*"El hombre es la medida de todas las cosas."* —Protágoras
**Octubre de 2024 - París**
Hart había estado vagando por Europa, buscando respuestas sobre su pasado y la traición de Lucius y Leila. Después de meses de incertidumbre, escuchó rumores sobre un inmortal llamado Alaric, un antiguo guerrero que podría tener información valiosa. Decidido a encontrarlo, Hart se adentró en las calles oscuras de París, sintiendo una mezcla de ansiedad y determinación.
Una noche, mientras buscaba en un callejón sombrío, finalmente encontró a Alaric. El inmortal estaba apoyado contra la pared, envuelto en sombras. Su mirada era intensa, y parecía evaluar a Hart con un aire de desconfianza.
—¿Quién eres? —preguntó Alaric, cruzando los brazos—. Cometes un error si has venido aquí con intenciones hostiles.
Hart, sintiendo el peso de la situación y recordando las traiciones que lo habían marcado, respondió con firmeza: —Soy Hart. Vine a buscar información sobre Lucius y Leila. Ellos me traicionaron, y necesito entender el por qué de su traición.
Alaric frunció el ceño, su expresión endureciéndose. —No tengo por qué decirte nada. Ellos han elegido su camino, y tú no eres parte de él.
—¡Dímelo! —exigió Hart, la frustración brotando de su interior—. No tengo tiempo para tus juegos.
Alaric, sintiendo que la tensión aumentaba, dio un paso adelante. —Si deseas obtener algo de mí, deberás demostrar que eres digno.
Sin más advertencias, Alaric atacó. Hart se defendió, pero la pelea fue feroz. Ambos intercambiaron golpes, y aunque Hart luchaba con todas sus fuerzas, las habilidades de Alaric eran formidables. Sin embargo, con determinación y un golpe preciso, Hart logró derribar a Alaric, quien cayó al suelo, herido pero no derrotado.
**La Revelación**
Con esfuerzo, Hart se acercó a Alaric, sintiendo el ardor de sus propias heridas. La adrenalina disminuía, y el peso de la traición lo abrumaba. —Ahora, ¿me dirás lo que sabes? —preguntó, su voz temblando entre la esperanza y el desespero.
Alaric, respirando con dificultad, miró a Hart con una mezcla de respeto y resignación. —Está bien. Se han ido a Nueva York. Se han convertido en magnates, liderando un imperio que han construido en las sombras.
Hart sintió que una mezcla de alivio y rabia lo invadía. La idea de que Lucius y Leila prosperaran a expensas de su dolor le revolvía el estómago. —¿Dónde están exactamente?
—No puedo decirte más... —respondió Alaric, su voz debilitándose mientras su vida se desvanecía.
—¡Dímelo! —gritó Hart, pero ya era demasiado tarde. Alaric cerró los ojos, y su cuerpo se quedó inmóvil. La pérdida de la única fuente de información lo dejó sintiéndose más solo que nunca.
**El Viaje a Nueva York**
Con la información que le quedaba, Hart se dirigió a Nueva York. Sabía que debía actuar rápido, pero cada paso hacia la ciudad era un recordatorio de su traición y su dolor. Su corazón latía con fuerza, no solo por la emoción de la búsqueda, sino por el miedo a lo que podría encontrar.
**Nueva York**
Al llegar a Nueva York, Hart se sumergió en la ciudad, buscando cualquier pista sobre Lucius y Leila. Mientras exploraba, comenzó a notar artículos en periódicos y publicaciones en redes sociales sobre una gala exclusiva que se celebraría en el Hotel Ravenwood. Los nombres de Lucius y Leila aparecían en los titulares, describiéndolos como los nuevos magnates de la industria.
—"La Gala de los Magnates: Lucius y Leila, líderes de un nuevo imperio" —leía Hart en su teléfono, sintiendo que la ira y la confusión lo invadían. La imagen de ellos disfrutando de su éxito mientras él sufría lo llenó de una furia que apenas podía contener.
**La Gala**
La noche de la gala, se vistió con un traje oscuro que acentuaba su figura, intentando ocultar la tormenta que se desataba en su interior. Al entrar en el lujoso hotel, se sintió como un espectador en un teatro, donde cada rostro era una historia y cada conversación un secreto. La música suave llenaba el aire, y los murmullos de la élite neoyorquina creaban una atmósfera electrizante.
Las luces brillantes reflejaban la opulencia del lugar, y la risa de los invitados resonaba como un eco distante de la vida que él había perdido. Sus ojos se posaron en Lucius y Leila, quienes estaban rodeados de admiradores. Lucius, con su carisma habitual, sonreía mientras hablaba con un grupo de empresarios. Leila, a su lado, parecía más distante, como si una sombra de melancolía la siguiera.
Hart se acercó, conteniendo la respiración mientras se preparaba para presentarse. Sabía que debía mantener su fachada y que cualquier error podría revelar su verdadera identidad. Cuando llegó a su lado, Lucius lo miró con curiosidad.
—¿Y tú quién eres? —preguntó Lucius, con un tono de desconfianza.
—Elias —respondió Hart, extendiendo la mano—. He oído hablar de ustedes y de los grandes negocios que han estado desarrollando. Me gustaría explorar una posible colaboración.
Leila frunció el ceño, sintiendo que había algo familiar en él. —¿Colaborar? ¿Con qué propósito?
Hart sonrió, tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza. —He llegado a Nueva York buscando oportunidades. Creo que juntos podríamos lograr algo significativo.
**La Duda y la Sospecha**
Mientras Hart hablaba, notó cómo Lucius y Leila intercambiaban miradas, como si dudaran de su autenticidad. Había un destello de reconocimiento en sus ojos, pero rápidamente lo ocultaron.
—¿Has estado en el negocio mucho tiempo, Elias? —preguntó Leila, con una mezcla de interés y desconfianza.
—Lo suficiente para saber que la ambición puede ser tanto un aliado como un enemigo —respondió Hart, sintiendo el peso de sus palabras y recordando su propia ambición que lo había llevado a esta situación.
En ese momento, un hombre elegante se acercó, interrumpiendo la conversación. Su presencia era imponente, y su sonrisa tenía un aire de misterio. Se presentó como Viktor, un influyente empresario con conexiones en los círculos más altos de Nueva York.
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Editado: 22.10.2024