Accidente

Había transcurrido cerca de una semana, todo había ido muy bien en el trabajo, me había adaptado bastante bien y me alegraba poder ayudar, era fácil tomarles cariño a los pacientes, sobre todo a los niños, amaba esa área en especial.

El viernes un colega me había pedido que lo supliera en urgencias del Hospital Civil Viejo, había accedido como un recordatorio de mi primer internado, así que ahí estaba yo, a las doce de la noche llenando papeleo cuando recibí el aviso de que venía un hombre por aplastamiento.

- Masculino de 56 años, dificultad para respirar debido a aplastamiento de la caja torácica, sin evidencia de fracturas –dice una paramédico mientras me acerco, comienzo a revisarlo.

- Volverá, volverá –abre los ojos de repente sosteniendo mi mano, eso no me detiene en mi examen.

- Tele de tórax en todas las proyecciones, oxígeno y exámenes de sangre –todos se mueven, el hombre no dejaba de apretar mi brazo repitiendo que ya venía, que volvería–. Avísame cuando se las hagan, ¿entendido? –miro serio a un residente, este asiente.

- Vendrá la policía para interrogarlo –dice el compañero de la chica–, al parecer en su estado de ebriedad entró al panteón ‒niego mientras continuo con el papeleo, el viejo panteón tenía muy poca iluminación, por no decir que casi nada, además de que ahora era un museo, por todo lo bueno, ¿quién en su sano juicio se metía en un museo? Esperaba no hubiese dañado nada, el panteón era un gran centro turístico.

- Esperemos que lleguen antes de que usemos algo para el dolor, porque estoy muy segura que debe dolerle bastante, aún más si se fracturo algo ‒el chico asiente, tras decir aquello la policía se hizo presente, así mismo la residente me dio sus placas y por pura suerte, no tenía fractura, pero se quedaría en observación para descartar cualquier cosa.

Tras ese evento, no sucedió nada relevante, al menos no el hospital.