Venganza Navideña: el inicio de la pesadilla

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Cuando voltearon a mirar, se dieron cuenta que volvía a caer nieve dentro de la chimenea, cada vez más nieve. Hasta que, rompiendo la madera que aún quedaba y esparciendo las cenizas por el suelo, cayeron un par de patas peludas, terminadas en pezuñas, como las de una cabra. Sin creer en lo que veían, trataron de caminar lentamente sin hacer ruido hacia atrás, para llegar a la habitación de su padre. Pero tropezaron con algo y cayeron ruidosamente al suelo. Provocando que, sobre ellos se posara una mirada de ojos rojos como la sangre.

En ese momento, se arrepintieron de todo lo que habían hecho en sus vidas, de todas las travesuras, de haber molestado sin cesar a todas las personas de ese pueblo. Pero ya era tarde, el Krampus había llagado.

Una enorme figura demoniaca salía de la chimenea. ¿Cómo es posible que algo tan grande quepa por ahí? En ese instante, ya nada les importaba, porque sabían que, si no hacían nada pronto, no saldrían vivos de esta. Respirando una gran bocanada grande de aire, y gritaron tan fuerte como sus pulmones y cuerdas vocales les permitieron.

Cuando el señor Blossom escucho un fuerte grito proveniente de su sala, se levantó de un salto temiendo por sus hijos. Rápidamente se colocó su chaleco y salió del cuarto, o eso intento. La puerta estaba atascada. Desesperado por saber si sus hijos estaban bien, empezó a tratar de derribar la puerta, sin saber que el marco estaba congelado por fuera.

Mientras los niños Blossom gritaban aterrados llamando a su padre, el golpeaba sin cesar la puerta hasta hacerse daño en el hombro. Cuando por fin se rompió el hielo, corrió hacia la sala. Pero cuando llego ya era demasiado tarde.

Recordó lo que el anciano había dicho – “Dicen, que su rostro diabólico está adornado con cuernos en la frente, una larga lengua roja y una cabellera negra. Tiene el cuerpo cubierto por un tupido pelaje oscuro, y sus patas son de cabra, similares a las de un fauno. El Krampus”. Y con mayor terror vio, que en su espalda yacía una canasta, pero no estaba vacía, en ella se encontraban dos niños inconscientes. El terror le impidió reaccionar. Solo pudo ver impotente como el Krampus salía por la chimenea con sus hijos, para nunca más verlos. Dejando tras de sí un padre devastado, y una cajita de regalo. Pero no solo a él.

Jason estaba durmiendo cuando escucho un fuerte ruido proveniente de la sala, cuando bajo con su linterna en mano, vio que la chimenea estaba apagada, llena de nieve. Suponía que la tormenta lo habría provocado, hasta que escucho en el tejado fuertes pisadas y cadenas arrastrándose. Recordó la historia del anciano, y recordó su deseo. Se asustó tanto, que empezó a temblar, pero el no bajo por la chimenea. Solo dejo caer una caja de regalo pequeña, igual la que encontró el señor Blossom, donde había una pequeña campanita redonda de color bronce, con una inscripción. Una palabra, solo una, pero que le dejo la piel de gallina. Krampusnacht!




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