Vendrell

2.- ¿Quién eres?

Despertó con un horrible dolor en su vientre, solo el vago recuerdo de lo que pasó cruzó por su cabeza. Abrió los ojos contemplando a su alrededor.

Se encuentra dentro de una enorme habitación, cuyas paredes de color crema hacen contraste con las enormes cortinas de tono marrón que cubren dos enormes ventanas. Un piso de madera reluciente y una alfombra de piel de oso extendida sobre ella. Un velador al fondo sobre la que se encuentra una fuente y una jarra con agua. Y una puerta caoba de gruesa madera.

Aun desconcertado de encontrarse en un lugar desconocido lo que más lo dejó perplejo y preocupado es que sus manos están encadenadas al respaldo de la cama. Intenta soltarse, pero por más que tira con fuerza es inútil, aunque es obvio ¿Quién tendría la fuerza para romper una cadena de hierro como esa? 

Ignacio grita maldiciones sin poder entender nada, asustado y con un dolor extraño que lo tortura obligándolo a inclinar la cabeza intentando soportarlo. 

Por lo menos puede darse cuenta de que sus heridas han desaparecido, y que sus entrañas están en su lugar, aunque es extraño considerando que aquella vampiresa había devorado parte de ellas. 

Siente ganas de vomitar mientras el dolor se hace más fuerte y mueve su cabeza hacia el lado para evitar ensuciarse, pero es inútil, vomita una cosa rojiza y espesa que ensucia toda la sabana. Se queda por unos segundos pensando que si está vomitando sangre coagulada y eso significa que aun agoniza. Pero respira un poco aliviado, luego de vomitar se siente mejor, sin embargo, esto no dura mucho porque el dolor vuelve una y otra vez. Aprieta los dientes ante el dolor enloquecedor y se muerde la lengua porque le preocupa que al gritar atraiga otra vez a esos seres infames.

Pasa todo un día completo en ese estado. Intentando calmar su cabeza cuando parece a punto de enloquecer del dolor. Quisiera inclinarse, sentarse en el piso, buscar una forma de calmar la agonía que padece pero atado de esta forma no puede moverse más allá de la cama. El dolor ni siquiera lo deja analizar su situación actual ¿Qué hace en este lugar? ¿Quién lo trajo aquí? ¿Fue aquel tipo que vio en el bosque? 

No entiende, si entonces le ayudó a curar sus heridas ¿Por qué lo tiene encadenado?. Traga saliva no puede controlar la desesperación que siente hacia el dolor que parece estar derritiendo sus entrañas, es como si su cuerpo estuviera ardiendo, ahogado de calor, su sangre hierve y su respiración se torna agitada. Vuelve a vomitar y pierde el conocimiento tantas veces que confunde la noción del tiempo.

No recuerda cuantas horas estuvo sumido en pesadillas, ya sin poder contener los gritos por el dolor insoportable, creyó incluso que enloquecería, cuando al fin todo pareció acabar. Su cuerpo se relajó y se perdió en sueños profundos hasta que unos pasos lo hicieron reaccionar.

—¿Seguirás durmiendo? ¿Cuántos días han pasado? ¿Tres? Vaya en serio sí que es patético —escucha la voz del mismo hombre que lo encontró en el bosque.

Abrió los ojos de inmediato viendo al individuo que esta frente suyo. Es él. Sin pensarlo apretó los puños con rabia e intentó golpearlo, olvidando que se encuentra encadenado. El tirón lo obligo a caer hacia atrás y su cabeza cayó contra la almohada antes de darse cuenta que el desconocido ha apoyado sus manos a ambos lados de su cabeza. Respira agitado al sentir la cercanía del individuo a tan poco centímetros de su rostro que no ocultó su incomodidad.

Aprieta los dientes, impotente ante su situación. Sus recuerdos comenzaron a aclararse al notar ese rostro, mientras agonizaba en el bosque con sus entrañas afuera, aquel ser se acercó y lo mordió bebiéndose su sangre. Es un vampiro ¡Un infame vampiro!

—Maldito —masculló Ignacio con odio más aún al sentirse vulnerable al estar con las manos aprisionadas.

—¿Le hablas así a quien te salvo la vida? —el hombre de cabellos negros lo tomó con rudeza de la barbilla alzando las cejas con seriedad y se apartó de su lado.

—¿Salvarme? Te aprovechaste de mi debilidad —tironeó las cadenas.

"Hubiera preferido que me dejara morir a estar frente a este asqueroso vampiro".

Pensó esto último, sin decir palabras más que apretar los dientes.

—Agonizabas, con tus intestinos arrancados de tu cuerpo —le dio la espalda con un tono de voz irónico—. A eso yo le llamo la muerte patética de un patético humano.

Ignacio tensó su rostro ¿Patético humano? ¿Qué se cree aquel animal de hablarle de esa manera? Si tan solo pudiera liberarse de sus cadenas podría intentar golpearlo y huir de ese lugar

—Prefiero ser un patético humano a ser un vampiro asesino...

La risa del hombre lo descolocó, pero antes de que pudiera decirle algo este se acercó aprisionando su pecho con su mano, tan fuerte que resultó doloroso. El vampiro entrecerró los ojos con una maldad que dejo al muchacho desconcertado sin moverse mientras ve su propio reflejo en aquellos intensos ojos azules.

—Pues ¿Adivina? Para salvarte debí convertirte, ahora eres un "vampiro asesino". Si quieres vivir tendrás que matar, beber sangre humana —recalcó estas últimas palabras antes de soltarlo con brusquedad y darle la espalda.

Ignacio se quedó en silencio estupefacto ¿Él un vampiro? Eso no puede ser, debe ser una pesadilla. No puede ser, su sueño es ser un cazador y siendo un vampiro todo se derrumba. Fijó su mirada en el vampiro que ahora lo observaba a un par de metros con el ceño arrugado y con sus azules y fríos ojos que sigue observándolo sin expresión alguna. Y el joven bajó la cabeza maldiciéndolo conteniendo sus ganas de llorar de rabia por la situación en la que se encuentra.

"Ni siquiera recuerda que fue él quien me suplicó que lo salvara" pensó el vampiro tensando aún más su rostro al ver la actitud de aquel individuo.

—¿Quién eres? —preguntó Ignacio sin mirarlo apretando los dientes con rencor.




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