Valiente Guerrera

CAPÍTULO 6

Días después, Yaocihuatl avía llegado a la aldea y empezó a investigar sobre la coronel Izel, descubriendo que no tenía mucha relación con la realeza, aunque ella venia de una familia distinguida de la capital (la aldea central, donde nació Yaocihuatl) ella es la comandante de un ejército que no recibía órdenes directas del Jefe sino de la familia de su esposo Tonalli, también tenían buena reputación en los alrededores de la zona por cuidar y ayudar al pueblo mientras estaban en guerra.

Yaocihuatl se encontraba cerca de la entrada de la tienda de la coronel Izel - ¿Cómo voy a hacer para poder verla? – pensó y recordó que tenía debajo de su camisa el collar familiar que su madre le dio - si se lo doy y lo reconoce, entonces realmente es mi tía - se fue a comprar algo, regreso a la tienda y se acercó a uno de los guardias - disculpe, ¿aquí es donde vive de la coronel Izel?

- Sí.

- Vengo de la aldea central, tengo un mensaje para ella y me mandaron darle esto a la coronel - le da el collar dentro de una caja con una carta.

Él abre la caja para ver - espere aquí - se va llevando la caja a la coronel.

En el patio de la casa, estaba la coronel Izel jugando con sus dos hijos - mica – dijo la coronel después de tocar el hombro de su hija y sale corriendo (mica es un juego donde un niño, el que tiene la mica, corre siguiendo a los demás y al momento que toca a uno le tiene que decir: mica, para luego salir corriendo y el nuevo niño siga a los demás para tocar a otro y así).

Corre detrás de ella y su hermano - mica - Xochitl toco a su hermano - jajaja

- ¡No me atrapas! – le dijo a su hijo, pero él la alcanzo y ella lo atrapa dándole un abrazo - jajajaja te tengo…

- Coronel Izel.

Se detiene - ¿Sí?

- Disculpe… un mensajero de la capital trajo esto para usted.

¿De la capital? - dijo en su mente - sigan jugando – les dijo a sus hijos, se acerca al guardia, abrió la caja y se impresiono al ver el collar y empezó a leer la carta:

Querida tía Izel, soy Yaocihuatl, la hija de tu hermana menor Axochitl, hace muchos años que no nos vemos y quería hablar de algo contigo, pero como no sé dónde vives le pedí a mi siervo Yohualli que te buscara y te entregara este collar para confirmar mi identidad, espero te encuentres bien y reunirnos pronto, atentamente, tu sobrina.

- Ve a llamar al mensajero.

- Sí señora - se va y lleva a Yaocihuatl a presentarse con la coronel en la sala de recepción.

- ¿Tu eres Yohualli? – le preguntó a ella.

- Sí señora, soy siervo de la señorita Yaocihuatl – la observo y pudo ver que se parecía un poco a su madre - disculpe ¿es usted la persona que busco?

- Sí, Yaocihuatl es mi sobrina ¿Cómo esta ella?

- Ella se encuentra bien.

- ¿Y ella te dijo sobre lo que quería hablar conmigo?

- No señora, solo me pidió que la buscara y que luego la esperara hasta que se vuelva a reunir con usted.

Asiente no muy convencida de lo que dice - siendo así, quédate hasta que ella venga - llama a una sierva - lleva a nuestro invitado a una habitación.

- Sí señora.

- Gracias señora, más tarde informare a mi señora que he cumplido con mi deber, con su permiso me retiro - se va con la sierva mientras que la coronel la sigue con la mirada.

En la tarde de ese día, Tonalli el esposo de Izel regresaba de mandar provisiones a una aldea cercana que fue atacada por el ejército pipil:

- ¡Ya regresé! - grita en voz alta.

- ¡Papá! - Xochitl su hija menor corre hacia él y este la levanta chineándola.

- Bienvenido papá – lo saluda su hijo mayor Tlaneci y le da un abrazo.

- Gracias hijo - le acaricia la cabeza.

Izel camina rápido por el pasillo hacia él - ¡querido!

Baja a Xochitl para abrazar a Izel - he vuelto a tus brazos mi amor - se separa un poco y le da un beso en el dorso de su mano.

- Te extrañe tanto amor, pasa, debes estar cansado ¿mando a preparar algo de comer?

- No, comimos en el camino ¿cómo han estado?

- Estamos bien, no hemos tenido perdidas en estos días.

- Que bueno.

- Pero… hay algo que quiero hablar contigo – ambos se fueron a uno de los pasillos de la casa, a la par de un patio.

- ¿Y dices que Yaocihuatl lo envío?

- Sí, hace años que no tenemos comunicación, se me hace raro que haya enviado a alguien a buscarme pudiendo preguntarle al Jefe donde encontrarme.

- Sí, es extraño.

- Pero él trajo el collar que le di a mi hermana antes de venir aquí, así que no pudo ser enviado por el Jefe para investigarme.

- ¿Desconfías de él?

- Sí, pero lo que más me inquieta… es que ese Yohualli me parece haberlo visto en alguna parte.

- ¿Y en dónde está ahora?

- Esta en una de las tiendas de huéspedes.

- Esperemos a ver que sucede, quizás tu sobrina solo quiera saber de nosotros… después de mucho tiempo - lo dijo sarcásticamente.

- O de lo que paso hace 2 años.

- Eso no lo sabemos, lo mejor sería hablar con el mensajero y descubrir si nos está ocultando algo.

- Sí, eso hare – dijo seria para luego mirar los ojos de su esposo con una sonrisa.

Ya el anochecer se acercaba, el horizonte se tornaba en matices de anaranjado, rojo y amarillo, el aire empieza a sentirse fresco y los animales se preparan para la noche. El joven cazador regresaba a su casa de recoger leña para el fuego. Dejo la leña a un lado de la tienda y se acercó a su cuarto donde se encontraba Atzin aun inconsciente.

Por su parte, ella estaba recordando en sueños todo lo que le había pasado – no… no…

- Pequeña…

- No, no, no, ¡Nooo! – se sentó de golpe sollozando y el joven la abrazo para tratar de tranquilizarla porque estaba alterada.

- Tranquila, tranquila… ya paso pequeña, ya paso.

Atzin reconociendo que se encontraba en un lugar diferente y sintiendo las caricias que el joven le daba en su cabeza se fue calmando poco a poco – gracias – dijo separándose del joven con la voz apagada y sin verlo a los ojos.




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