A la mañana siguiente, estaban llegando a la aldea y los hombres Cuauhtli empezaron a murmurar:
- Oigan, como que el líder se lleva muy bien con el lenca – hablo Ollin.
- Cierto, ¿desde cuándo el líder es tan generoso? – dijo Tlaltsi – nunca lo vi tratar a alguien así, ni siquiera a ti Acolmiztli que eres su mano derecha, Jajajaja.
- Le da un sape – dejen de fregar ¿yo qué tengo que ver en esto?
- La verdad, nada – contesto un divertido Ollin – pero tú eres el que más lo conoce, así que… deberías saber algo, ¿no?
- Si quieren saber pregúntenle a él, yo no me voy a meter en donde no me llaman.
- No seas aguafiestas – resoplo Tlaltsi – solo estamos bromeando.
- Lo que quieren es divertirse ¿no? – les sonríe con malicia – entonces para que no estén tan aburridos, ustedes se encargaran de cargar toda la carga cuando lleguemos - ambos cambian sus expresiones de diversión a una de terror - solo estaba bromeando, JAJAJAJA.
- Jajajaja que bueno - dijo Ollin con una risa nerviosa.
- O más o menos…
Atzin estaba despertando, se sentía mareada y un poco aturdida, reconoció que se encontraba en su tienda, luego empezó a recordar todo lo que había pasado y se levantó de golpe de su cama.
- ¡No señorita no se levante, todavía se está recuperando! – le dijo la sierva que estaba cuidando de ella.
- Suéltame, tengo que ver a mi padre – intento zafarse de su agarre en vano.
- No señorita, no puede, el Jefe a prohibido que usted salga de su tienda.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Es por la Futura Heredera, desde ayer no se sabe dónde está y el Jefe no quiere que usted corra ningún peligro.
- Yaocihuatl nunca me haría daño y mi padre lo sabe, así que suéltame – por fin logro librarse de la sierva y se fue corriendo hacia la sala de trono - ¡Padre! – entro irrumpiendo en la sala.
- ¿Atzin? ¿Por qué no estas en tu tienda?
- Padre ¿qué es lo que pasa? ¿por qué están persiguiendo a Yaocihuatl?
- La traidora Yaocihuatl intento asesinar a nuestro Jefe para usurpar el trono – respondió el coronel Tenoch.
- Eso es mentira, ella nunca haría eso.
- Eso es lo que paso Futura Heredera, yo soy testigo de eso.
¿Futura Heredera? – ¿cómo me llamo?
- Atzin ahora que Yaocihuatl es acusada por traición su título queda anulado y pasa a ser tuyo, ya que eres la segunda sucesora.
- ¿Qué? Padre no puedes hacer eso, estoy segura de todo ha sido un error.
- Hija, por desgracia, lo que el coronel dice es verdad.
- No – ella negaba con la cabeza sin poder creer lo que oía.
- Lo siento hija, pero es la verdad, no podemos confiar en ella ahora.
- Padre… yo confió en Yaocihuatl, lo que me digas, no lo voy a creer – dijo con ojos cristalizados.
- Lo entiendo hija, tu y ella crecieron como hermanas, pero como tu padre mi deber es protegerte, si no quieres quedarte en la tienda está bien, pero de ahora en adelante nunca estarás sola, no solo por Yaocihuatl sino porque ahora eres mi sucesora – a ella no le gustó oír esas palabras – el subsargento Tlacaélel será tu guardaespaldas y estará contigo donde quiera que vayas.
- A sus órdenes Futura Heredera – dijo haciendo un gesto de respeto hacia ella con un rastro de tristeza en sus ojos.
- Sí no hay nada más Atzin, puedes irte.
Atzin sabía que seguir hablando no serviría de nada, por lo que decidió retirarse ante la mirada de desaprobación de todo el Consejo, obviamente ellos no pensaban de la misma forma que ella – tenemos que encontrar a Yaocihuatl – le dijo a Tlacaélel que venía detrás de ella.
- Los soldados de la guardia ya la están busca…
- ¡Pero la buscar para matarla!
- Lo sé Atzin – la mira apenado – pero yo no puedo ir a buscarla, a mi escuadrón no nos han dado esa orden y ahora no puedo sepárame de ti – dijo esas palabras con un dolor en el pecho por no poder hacer nada.
- Pero tenemos que hacer algo ¿ni siquiera sabes donde podría estar?
- La última vez que la vi fue cuando salto del acantilado.
- ¿ACANTILADO? – él asintió - pero ¿qué no la han buscado? Ella se pudo haber lastimado, desmayado o – Tlacaélel la tomo de los hombros al ver que se estaba hiperventilando.
- Atzin si le hubiera pasado algo ya la abríamos encontrado, ella cayó en un río, es muy probable que eso haya amortiguado la caída y Yaocihuatl es una persona muy fuerte, seguro logro nadar hasta la orilla del río antes de que le pasara algo.
Atzin trato de calmarse – cierto, sí ella salto fue porque sabía que estaría bien – ella se dio cuenta que Tlacaélel seguía tocando sus hombros, lo que la hizo sonrojarse y ponerse nerviosa.
Él se separo de ella sin notar su nerviosismo – te prometo que cuando sepa cualquier cosa de ella te avisare.
- Esta bien – ella trato de serenarse y controlar sus emociones.
Por otro lado, Yaocihuatl y Cuauhtli llegaron a la aldea y fueron con un sanador - gracias por traerme, entrare solo, no se molesten.
- Esté bien, nosotros buscaremos donde hospedarnos – saca una bolsa de dinero de su poncho y se lo extiende – lo vas a necesitar.
- No es necesario.
- ¿Entonces cómo pagaras la consulta?
Ella acepta la bolsa - muchas gracias Quiahuitl, te debo la vida.
- Creo que ahora estamos a mano.
- ¿Qué?
- Olvídalo, cualquier cosa que necesites búscame y hare lo que pueda para ayudarte - ellos se despidieron y Yaocihuatl fue donde el sanador - Acolmiztli - lo llamo.
- Si líder.
- Vámonos a la próxima aldea, tenemos que reunirnos con el ejército en la frontera cuanto antes.
- Pero ¿y su amigo?
- No hay tiempo, él estará bien, apúrate.
Yaocihuatl después de ver al sanador y de pagarle una buena cantidad de dinero para que no le dijera a nadie sobre ella y sus heridas, fue a comprar ropa nueva para hombre, ya que prefirió disfrazarse por un tiempo para que no la encontraran, mientras caminaba por la calle se decía estas palabras: