Valtrana: La Máscara del Príncipe [1]

CAPÍTULO 20.- Noticias y decisiones

Era una noche tranquila, algunos guardias hacían sus rondas, otros permanecían atentos en sus puestos de vigilancia. Divisaron una criatura alada, cuyos listones que portaba les indicaron que se trataba de un Pegaso del reino. El jinete descendió del cielo y fue recibido por los sirvientes para tomar las riendas de la criatura alada y llevarla al establo, a la vez que el sujeto caminaba diligentemente hacia el interior del castillo real. No se detuvo hasta encontrarse frente a la puerta que conectaba con la sala del rey Leofris, los guardias lo anunciaron y el soberano le permitió el acceso. El mensajero bajó la cabeza ante el soberano y extendió una carta en sus manos. Waldrion, quién también se encontraba ahí las tomó para entregarlas en las propias manos de Leofris y le ordenó al mensajero que se retirara, él expresó unas palabras con decoro y abandonó el recinto. El rey ocupó su silla y retiró el sello para abrirlo, su semblante se endureció conforme leía el contenido, pues su hijo le informaba sobre el ataque sufrido, exageró sus falsas hazañas al enfrentar a un grupo grande de enemigos y salir victorioso, además de ileso. Sin embargo, no fue eso lo que perturbó la tranquilidad del soberano, sino la sospecha de que esos hombres podrían provenir de Sylverant. El Valle de la Fe era un lugar adentrado en el reino, para llegar hasta ahí debieron pasar una enorme fracción de Erdine.

Arrugó el papiro, pues le era inconcebible imaginar el hecho de que esos individuos hubiesen transgredido sus dominios con tal facilidad, sin que nadie perteneciente a la Guardia Real le hubiera notificado. En la antigüedad ocurrieron sucesos desagradables entre ambos reinos que dieron inicio a las hostilidades. Durante su gobierno, ninguna persona de Sylvenrant cruzó los limites naturales marcados por la cordillera de Lehibe, ni siquiera el rey o su familia.

—Esto no puede ser, nuestra defensa es impenetrable —Intervino el consejero—. Debe haber un error, no hemos recibido reportes del general Balor que indiquen algo así.

—También me niego a creerlo, pero no puedo ignorar la información de mi hijo —Recargó su espalda en el respaldo de la silla.

—Con todo respeto, majestad, el príncipe Valtrana tiene el juicio nublado desde que desposó a esa mujer ordinaria. Además, sacó conjeturas de aspectos minúsculos, usted no debería precipitarse en tomar una decisión —Posó la mano sobre su hombro y Leofris lo miró de reojo.

—Razón no te falta.

Leofris adoptó un gesto serio, le pidió a su consejero que lo dejara a solas y así lo hizo. En el pasillo, Waldrion se encontró con la concubina del rey y expresó sus cortesías, a pesar de que le transmitió el deseo del soberano de no ser molestado, ella continuó hasta la sala real. El acceso le fue concedido, caminó con pasos ligeros hasta quedar muy cerca de él.

—Querido, te percibo tenso, ¿sucedió algo? —preguntó Elaine.

El soberano mantenía ese tosco gesto sin emitir una respuesta, ella acortó la distancia aún más hasta alcanzar con sus manos los rígidos hombros de su esposo. Presionó suavemente entre el cuello y los hombros con un ritmo lento y reiterado, los cuales provocaron un efecto relajante en el soberano, cuando la tensión en sus músculos se disipó, él le explicó de forma breve la situación descrita por su hijo en su reciente carta. Ella detuvo el movimiento de sus manos y su cara se ensombreció.

—Así que resultó ileso —aludió Elaine.

—Es difícil de creer, aunque me llena de orgullo lo hábil y fuerte que es, no puedo evitar preocuparme por él. Sería prudente solicitar su regreso de inmediato —mencionó.

La boca de Elaine se torció, aprovechó que estaba a sus espaldas, así que cerró los ojos y aspiró profundo para cambiar su semblante. Soltó los hombros del rey y caminó hasta quedar frente a él.

—Concuerdo con Waldrion, no deberías apresurarte en tomar una decisión ni crear alarmas innecesarias. Considero que Valtrana pudo confundirse al calor de la batalla y su mente le produjo alucinaciones —Tomó la mano del soberano entre las suyas—. Él es fuerte y va resguardado bastante bien, este viaje solo servirá para que se dé cuenta de su error.

—Haciendo a un lado su confusión, no puedo dejar de pensar en que alguien pudo ordenar el asesinato de mi primogénito —Cerró los puños con fuerza.

—De nuevo estas agigantando las cosas, es más probable que esos bandidos quisieran atacar el templo y solo se vio envuelto en ello —Acarició con sus manos las de él.

—Tienes habilidad para analizar las situaciones —Hizo una pausa—. Seguiré tus consejos y lo dejaré pasar por esta ocasión.

Leofris confiaba en su buen juicio, sin embargo, tomaba en consideración el criterio de su consejero y concubina, ambos parecían coincidir en ciertos puntos y con ello reforzaba sus decisiones. De nuevo llamaron a la puerta, en esa ocasión se trataba de la reina Hesda, al entrar observó la cercanía entre ambos y detuvo sus pasos.

—¿Interrumpo? —preguntó la reina.

—En absoluto, de hecho, estaba por retirarme —mencionó Elaine—. Hasta mañana, querido —Besó la mejilla del rey.

Por tradición en el reino de Erdine, el rey podía tener una reina y varias esposas si así lo deseaba, no solo para proveer y proteger a más mujeres, sino para aumentar su descendencia. Sin embargo, Leofris solo se limitó a tener dos hijos, uno con cada esposa. Aunque era un derecho innegable y legítimo del soberano, Hesda trataba de ocultar su desagrado por Elaine, el cual era mutuo, pues no le complacía tener que compartir a su esposo y menos con una mujer como ella, que procedía de otro reino. Por su parte, Elaine tenía cierto gusto por fastidiar a la reina, por motivos más allá del lugar que ocupaba. Una vez que la concubina abandonó la sala, Leofris invitó cortésmente a la reina para que tomara asiento y manifestarle lo sucedido con su hijo. Ella se angustió, temía por el bienestar de su único hijo y quería que regresara de inmediato, pero el soberano trató de disuadirla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.