Valencia, el sol y la luna

Cap4

Las reglas del juego eran muy sencillas, cada grupo partía con una primera pista debiendo encontrar así las demás, podían separarse para buscar pro debían llegar juntos a la meta. Cuando sonó la chicharra de salida Valencia quien ya había girado la visera de su gorra hacia atrás, chocando puños con su compañera La Chona, salieron a toda carrera. No les fue muy difícil encontrar la segunda pista en el puente del lago Cristal, la tercera cartel de entrada al camping, cuarta debajo del mirador del lago, quinta y última en la gruta de la ladera de la "montaña Vacía". La Chona se detuvo y se apoyó en sus piernas, era evidente, no daba más.

-¡¡¡Chona!!!...no, no, dale es la última- suplicó Valencia al ver el estado de su compañera.

-No puedo más Valen, seguí vos te espero acá y llegamos juntas...

-Pero Chona...-se quejó Valencia, pero entendía que la chica no daba más.

- ¡Anda...ya vienen los otros! -grito La Chona al ver que Ricky era el que subía a toda carrera, hacía tiempo había dejado atrás a Lola.

Valencia parecía que había sacado poder de esa rabia que sentía hacia él, no lo dejaría ganar, parecía volar no correr. Fue en vano, él la franqueó como el viento, dándole una sonrisita irónica.

Cuando llegó a la gruta Ricky estaba allí, tranquilo disfrutando ver como ella comenzaba a ponerse colorada. Valencia no quiso mirarlo, se apresuró a buscar la pista, no le daría el gusto a que se burlara de ella como siempre. Buscaba rápidamente, pero ya lo suponía.

-Supongo que buscas esto- levantó sus manos y en cada una de ella estaba una pista, en su mano izquierda la pista amarilla.

- ¡Dámela!, no podés hacer eso, es trampa.

-No, es estrategia...así que-levantó su mano y dejó que el viento se llevara la pista.

- ¡Desgraciado!, voy a decirlo en el comité, no es justo...

Ricky comenzó a reír de manera burlona, y entorno sus ojos verdes hacia ella, Valencia no entendía por qué la detestaba tanto.

- ¿Qué es justo? ¿Qué me deje ganar por vos?, no, niñita nada es justo y menos para vos.

Valencia apretó sus dientes, sus manos hasta que sus uñas casi cortaron su piel, él siempre la desarmaba.

- ¿Por qué para mí?, ¿Qué querés decir?

_ Te miraste en un espejo alguna vez...te habrás dado cuenta que la vida no es muy justa con vos, salvo que creas que ese idiota del primo de Lola se puede fijar en vos.

Para qué contestarle, estaba haciendo un esfuerzo tremendo para no darle el gusto de que la vea llorar.

- ¡Morite estúpido! - giró para irse, el a derrotaba una y otra vez, su crueldad era insoportable.

Ricky dejó que diera unos pasos para decir:

-Sé lo que decía tu pista, pero bien hay un juego que tendrá que aceptar entre nosotros, si me ganas te digo la pista.

Ella cerró sus ojos y una lagrima la traicionó, se limpió su mejilla rápidamente para enfrentarlo nuevamente.

-Sos un desgraciado, ¿cómo sé que no me mentirás y me dirás cualquier cosa?

-Riesgo...así son los juegos...

La desafiaba, la llevaba al límite siempre, disfrutaba hacerlo.

- ¡Ya!, ¿cuál es el juego?

Él se subió al cerco de piedras que bordeaba la gruta y encendió un cigarrillo, habito que tenían la mayoría de los muchachos de la época, era un símbolo de "adultez", una manera de tener cierto status, una "boludes" pensaba Valencia.

-Jugaremos al serio, no es tan difícil...pero aquí habrá una nueva manera, deberás soportar el humo de mi cigarrillo.

- ¡No! -giró para irse y escuchó la risa burlona de Ricky.

- ¡Qué lástima!, pobre mi hermana, estos puntos son fundamentales para que puedan ganar y ella ser la reina de la escuela...-no debió subestimarla.

Fue hasta él mordiendo su rabia.

-Un minuto sin pestañear y vos y yo aguantamos el humo por igual... ¡YA! - dijo y le quitó el cigarrillo dándole una bocanada que le soltó en el rostro a Ricky que no esperaba esa respuesta e hizo un gran esfuerzo para mantenerse.

Mirarse, hasta lo profundo, en esos rincones del alma que el otro no conoce, evitar parpadear, secar los ojos a pesar de que las lágrimas quieran escapar. Ricky dio una pitada al cigarrillo sin dejar de mirar de manera fija los ojos negros de Valencia. El humo ardía en sus pupilas, pero ambos eran capaces de torturas peores por no dejar que el otro ganase, aunque hasta allí no sabían realmente que temían perder. Los ojos verdes intensos de Ricky eran demasiado para Valencia, siempre lo eran, su mirada la quemaba, no soportaba que la mirase y ahora debía hacerlo por un minuto, una eternidad. Tan cerca, tanto que sentían la tibieza de sus respiraciones que se agitaban, Valencia no podía soportarlo, pero así le quitaran sus ojos, ella no dejaría que él la doblegara esta vez, demasiado ya la había humillado. La alarma del reloj de Ricky se disparó y él se desconcentró dando un parpadeo sin quererlo.

-La put....reloj de miércoles...tengo que tomar mi medicamento.

-Perdiste...decime la pista final-dijo Valencia restándole importancia a lo que él había manifestado, ¿medicamento?

-No, el reloj sonó y yo...

-Lo sabía, sos un mentiroso, no entiendo ¿por qué te gusta molestarme? Y yo una boluda por pensar que tenés palabra, sos un tarado- Y no esperaba nada, comenzó a andar, el tiempo ya había pasado, seguramente otro grupo habría encontrado el tesoro.

- "Soy muy brillante cuando el sol me visita y si la luna quiere mecerme en las noches me visto de plata, búscame donde suspiran las rosas"- Dijo Ricky casi en un grito.

-El puente y el rosal-dijo para comenzar a correr, pero al mirar por un segundo hacia atrás, vio cómo el cuerpo de Ricky se desplomaba como si fuera una pirámide de naipes al viento-. ¡Ricky!

 




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