Desconocido
Mis botas crujían a cada paso que daba. El satisfactorio sonido de las ramas quebrándose bajo mis pies y aunque era más agradable escuchar ese sonido provenir de los huesos de mis víctimas, ya tenía bastante satisfacción por hoy.
Las calles estaban oscuras y desoladas, y no es que ellos vivían muy cerca de la civilización aunque sí habían distintos edificios y casas, la mayoría de ellos no estaban habitados; habíamos preferido mantener todo oculto y a la hora de elegir un lugar, éste fue el mejor. El frondoso bosque que había en la acera paralela a la de la casa era más que perfecto para salir a cazar.
Por fin salí del bosque y miré a ambos lados cerciorándome de que nadie me haya visto; crucé al otro lado de la calle donde se encontraban las distintas edificaciones de ésta pequeña calle. El pueblo en sí no era grande, pero tenía pequeños sectores y calles con distintos nombres lo cuál lo hacía igual o similar al resto de los pueblos.
Cualquier persona que viene lo único que les llama la atención es el bosque. Ese frondoso bosque que parece no tener fin, pero que para sorpresa de muchos en poco tiempo ya lo conocía de arriba, abajo.
Tomé el pomo de la puerta y tomé una respiración profunda, debía reunir bastante paciencia para lidiar con ellos.
Abrí la puerta y la encontré sentada en el sofá y al oírme entrar se levantó rápidamente de éste.
—¿Todo bien?— pregunta ella con nerviosismo.
—¿Porqué no habría de estarlo?— en mi rostro apareció una sonrisa burlona lo cual hizo que por unos segundos su rostro se contrajera en confusión— Tranquila, lo tengo todo bajo control—. Me crucé de brazos y le dediqué una sonrisa de boca cerrada.
Se acercó a pasos acelerados con sus manos entrelazadas al frente y mi entrecejo se frunció a causa de su rápido movimiento —No quiero que pase algo que nos vaya a dejar en evidencia— prosigió a hablar— principalmente por ella, no quiero que descubra la verdad. No quiero que sea conciente de ésto que por años nos ha costado ocultarle. No quiero...
—¡Ya basta!—Exclamé interrumpiéndola— ¡No soy idiota— mi voz salió más molesta e irritada de lo que imaginaba. Pero ¡carajo! Era tedioso tener que soportarla.
—Sólo quiero que esté bien— dijo con un leve susurro, mientras me miraba y negaba con la cabeza.
—Lo está— hice una pausa mientras me acerqué y la miré directamente a los ojos para luego ladear mi sonrisa—y lo estará Alice.
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Lillyanna.
—Éstos proyectos me agotan— chilla Allison mientras apoya su cabeza en la mesa.
—¡Por Dios! apenas tenemos 17 años, ¿qué pasará cuándo lleguemos a la Universidad?— Pregunté cansada mirando al cielo, tratando de buscar una respuesta que no llegaría.
—No lo he pensado Lilly— agarra su mentón de forma pensativa hasta que segundos después suena la campana y termino de copiar los apuntes sobre los requisitos para el último proyecto del semestre.
—Pensándolo bien, ni siquiera sé que estudiaré— dijo dejando caer sus brazos en forma de rendición, encorvándose hacia delante y haciendo un puchero.
—No creo que esa postura de orangután te haga pensar mejor— la tomé por los hombros y la enderecé—. Tienes unas semanas para pensar en la carrera universitaria que posiblemente defina tu brillante o asqueroso futuro—. Sonreí cómo niña pequeña.
—Gracias por el ánimo, Lilly— dice en tono sarcástico. Y yo le sigo el juego.
—De nada belleza, para eso estoy— le tiré un beso al aire mientras me ponía de pie y salía del aula.
×××
—Mamá, llegué— anuncié mientras cerraba tras de mí la puerta. El silencio impropio de la casa hace que me sienta incómoda. —¿Mamá?
Me dirijo hacia las escaleras de manera cautelosa, y lo que veo hace que la sangre abandone mi cuerpo.
Sangre.
Gotas de sangre por toda la escalera.
Con el miedo calandome los huesos, me atrevo a ir hacia el piso superior. Al estar al pie de la escalera noto cómo las manchas de sangre hacen un camino hasta al final del pasillo, dónde se encuentra el baño social del segundo nivel.
Sí, un baño social para cada piso.
—Mamá— Silencio.
Avanzo hasta el baño y escucho agua correr, la puerta está entreabierta y un pequeño destello de luz sale por la apertura. Le doy un leve empujón a la puerta y un grito ahogado escapa de mis labios, al mismo tiempo que la tranquilidad inunda mi cuerpo. Ahí estaba mi madre, limpiándose una herida recién hecha en el lavamanos.
Puse una mano en mi pecho al tiempo que trataba de normalizar mi respiración —Cielo, no te escuché llegar— dice y me dedica una sonrisa tensa, lo cual me confunde.
—Pensé qué algo malo había ocurrido— hago una pausa mientras miro su mano y vuelvo mi mirada a su rostro— P-por las gotas de sangre en el pasillo— señalé el largo pasillo que se encontraba detrás de mi.
—¡Oh no querida! Sólo me lastime cortando las verduras, fui al baño del piso inferior, luego recordé que tu padre lo había puesto en el baño social del segundo nivel –. Soltó una risita tonta mientras negaba– Sabes que de cualquier rasguño parezco un manantial de sangre.
Raro pero cierto.
Aunque eso no logró que la confusión se fuera, asentí— Iré limpiando las manchas de sangre antes que papá regrese y se dé un susto de muerte— dije y antes de retirarme la miré por ultima vez para asegurarme que ya todo estuviera bien. Ella asintió sin mirarme mientras sacaba gasas y alcohol del botiquín.
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Editado: 11.06.2020