┏─━─━─━∞◆∞━─━─━─┓
MORA Y FRESAS
┗─━─━─━∞◆∞━─━─━─┛
Êra otra madrugada que Aurora cumplía sin dormir.
Era otra madrugada que eso le importaba lo mismo que no dormir en la madrugada, y parecía que ésa vez planeaba romper su récord de: “Días sin dormir”.
AC/DC parecía ser el perfecto acompañante para ambientar sus momentos de ingeniera, esos en los que su lado más creativo y tecnológico salía a la luz dejando a la pobre bocina pequeña rodeada de cables cortados e inservibles.
Suspiró cuando sus párpados se cerraron sin su permiso y le costó reabrirlos, sabía que debía dormir antes de que cayera inconsciente durante una semana completa, le había pasado, pero no quería hacerlo sin antes haber acabado su labor.
Porque de no hacerlo, entonces no dormiría y sólo daría vueltas y vueltas en la cama pensando en mejoras y arreglos.
Porque así era ella, cuando un nuevo proyecto se le instalaba en la cabeza no lo dejaba hasta tenerlo en físico y completamente terminado, y más cuando se trataba de algo que exhibiría frente a importantes jueces.
Abrió los párpados y dejó el destornillador encima de unos cables, pues ya no había cupo en la mesa para dejarlo sobre el metal,
remplazándolo por un plato pequeño con un pequeño trozo de pie de Moras y Fresas.
Bajó del taburete y retrocedió cinco pasos, llevando una cuchara con un trozo de pie a su boca mientras examinaba el resultado y finalmente, después de tanto esfuerzo, dedicación y horas en ayune; había acabado, y lo mejor era que estaba satisfecha.
Los ojos le picaron por el sueño, pero rápidamente agarró su termo llenó de café con una mano y se llevó la boquilla a la boca, bebiéndolo hasta el fondo y sin despegar la mirada de su nueva adoración.
¡Que viva la obsesión, coño!
Si con eso no ganaba la maldita competencia por sobre Cameron Diáz, entonces se iba a dar un tiro en la boca e iba a dejar una carta de suicidio culpándola.
Esa mardita, si con ‹r›, se hundía sí o sí.
¿Qué quién era la degraciá? ¡OH! Pero dejame te cuento...
Cameron Rose Diáz era la chica que siempre ocupaba el primer lugar en cada convención robótica a la que Aurora asistía. Era nieta del señor Diáz, el juez principal.
cof, cof, QUE MALDITA PREFERENCIA MÁS NOTORIA, cof, cof, NI EL MENSAJE OCULTO ES TAN OBVIO COÑO.
Respiremos y calmémonos. *inhala, y exhala* seguimos.
Cada año, desde los once, Cameron y Aurora se sumergían en una riña por demostrar cual era la mejor. Ya no era una competencia internacional, era una privada entre ellas dos.
Lo peor es que Cameron siempre ganaba y su madre, Keisha, se pasaba todo el camino burlándose de que tan ridículo debía ser su robot para que una cafetera parlante le ganara.
Llegó un momento en que Cameron dejó de esforzarse porque sabía que ganaría de todos modos, así que sus trabajos eran cada vez más vagos y no se esforzaba en ocultar el poco esfuerzo en ellos.
Eso le daba una rabia a Aurora.
Pero ahora, su paciencia había llegado al fucking límite, y con esto que había creado, si la perra ganaba con una cafetera que decía buenos días, entonces la preferencia del señor Diáz sería evidente y los dos se pudrirían.
Verán, Aurora era buena creando robots e inventos inofensivos, sus proyectos eran dignos de mirar por encima del hombro al estar en ésa categoría. Pero su fuerte siempre habían sido las armas, porque cuando creaba una, tenían que quedarse viéndolo fijamente.
Y es que ella tenía un estilo majestuoso y elegante para hacerlas, las ideas volaban cuando se trataba de algo que causase impresión y desastres, siempre siendo algo tranquilo, discreto y tecnológico.
Tenía una obsesión por la tecnología.
Pero cuando Ariel, su hermano mayor, le hizo saber su inquietud por llevar armas a las convenciones que podrían caer en malas manos, prefirió irse por lo simple y seguro.
Pero no ésa vez.
Sintió la garganta caliente y enseguida lo asoció a la temperatura del café que se había tomado sin recesos o soplidos. En ése momento no le tomó tanta importancia, pues la emoción en su pecho era suficiente adrenalina para amortiguar cualquier dolor externo.
—Bien, ahora... —agarra el termo con las dos manos, recorriendo su invento con los ojos—... La opinión de un profesional.
—¡Tarado!
La piedra pequeña, o piedrita para los latinos, golpeó la ventana de Ariel y luego cayó perdiéndose entre arbustos. Aurora fruncio las cejas preocupada, ¿a caso él imbécil no planeaba bajar a ver su invento? ¿Era para él más importante dormir que ver lo que le daría, por fin, la victoria sobre Cameron?
—¡Ariel, idiota!
Bueno sí, eran las seis de la mañana y el sol apenas mandaba un par de rayos que corrompían la oscuridad del cielo, pero podía poner esfuerzos y salir de la cama.
Cuando lanzó otra piedrita, la ventana se abrió y Ariel, somnoliento y seguramente desnudo, sacó el torso por la ventana.
Obviamente la roca le dio en la frente, casi en el ojo izquierdo.
—La madre que me parió. —se quejó en susurros, llevando una mano a su frente para comprobar si había una fisura.
—No —Aurora niega con una sonrisa burlona—, A ti te parió el diablo. —Ariel sacó las manos de su cara y la miró mal— ¡Ven baja! —apremió haciendo el gesto de ‹Ven› con la mano derecha.
Ariel suspiro, alzó su dedo pulgar y se perdió en la oscuridad de su cuarto.
—¡Y trae más pie! —exigió, no recibió respuesta pero se dijo así misma que él la obedecería.
Si vivían en la misma casa, pero cuando daban las nueve y Aurora seguía en el taller Keisha cerraba las puertas dejándola afuera, como ahora, y varios días atrás.
#1792 en Otros
#116 en Aventura
#438 en Fanfic
comedia romance drama pasión y acción, heroes y heroinas, avengers
Editado: 05.05.2020