envidiable. Se había hecho cargo de Valencia cuando esta era apenas una nena de dos años, luego de que sus padres se separaran y cada uno dispusiera que eran demasiado jóvenes para hacerse cargo de una niña. La madre de Valencia era hija de la abuela Tina, pero hacia más o menos 5 años que no la veían, este era un tema del cual muy poco se hablaba.

Doña Tina había sacado adelante su vida después de enviudar muy joven y con dos hijos a cuestas, se había hecho cargo de las tierras de su marido y era muy respetada.

- ¿Qué va ser? Abu, lo de siempre...-nuevamente el nudo en la garganta, esas ganas terribles de llorar y luchar demasiado por no hacerlo-, Pero soy yo la idiota que deja que todo esto pase, no puedo simplemente hacer como si nada pasara, por más que vos me lo digas, que Emi me taladre el cerebro diciéndome que el cuerpo no importa, que no hay que darle bola a los demás...a mí me duele el desprecio...

Doña Tina la abrazó muy fuerte y dejó que aquel dolor se derramara en su pecho, la entendía y sentía con ella, en aquel 1984, como en ningún otro tiempo, la sociedad era injusta con las mujeres. Había educado a Valencia o "Valen" como ella la llamaba para que sea fuerte, generosa, solidaria y autentica, pero enfrentarse a esa muralla de prejuicios y crueldad no era sencillo para nadie, menos para un joven de 14 años que evitaba mirarse al espejo.

_ No voy a decirte nada para evitar lo que sientes, debes liberar ese dolor y debes entender que quizás muchas veces te sientas así, pero solo vos sos quien puede permitir o no que te dañen, que esos dolores vayan anidando en tu alma y se vuelvan negros, tanto que no te permitan verte como realmente eres...- Valencia se aferró más a su abuela, no podía decirle que en verdad la causa de su llanto no era el desprecio, era un amor imposible...- Vamos, ya, basta de lágrimas, es un buen día para que me ayudes hacer esas mermeladas de naranjas que nos esperan, no creas que te vas a salvar, vamos lávate la cara y ...

-Gracias Abu...te quiero demasiado.

Doña Tina acicalo el cabello de Valencia mientras le daba un beso en la punta de su nariz.

-Y yo te quiero hasta donde ya no pueden verse las estrellas.

La miró hasta que se perdió detrás de la puerta, ojalá ella pudiera ser tan fuerte como su abuela, tan mágica.

Hizo lo que su abuela le pidió, rato de arreglarse lo mejor que pudo, no estaba de humor para aguantar a Tomás y sus burlas. Se acercó a la ventana, Desde lejos divisó a Emi en su bicicleta, digamos que la chica tenía ciertos gustos peculiares por los colores llamativos y su buzo color fucsia se podía ver a kilómetros. Se apresuró a buscar su gorra, a calzar sus zapatillas y a bajar corriendo las escaleras. Lo último que escuchó la abuela Tiña fue a puerta de tela metálica cerrarse y un: "Me voy con Emi al lago". Doña Tina le sonrió a Rosa la empleada de la casa, quien movió su cabeza sonriendo.

El lago "Cristal" estaba dentro de las tierras que le pertenecían a su abuela Tina, pero la mujer había donado gran parte para que se realizara un camping, cerca de "Pueblo Escondido", donde vivían, un lugar hermoso, realmente escondido entre las montañas al Sur de la república Argentina.

Día domingo día de "Camping Cristal", la mayoría de los jóvenes se juntaban en el lugar, más en aquel tiempo donde la primavera se festejaba cada día. Ese especialmente lo era, pues se elegían las candidatas a reina del baile de La primavera que sería el fin de semana siguiente. Valencia detestaba todo aquello, pero sabía que Emi deseaba mucho poder ser elegida, por lo que se unió al grupo de segundo año que debían recolectar votos para que su amiga fuese elegida, además de los juegos de primavera que debían realizar.

-Gracias...-dijo Emi cuando regresaban de dejar sus bicicletas en el galpón del camping.

- ¿Gracias?, ¿por qué? -se sorprendió Valencia.

- Por venir, sé que no tuviste una buena noche y no vamos hablar de eso- Se apresuró a decir viendo la expresión de Valencia-. Pero sabes que estoy si queres hacerlo...

Valencia se detuvo y la miró sonriendo.

- Lo sé, pero sería repetir todas las broncas que debo superar, vamos que tenes que estar hecha una diosa para romperle el traste a "Lolita".

- Se nota tu "admiración" hacia ella- rio Emilia colgándose del cuello de su amiga, quitándole la gorra y echándose a correr.

- ¡Odio que me saques la gorra! "limoncito" me las vas a pagar.

La carrera de ambas se detuvo al ver frente a ellas a Luis, el muchacho de la fiesta, ese sí era una obra de arte. Trataron de componer sus posturas y no parecer dos locas desquiciadas, en realidad lo que no deseaban parecer eran dos niñas jugando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.