Es bastante tarde cuando por fin Elian consigue sentirse más tranquilo y capaz de reunirse con su familia y aparentar que todo se encuentra bien aunque la incomodidad de su corazón continúe, sabe que en realidad Ishtar no es responsable de nada. Había apreciado y escuchado suficiente para saberlo, desde que vió a la joven salir de la cabaña, la siguió con la mirada y se percató también de su hermano aproximándose a ella, simplemente había decidido no intervenir y por fin darle la oportunidad a su hermano de hablar con Ishtar.
Cuando consideró que era más que tiempo suficiente para haber dicho lo que fuese que quería decirle a la joven, se acercó y escuchó lo último de la conversación; sin embargo, no pensó que su hermano se atrevería a besar a la joven y menos aún se imaginó lo que sentiría al ver tal escena. Por ello había necesitado ese tiempo en soledad para poder estar sereno y enfrentar la situación con madurez, ante todos Ishtar es su prometida, por lo tanto su reacción ante Enzo, fue completamente entendible.
Al llegar hasta la habitación, abre la puerta y en la cama ubica a Ishtar, quien se encuentra sentada, abrazando sus piernas y parece llorar, de la misma manera en la que él había estado algunas horas antes, lleno de preocupación se aproxima y toma asiento a su lado.
–Isis, no llores, ¿Qué sucede?–inquiere evidentemente alterado.
– ¡Volviste, Elian!–exclama abrazándolo con emoción, sorprendiéndolo–. Perdón, de verdad lo lamento, yo… no le dije nada, créeme, no dije nada.
– Lo sé, no te preocupes, disculpa mi comportamiento, estaba muy molesto pero todo está bien, exageré un poco; es decir, pensé que le habías confesado todo, ahora veo que no.
– ¡No, no lo haría jamás! ¡Creí que me habías dejado aquí!–expresa sin liberarlo de su abrazo, él la envuelve entre sus brazos para consolarla.
–Yo no te dejaré sola, pase lo que pase, no te dejaré sola en ningún momento, ahora, vamos, prepárate, debemos ir a la fogata con todos–indica liberándola de su abrazo y mirándola a los ojos aún brillantes por el llanto.
–Elian, no quiero.
–No seas cobarde, aquí no ha pasado nada, ante todos eres mi prometida, me amas, te amo y todos deben verlo, especialmente Enzo para que conozca sus límites–indica con absoluta seriedad.
–De acuerdo–accede intentando sonreír.
– ¡Esa es la actitud, mi dulce amargo! Vaya a lavar ese hermoso rostro y no llore más.
Ishtar se limita a mover su cabeza de manera afirmativa con una sonrisa más sincera, el buen ánimo de Elian consigue contagiarla y hacerla sentir mucho más tranquila, se pone de pie y se encamina al cuarto de aseo para prepararse. Una vez que se encuentran preparados, juntos salen de la habitación y se dirigen a la salida para reunirse con el resto de la familia, quienes ya se encuentran alrededor de la fogata disfrutando de relatos y bromas.
Elian sujeta la mano de Ishtar y sonríe con tranquilidad, cuando Enzo los ve aparecer tomados de la mano como si nada hubiese sucedido, no es capaz de evitar sentirse molesto; sin embargo, no puede hacer nada al respecto.
Elian e Ishtar se acomodan en un lugar disponible alrededor de la fogata, el padre de los jóvenes se encuentra tocando la guitarra mientras todos disfrutan de la melodía en absoluto silencio.
La noche trascurre entre bromas, anécdotas y canciones, cuando el frio se intensifica, Elian envuelve en su abrazo a Ishtar para protegerla, ella sonríe agradecida ante el amable gesto del joven y se acomoda entre los brazos de Elian. Poco a poco todos se comienzan a retirar, Enzo y Zoe son los primeros en retirarse, Enzo se siente incapaz de permanecer más tiempo siendo testigo de las muestras afectivas del amor entre su hermano y la mujer que el ama y amara siempre.
Candy y sus padres también se retiran, el frio ya es demasiado intenso para la pequeña además de que debe dormir y los padres del joven, al ver a la pareja tan perdidos en su felicidad propia, pensaron que lo mejor que podían hacer era precisamente dejarlos a solas, Elian e Ishtar permanecen ahí observando la hermosa noche que los cubre.
–Isis, ¿Serias capaz de amarme?–cuestiona Elian mirando el cielo manteniendo a la joven en sus brazos.
– ¿Qué?–pregunta llena de confusión saliendo de su ensueño y percatándose de la situación en la que se encuentran.
–Cuando estuve solo, me di cuenta de que hace bastante tiempo deje de fingir que te amaba–se atreve a confesar Elian sabiendo el riesgo que corre al revelar la verdad de sus sentimientos.
–Creo que estoy escuchando mal, debe ser el sueño, ya todos se han retirado y hace frio, vamos a descansar–indica con una pequeña sonrisa intentando ponerse de pie.
–Isis, te amo–expresa evitando que se aleje uniendo sus labios a los de la joven que sin comprender la razón, le corresponde sintiendo como su corazón late rápidamente, « Esto debe ser una broma, una muy mala broma». Piensa sintiendo unas intensas ganas de llorar por la gran combinación de emociones que se contraponen en su interior.
–Adiós Elian–musita una vez que el beso llega a su final.
Se pone rápidamente de pie y avanza hasta la cabaña dejando atrás a un muy confundido Elian, quien atónito la observa alejarse sin saber bien que es lo que debería hacer, Ishtar llega hasta la habitación, se acomoda en la cama rápidamente y finge dormir a pesar de que las lagrimas escapan de sus ojos sin control alguno.
Lo que desea hacer es desaparecer de ahí en ese preciso momento, permanecer más tiempo ahí la sofoca; sin embargo, es de noche y no tiene manera de volver al departamento de Aina, « ¿Cómo eres capaz, Ishtar? ¿Cómo? Es el enemigo, ¿Ya lo olvidaste?» se reprende cerrando sus ojos fuertemente mientras su cuerpo tiembla de manera incontrolable.