Vámonos

Un ángel caído del cielo

Recuerdo que cuando la conocí era una hermosa tarde de hace diez años: 

Me encontraba en la panadería de la plaza catedral comprando unos cuantos panes con las pocas monedas que conseguí durante el día. Sería todo lo que cenaríamos mi madre, mi pequeña hermana Sofía y yo. 

Cuando la vi entrar, era como ver a un ángel caído del cielo, fue amor a primera vista. Ella tenía un hermoso vestido color crema, un sombrero a juego y zapatos que le combinaban, pero nada de eso eclipsaba la belleza de su rostro tan tierno y angelical. Estaba acompañada por una señora muy estirada, con ropa muy fina que, a simple vista, era de diseñador.

 Mientras las observaba, aquella señora me miró por encima del hombro con desagrado. Incómodo por su desdén, tomé el paquete y me retiré; ya mi madre me esperaba afuera y durante todo el camino no podía dejar de pensar en aquella niña, ni siquiera prestaba atención a la charla de mamá. «¿Quién sería? ¿Cómo es que nunca antes la había visto?», eran las preguntas que cruzaban mi mente.

Al llegar a casa, nos lavamos las manos y tras dar las gracias en el comedor, como era costumbre, todos degustamos la humilde cena. No podía darles más con lo poco que pude conseguir, con solo quince años ya era el hombre de la familia. Por eso dejé mis estudios hace unos dos años para ayudar a mi madre a tener el sustento y pagar por los estudios de mi hermanita, justo cuando mi padre falleció.




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