Ishtar se encuentra en el departamento de Aina, han transcurrido dos días desde que perdió su empleo y aunque ha buscado, no ha encontrado nada, es de noche y su amiga se encuentra en la cocina preparándose un sandwich. Ishtar no tiene apetito por lo que permanece en la sala observando una serie documental histórica acerca de las ruinas encontradas en diferentes lugares del mundo que le resulta realmente aburrida pero que su amiga adora y por consideración a ella, tolera, de pronto recibe una llamada.
– ¡Cariño!– exclama de inmediato llena de alegría–, ¿Cómo te encuentras?
– Bien–contesta Enzo con un tono lleno de seriedad causando el desconcierto de la joven–. Me encuentro fuera del edificio, ¿Puedes salir? Necesitamos hablar.
– Espera un momento, salgo enseguida–replica poniéndose de pie al tiempo que da por terminada la llamada–. Aina, ¿Cómo me veo?
– Hermosa como siempre Is, ¿Por qué?–inquiere la joven mirado con atención a su amiga.
– Enzo esta aquí–responde ella con una sonrisa–. Ahora regreso.
– Está bien, colócate un abrigo, en el exterior hace frio.
– Lo haré, quédate tranquila no tardo o tal vez sí–comenta sonriendo.
Ishtar sale del departamento sin ocultar la alegría que la invade en cada ocasión que se encuentra o habla con Enzo, rápidamente avanza por el pasillo y llega hasta el elevador para dirigirse al lobby, en cuanto llega se encamina a la salida. Una vez que se encuentra en el exterior, ubica de manera inmediata a Enzo, el joven se encuentra recargado en el automóvil, mantiene su mirada perdida en un punto especifico, aparentemente observado lo que hay frente a él pero la realidad es que no mira nada, se encuentra perdido en sus pensamientos. Ishtar se aproxima rápidamente y lo atrapa en un afectuoso abrazo tomándolo por sorpresa, une sus labios a los de él en un efusivo beso que no se ve correspondido.
– ¡Te he echado mucho de menos!–expresa con sinceridad.
–Necesitamos hablar–indica con frialdad apartando los brazos de la joven causando que el desconcierto regrese y con mayor intensidad.
– ¿Qué sucede?–cuestiona llena de confusión.
– Debo volver a suiza, mi vuelo sale en algunas horas, antes de irme necesitaba hablar contigo–explica con un tono sumamente distante y sin mirar a Ishtar a los ojos.
– Comprendo, ¿Cuándo regresas?–inquiere ella con un tono sumamente casual.
–No lo haré.
–Eso no puede ser, ¿Estas bromeando no?–musita sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos sin que sea capaz de controlarlo–. Debes regresar en algún momento, yo te estaré esperando.
–Eres una niña soñadora, no volveré–repite con tono serio.
– ¡Si es de esa manera, iré contigo!–expresa ella con gran determinación.
–No, no lo harás y no lo harás porque eres una niña, aún tienes muchas cosas por hacer y por vivir, no puedes atarte a mí de esta manera.
– ¡Esa es decisión mía, quiero estar contigo!
–Al parecer debo ser aún más especifico, escúchame bien, no quiero que vengas conmigo, si he venido hasta aquí a esta hora es porque esta relación es absurda y debe terminar, ¿Comprendes?–indica con dureza.
– ¿Por qué?– pregunta llena de tristeza.
– ¡Ya te lo dije! Es porque eres una niña y no puedo permitirme cuidar a una criatura tan joven e inocente, ¡Necesito a una mujer a mi lado y no a una niña, será mejor que lo asimiles, esto se terminó, adiós!– expresa con frialdad y dureza, dando la vuelta para subir al automóvil sin esperar respuesta y conducir alejándose del edificio dejando a Ishtar atrás.
– ¡No te vayas!– grita dejándose caer sobre sus rodillas mientras que las lágrimas corren por sus mejillas como torrentes de agua, él la observa por medio de los espejos retrovisores.
– ¡Espero puedas perdonarme!– murmura desde el interior del vehículo, obligándose a continuar, venciendo a su deseo de regresar y envolver a la joven en sus brazos y decirle que todo estará bien; sin embargo, no puede hacerlo.
Ishtar permanece en ese lugar completamente inmóvil, con sus brazos caídos a los lados y la mirada al piso, « ¿Por qué me ha ilusionado si pensaba dejarme?» piensa con un terrible dolor devorando su corazón. Quince minutos más tarde, se pone de pie para ingresar en el edificio, no desea volver al departamento de Aina, todo lo que quiere es estar sola para poder pensar y procesar lo sucedido con Enzo, por lo que decide usar las escaleras y cuando se encuentra por llegar al piso número diez, toma asiento en uno de los escalones y permite que sus tristes lágrimas corran libremente por sus mejillas.
Sin tener la más mínima noción del tiempo, permanece en ese lugar mirando hacia el frente, sintiendo sus lágrimas quemar su delicado rostro, hasta que se quedó sin lágrimas, el dolor continuaba pero no era capaz de llorar más. De pronto, se percata de la presencia de una persona que toma asiento a su lado, la joven no le toma la más mínima importancia, nada de lo que sucede a su alrededor le interesa, en ese momento nada le resulta peor que el continuar respirando.
– ¿Por qué lloras, niña bonita?–inquieren con amabilidad, al escuchar esa voz gira de manera inmediata.
– ¡¿Tú?! ¡¿Qué haces aquí, maldito acosador?! ¡¿Has estado siguiéndome?!–cuestiona sumamente molesta, « Y pensar que creí que no podía haber nada peor». Piensa mirando a ese individuo.
– Tranquila, no he estado persiguiéndote, yo vivo aquí, obviamente no en las escaleras, ocupo el pent-house, decidí utilizar las escaleras para despejar la mente y te vi aquí toda triste, lloriqueando sin parar y con la mirada perdida, no sabía que eras tú, niña malcriada, lamento haberte despedido, he considerado seriamente que exagere pero no es para que actúes de esta manera.
– ¡¿A quién le importa tu absurdo empleo, tu absurda empresa y tu absurda vida?! ¡El mundo no gira en torno a ti, maldito narcisista, egocéntrico, márchate de aquí! ¡Verte es lo que menos deseo ahora, te odio, te detesto!–exclama dejando salir toda su rabia y frustración contra ese sujeto.
– ¡Eres una niña de lo más insoportable! ¡Ah, pero todo esto me lo tengo merecido! ¡Esto me sucede por mi buen corazón!–replica sumamente indignado.
– ¡¿Buen corazón?! ¡No me hagas reír! ¡Eres un ser inhumano, el más inhumano que he conocido en toda mi vida, me despediste por algo que no fue mi culpa, me juzgaste como tonta sin saber absolutamente nada de mí! ¡Ahora no vengas con el cuento del buen corazón porque eso no lo crees ni tú mismo!– reprende con molestia al tiempo que limpia sus lágrimas.
– Es cierto, tienes razón en encontrarte molesta conmigo por mí actuar, lo lamento, puedes volver cuando lo desees, no debí despedirte, definitivamente fui grosero y desconsiderado al no disculparme por derramar el café sobre ti.
– ¡¿A quién le importan tus estúpidas disculpas o tu trabajo de pacotilla?! ¡No quiero ese empleo ni nada que venga de ti, vete de aquí y déjame tranquila!
– ¡Niña mal agradecida, únicamente intentaba ayudarte!– replica molesto poniéndose de pie para poder marcharse.
– ¡No soy una niña!– exclama poniéndose de pie para mirar a los ojos al joven, quien pretendía marcharse, Ishtar empuja el pecho del joven con sus pequeños puños sorprendiéndolo por ese arranque de locura–, ¡Deja de llamarme de esa manera, mírame, soy una mujer! ¡Una mujer! ¡¿Comprendes?! ¡Ahora vete!
– ¡Neurótica!–replica completamente indignado para acto seguido retirarse rápidamente utilizando el pasillo para llegar al ascensor, « Ya decía yo que estaba loca, ¿Quién llora a mitad de las escaleras de esa manera? Debí escuchar a mi intuición y tomar el ascensor en el piso anterior». Se dice acomodando su traje mientras avanza por el pasillo.