Recuerdo haber tenido una niñez muy apacible, llena de risas con mis hermanas y de correr libremente por el bosque que rodeaba nuestro hogar. Recuerdo vívidamente el viento chocar contra mi rostro, el olor a humedad y eucalipto. Aromas característicos del bosque al que todos en la actualidad prefieren mantener distancia. Allí tengo muchos recuerdos felices de mi infancia y de mi ahora solitaria adolescencia.
Saint Woods se caracterizaba por ser un pueblo rodeado de bosques, montañas y extensos ríos. Por lo tanto, era inevitable que algunos de los tantos animales que vivían allí se acercaran a la urbanización y provocarán estragos. Un claro ejemplo de esto era un accidente ocurrido cuando aún era una niña y solía escaparme por los alrededores de mi hogar, persiguiendo ardillas y mariposas.
Un día mi padre llegó a casa por la mañana, muy cansado y demacrado. Él se sentó con pesar junto a nosotras y nos prohibió volver a jugar en el bosque. La noche anterior había tenido que atender en el hospital a un matrimonio que había sufrido un terrible accidente y que lamentablemente había fallecido. No había dado detalles, pero el accidente había ocurrido en la carretera que inevitablemente limitaba con el bosque y al parecer habían colisionado con un animal que había intervenido en su camino. Recuerdo que las personas hablaron mucho tiempo de aquel accidente, parecían terriblemente afectados por ello, pero nunca hablaban frente a sus hijos. Aún así se rumoreaba que la pareja había sido atacada por bestias, algo que yo preferí no creer, sobretodo porque eran rumores.
Desde ese día ya nadie suele acercarse, excepto cazadores furtivos y adolescentes borrachos e idiotas. Los pueblerinos están aterrorizados y por ello prefieren alejarse de los bosques. Mis padres y hermanas también son parte de las personas que temen, sobretodo viviendo a las afueras del pueblo. Yo en cambio, formaba parte de aquellos que siguen adentrándose en los espesos bosques sin temor. Aunque la verdad, no creo que seamos muchos.
Por mi parte, la belleza y tranquilidad de los paisajes eran como un hechizo del que nunca podré desprenderme. La naturaleza se convirtió en algo importante para mí desde la niñez. Los animalitos, la tierra, hojas caídas y el sonido del río. No encuentro la razón por la que tengo que temer, han sido años de pasear por el extenso bosque y perderme es prácticamente imposible. Además, cuento con la protección de mi fiel amigo, el único ser con el que he logrado establecer un lazo indestructible.
Dakota es un lobo joven, y tan sólo un cachorro cuando lo vi por primera vez. Para entonces ya había sucedido la tragedia que mantuvo alerta a todo el pueblo y muchos pueblerinos aún permanecían alterados. Los cazadores ilegales abundaban en los bosques y las autoridades comenzaban a tomar medidas drásticas contra ellos por la matanza que estaban creando.
Papá y yo volvíamos a casa después de hacer unas compras. Ya estábamos lejos del centro del pueblo y el bosque se extendía a nuestra izquierda mientras que un sector residencial a nuestra derecha. Cantábamos alegremente una canción ochentera, de las que tanto nos gustaban, cuando de pronto algo parecido a un perro pequeño se cruzó en nuestro camino. Papá frenó lo más rápido que pudo y nos detuvimos, podía sentir mi corazón golpeando fuertemente mi pecho. Tras unos segundos de agitación, detuve la música con las manos temblorosas y mi padre me observó preocupado.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, papá —dije, intentando esbozar una sonrisa tranquilizadora—. ¿él estará bien?
—No lo sé. —miró por sobre el volante y luego volvió a verme—. Quédate aquí, bajaré a ver.
Yo asentí, confiada en que todo estaría bien, pero cuando mi padre salió del coche y se detuvo frente a este, pude ver en su rostro una clara mueca de preocupación. Aún algo asustada, pero con un valor que nunca había sentido, baje del coche para acercarme a él.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, parándose frente al cuerpo tendido del animal, en un intento de que no viera lo que ya había visto—. Vuelve al auto, Ness. Es peligroso.
—¿Sigue vivo? —pregunté con pequeñas lagrimas en mis ojos, mirando fijamente un charco de sangre bajo la bota de mi padre y que iniciaba a partir del pequeño animal—. ¡Tenemos que ayudarlo!
Mi padre parecía luchar contra sí mismo, pero sin poder resistirse a mi petición en pro de la vida de lo que resultó ser una cría de lobo, tomó al cachorro entre sus brazos con sumo cuidado y lo introdujo en el asiento trasero para dirigirse hasta la casa. Allí se comunicó con un amigo veterinario y solo faltaba esperar.
Obviamente, mi madre lanzó un grito al cielo en cuanto nos vio llegar con él. Mis hermanas por su lado, se acercaron curiosas a pesar de las advertencias de nuestra progenitora. Mientras llegaba el amigo de papá, él y mi madre entablaron una leve discusión, una charla a la que hice oídos sordos pues más importante era el cachorro que reposaba inconsciente sobre mis piernas.
El veterinario no tardó en llegar y en cuanto se nos acercó me pidió espacio para dedicarse a curar sus heridas. Yo permanecí junto a ellos, preocupada por el bienestar de esa peluda bola de pelos y no me despegué en ningún momento. Solo me tranquilicé cuando el hombre me dijo que no era nada grave y que en unas semanas estaría completamente bien.
No se bien que hizo papá, pero mi madre se mantuvo en silencio y su amigo permitió que el cachorro se quedará con nosotros. Yo estaba feliz de cuidar de esa pequeña bestia y no me importó en absoluto cuando papá dijo que tendríamos que investigar mucho para que no supusiera algún peligro para las personas. Lo único que sabía era que al ver por primera vez sus orbes grises azulados, una extraña conexión se formó, una unión que iba más allá que nuestras diferencias, doctrinas y forma de ser.
Desde el día que lo adoptamos nuestras vidas cambiaron drásticamente. Mi madre en un principio pareció rehacía a tener a Dakota con nosotros, sobretodo luego de lo ocurrido hace tan poco. Sin embargo, mi padre supo bien cómo disminuir su preocupación, después de todo, solo era un cachorro inocente y no tenía culpa de lo que los de su especie pudieron haber hecho.