Venganza en el viejo Oeste: 10 relatos de amor

El JUEGO DE LA VENGANZA

Eliza era una mujer marcada por el dolor y la desesperación en el árido paisaje del viejo oeste. Después de ser violentada por su desalmado empleador Edward en la ganadería, se sintió perdida y sin esperanza. La soledad le ahogaba, sin familia que la defendiera, y aquella violación la hizo sentir como si fuera poco más que un despojo.

Un día, Eliza decidió poner fin a su sufrimiento. Ató una cuerda al árbol que se erguía en medio del camino, pero el destino tuvo otros planes para ella. Una anciana de corazón sabio pasaba por allí y, al ver las intenciones de Eliza, corrió con determinación para impedir la tragedia. Con palabras llenas de empatía y sabiduría, convenció a Eliza de que aún había esperanza.

Entre lágrimas y con el alma agotada, Eliza fue llevada a la humilde morada de la anciana. Esta mujer de corazón generoso le preparó un calmante y veló su sueño con amor y comprensión. Al despertar, la anciana le ofreció un nuevo comienzo: poder quedarse y ser tratada como una hija. Juntas, decidieron enfrentar el cruel mundo que las rodeaba.

Eliza encontró en la anciana no solo un refugio, sino también una fuente de fuerza y apoyo. La relación entre ellas se volvió profunda y sincera. Sin embargo, el destino tenía una nueva prueba preparada para Eliza. Pronto, su vientre comenzó a crecer y comprendió que una nueva vida crecía en su interior, fruto de la violencia que había sufrido. A pesar de la amargura, decidió dar a luz, con la anciana como su partera.

Los años pasaron y la anciana falleció, dejando a Eliza con un corazón roto, pero con la determinación de criar a su hijo, Nathaniel, y mantener la casa en pie. Con el tiempo, Nathaniel empezó a preguntar sobre su padre, pero Eliza siempre le mintió, diciéndole que había fallecido.

Un día, mientras Eliza estaba fuera buscando trabajo para sobrevivir, Nathaniel encontró un viejo diario que revelaba la trágica verdad de su concepción. Aunque devastado por la revelación, Nathaniel entendió las razones de su madre y decidió buscar a su progenitor.

El chico, de mente aguda y habilidoso en los intrincados caminos del viejo oeste, donde la supervivencia era una danza con las bestias y las cartas una moneda de cambio, ideó una venganza. Con el nombre de su indeseado progenitor en sus labios, Nathaniel emprendió la búsqueda, sabiendo que no tardaría en encontrarlo; no había un solo hombre que no frecuentara los salones del pequeño pueblo.

Finalmente, fue en uno de los sombríos bares donde se topó con el hombre que ya comenzaba a sentir el peso de los años. Como un forastero desafiante, Nathaniel se acercó y le propuso una apuesta que sacudió al lugar: "Todas tus tierras y ganado en un juego de cartas.  Veamos si eres tan diestro como presumes ante tus amigos."

Edward, sorprendido, no ocultó su incredulidad: "¿Quién es este mocoso que se atreve a desafiarme?", exclamó. No obstante, Edward no retrocedió:

"No debería perder el tiempo contigo, pero aceptaré tu desafío ya te veré luego pulir mis botas hasta dejarlas tan brillantes como la luna".

"Solo si prometes darme lo que te pedí si tú pierdes", le dijo Nathaniel con determinación.

Sin saber que estaba frente al hijo que había creado en el vientre de Eliza el día de la violación, Edward aceptó la apuesta ante los testigos. Así, comenzó el duelo de cartas, donde el destino de tierras y ganado se jugaría en cada mano.

Los presentes inicialmente se burlaban y reían del joven Nathaniel, menospreciando su aparente inexperiencia. Sin embargo, a medida que las cartas caían sobre la mesa, la situación dio un vuelco impresionante. Los rostros de asombro reemplazaron las risas, y la preocupación se dibujó en los ojos de muchos, especialmente en los de Edward.

Finalmente, la partida llegó a su conclusión con la derrota de Edward, quien, derrotado y resignado, no tuvo más opción que admitir su fracaso. Exclamó con incredulidad y asombro: "¿De dónde salió este pequeño forastero? No puedo creer que me hayas ganado. ¿Quién eres tú?", preguntó con voz temblorosa.

La respuesta de Nathaniel resonó en el aire, generando gran tención en el salón: "Yo soy tu hijo, aquel que engendraste en el vientre de mi madre el día en que la violaste. Ahora, quiero que seas todo un caballero y cumplas con la apuesta. Quiero tus tierras y tu ganado."

La revelación dejó a los presentes en un estado de conmoción y asombro. El acto aborrecible de Edward fue expuesto y condenado por todos los presentes. Indignados, exigieron que el hombre cumpliera con lo apostado.

Así, Eliza y su hijo obtuvieron las tierras y el ganado, lo que les abrió las puertas para dejar atrás la miseria en la que estaban sumidos. En contraste, Edward quedó prácticamente en la pobreza y fue despreciado en todos los rincones del viejo oeste, marcado por su pasado cruel y vil.

 

 



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Editado: 29.10.2023

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