Verdad Sangrienta

Capítulo 3

Una palabra, cinco letras.

lunes.

No es que odiaba los Lunes, pero... ¿para qué miento? ¡Definitivamente odiaba los Lunes!

Miraba el reloj que colgaba aún lado de la pared marcando las 12:58pm.

El maestro seguía hablando algo sobre la química y la física pero no estaba prestando atención a lo que decía.

Movía mis piernas con nerviosismo bajo la mesa y llevé un dedo hacia mi boca para arrancar la única uña que sobresalía— Porque la tabla periódica salió de los periódicos, por eso su nombre, ¿Cierto señorita Rusbelle?— dijo el maestro apoyando sus manos de mi mesa y dándome una mirada de desaprobación a través de sus gafas, cabe recalcar que son horribles.

—¿Q-qué?— tartamude nerviosa.

—No estaba prestando atención a lo que decía, ¿Acaso no le interesa mi clase?— preguntó cruzándose de brazos.

—No. Digo sí, sí, sí maestro, sí me interesa— aclaré nerviosa.

—Bien, el primer informe que espero recibir es el suyo—. Abrí la boca para protestar y justo en ese instante sonó el timbre indicando que nos podíamos retirar a nuestros hogares.

Entré mis cosas a mi mochila para salir lo más rápido que podía.

—¡Lilly!— Llamó Allison mientras corría en mi dirección ya que había olvidado esperarla, y sí, estamos en el mismo salón pero yo me siento muy delante y ella, pues parece una sombra de esas que se sientan al final de salón.

—Hola payasita— dije riendo y dándole un abrazo.

—Te he visto distraída estos últimos días, ¿Qué pasa Lilly?

—¿Yo?— pregunté confundida— pero si estoy bien, es sólo qué todos los proyectos para fin de semestre me están ahogando.

Ella frenó de golpe —Lilly, no te he visto así ¿Segura de que estás...

—Nada Allison, enserio— La interrumpí dándole una sonrisa tranquilizadora—. Ésto de la universidad y los proyectos me comen el cerebro, es todo.

—Cuidado si son micro bacterias zombies— dijo Allison haciendo una mala imitación de un zombie, repitiendo la palabra Cerebro.

Solté una carcajada y negué por las locuras de mi amiga.

Me detuve en medio del pasillo y la miré seria —Bien, acabo de comprobar dos cosas, ¿Las quieres saber?

Ella me miró curiosa y asintió.— Primero: Definitivamente eres muy mala imitando a un zombie, si vives de la actuación ya te veo pidiendo lismona. Y segundo— hice una pausa mientras ponía una mano en su hombro— Voy a Reprobar química porque ese maestro me odia.— Solté una pequeña carcajada por la cara  molesta de Allison.

— Enserio pensé que me dirías algo realmente serio.

—Lo que te dije es realmente serio— Puse una mano en mi pecho y la miré indignada.

—Claro, cómo digas— Hizo un ademán de restarle importancia.

***

Ya era costumbre llegar a casa, verificar que mi madre estuviera aquí, subir a mi habitación y dejar mi mochila a un lado del escritorio, y si el almuerzo está listo bajar a almorzar con ella, y muy pocas veces se encontraba papá.

Pero gracias a mi hermoso maestro de química (nótese el sarcasmo) tenía que hacer un perfecto informe sobre la física, la química y otras cosas que no tengo idea pero nada que Allison no me pueda enviar.

Al abrir la puerta y me dirijo  por inercia a la cocina. Una nota de mi madre indicando que ha dejado la comida en el microondas, y mi ceño se frunce ligeramente; mi madre siempre está en casa para la hora del almuerzo.

Voy hacia la nevera para sacar un vaso con agua y en eso veo una foto de mi padre, mi madre y yo, colgando de la nevera siendo sostenida por un imán. Tenía menos de 4 años de edad y era muy feliz, a pesar de no tener todo lo que quería, tenía una familia feliz, a los 5 nos mudamos a éste pueblo, y realmente sólo tengo memoria de éste. No recuerdo otra casa, otro pueblo, otros amigos. Todo iba relativa bien, hasta mi cumpleaños número 9; mi madre empezó a ser más paranoica de lo normal y sin explicarme nada, empezó a excluirme de todos. Luego de dos años me permitió entablar una amistad sólida con Allison pero con la condición de no pasar de las 10 de la noche fuera de casa.

Luego de años sin explicación, decidió contarme sobre mi enfermedad y agradeció al cielo mi condición, para así no dejarme salir más tarde en la noche, sustentandose de las atrosidades que han sucedido los últimos meses.

Sacudí la cabeza tratando de quitar mi familia de allí por un momento. Abrí la nevera y tome el vaso de agua, fui al comedor donde debería comer sola ésta vez.

Saqué mi celular de mi bolsillo trasero y le envié un mensaje a  Allison, de seguro que le encantaría hacer el informe de química acompañada de su mejor amiga, y no hablo de mí, si no de la pizza que hay en la nevera.

Por que ¡vamos! ¿A quién no le gusta la pizza?




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