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Saya no puede evitar sacar la mirada cada que pasa un momento de suspenso

somos como el fuego y el agua, muy distintas, pero eso es lo que nos une.

Llegué caminando y golpeé la puerta, me abrió su mamá Laura

   —Hola Soka, ¿cómo estás?, Saya está en su cuarto pasa

   —muy bien y usted ¿cómo está? dije caminando al cuarto de Saya sin esperar una respuesta.

Ella ya sabía cómo ir a la ciudad, Saya ya había ido varias veces y planeaba hacerlo otra vez, pero en otra ocasión, yo iba a tratar de convencerla, para hacerlo el viernes. Era mi única opción hasta ese momento, ya que no sabía ir por mi cuenta, además en caso de una emergencia iba a tener la compañía de mi mejor amiga.

   —Hola otaku le dije burlándome

   —hola Emo contestó

   —te quería preguntar algo, qué tal si salimos a un lugar

Saya dejó de pintarse las uñas y me miró con entusiasmo

   —¿a dónde?, al cine, al parque, al teatro

   —qué te parece si vamos a Della, tú ya fuiste y me pareció que podríamos ir

   —si me parece genial, ¿pero por qué quieres ir allá?

   —porque de chiquita tengo recuerdo lindo y me gustaría volver

Estuvo un rato pensándolo y al final accedió, pero solo por un día, mi intención era quedarme una semana, pero no teníamos dinero.

Salió de su cuarto y habló con su madre, no demoró en darle el permiso, si bien Saya tenía 17 y era suficientemente madura y responsable, su madre nunca se preocupaba si ella no regresaba a tiempo o si no le mandaba mensaje. Ya habíamos hablado de esto antes y ella algunas veces sentía que no le importaba a su madre, yo trataba de convencerla de que no era así, pero en el fondo sí sabía que tenía razón.

Era hora de empacar porque, aunque era solo un día uno nunca sabe a lo que se enfrenta

especialmente yo.

Tuve que mentirle a mamá y decirle que nos íbamos a quedar en casa de una amiga, a diferencia de la madre de Saya la mía si era protectora o más bien sobreprotectora.

Fue en ese instante cuando estaba guardando las cosas en mi mochila que me dirigí a la cocina y guarde un cuchillo en la mochila ni siquiera lo pensé, como si mi cuerpo fuera manejado por otra persona, ¿tenía intención de matarlo o solo quería hacerlo sufrir?, supongo que me daría cuenta cuando lo viera con mis propios ojos.

   —Mamá ya me voy, no me esperes despierta como siempre, trata de relajarte

   —está bien hija, ya sé que ya eres grande y responsable, diviértete.

Me abrazó como era de costumbre y mientras yo me iba en el auto con Saya y su madre, ella se despedía con sus manos

   —mamá pone algo de música —dijo saya con voz alegre—

   —claro cariño.

Yo me recosté, observaba por la ventana, no sabía en qué pensar, ¿realmente sería capaz de mancharme las manos con sangre?, ¿qué pensaría mi mamá y Saya?, probablemente que era una asesina y obviamente iría a la cárcel,

pero este impulso borró todos estos pensamientos efímeros, solo quería acabarlo y extinguir el fuego que siento por dentro, pero para lograr eso lo tengo que hacer con su sangre.

El viaje no duró mucho, mientras elijamos en que cafetería íbamos a desayunar, porque eran apenas las ocho de la mañana, yo sugerí una que estaba cerca de la casa de ese bastardo.

Nos bajamos y su mamá se fue, vendría por nosotras a las doce de la noche así que tenía ese tiempo para confrontarlo

le mandé un mensaje diciendo que ya había llegado y que nos veríamos más tarde, él accedió sin problema.

Saya se dio cuenta que estaba chateando con alguien e intento averiguar quién era, pero le dije que era mamá.

En la cafetería nos pedimos un capuchino con medialunas rellenas de chocolate

era muy lindo el lugar lleno de plantas con rosas rojas y blancas también había un gato gris jugando, me recordaba a ¨Alicia y el país de las maravillas¨ y se podía apreciar el sol naciente iluminando todo el lugar.

En ese instante reconocí una cara, entre la multitud vi a ese chico

se acercó hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja...

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