—Noc noc— La voz de Fernando al otro lado de la puerta me saca de mi mundo de diseños y me arroja de vuelta a la realidad. Abro la puerta y lo primero que distingo son varias cajas de pizza siendo sostenidas por unas manos pálidas además de magnas, un desordenado cabello oscuro y luego el angelical rostro de mi mejor amigo que se asoma por primera vez para decir—¿Me permites pasar?
—Pff…Puedes quedarte a dormir si quieres— Le arrebato las cajas de pizza de las manos a Fernando quien en estos momentos carcajea ante mi enorme delirio por la comida chatarra, ahuyentando al pobre Monty que solo vino a saludar, pero que ha concluido con marcharse por tal ruidosa risa.
—Déjame un poco ¿Quieres?— Exige Fernando al ver cómo apenas cierra la puerta, ya me estoy devorando el primer trozo de pizza.
Me siento en el comedor, extendiendo las piernas para posar mis pies sobre un banquito diagonal a mí, mientras tanto, mi querido amigo arrastra una de las sillas hasta que quedamos cara a cara. Ubica las demás cajas en la mesa y de la que tengo en manos aparta un pedazo antes de empezar a engullir.
Aunque esté acostumbrada a las visitas constantes de Fernando, el que esté aquí hoy—un viernes por la noche— y no en su cita con Robert, me desconcierta a niveles estratosféricos.
—Te dejaré si me explicas ¿Por qué estás aquí y no en tu cita?— Fernando ladea la cabeza y se toma un par de minutos para contestar.
—Mi padre volvió a la casa— Mi boca hace una perfecta “O” por el asombro que está irrumpiéndome ahora mismo.
La historia entre el señor Jorge y él es bastante complicada. Fernando les habló a sus padres acerca de su orientación sexual cuando tenía alrededor de quince años, inclusive les comentó acerca de una posible conquista, alguien unos 2 años mayor que acudía a las mismas clases de pintura que a las que él iba a pocas calles de su casa.
Su madre no emitió palabra alguna esa noche, se retiró de la mesa sin siquiera terminar su plato, excusándose con que debía ir a ver su tía Lu por si le hacía falta algo. Por otro lado, su padre lo humilló cruelmente, no solo con palabras hirientes sino también al echarlo de la casa y por si fuera poco, lo golpeó varias veces, solo se detuvo cuando vio que su boca sangraba.
A partir de ese día, la relación entre ellos cambió de manera drástica, el señor Jorge y Fernando mantuvieron distancia. Fernando se vio obligado a mudarse a casa de su tía Helen, ninguno de los dos se dirige la palabra hasta el sol de hoy. No entiendo como la madre de Fernando no hizo nada al respecto, aunque fue la única que se disculpó con su hijo por no haberse atrevido a enfrentar al padre de Fernando, estuvo de acuerdo con su decisión y después de dos años, ella por fin se dio cuenta del error que había cometido, se divorció y reconstruyó la “relación” con su hijo.
—¿Por..?— Sin poder terminar mi pregunta debido a lo sorprendida que estoy todavía, mi mejor amigo logra entenderme y comienza a dar explicaciones.
—Ella dice que mi padre ha cambiado, que debería alegrarme por ellos, que al fin y al cabo es mi padre me guste o no y que todos merecemos una segunda oportunidad en esta vida— Cita Fernando las palabras de su madre, solo que no con la misma emoción que supongo lo habrá hecho ella. Mi mejor amigo se tumba en la silla de madera con pesadez y sin ánimo, toma un trozo de pizza de la caja y come lentamente, saboreando cada parte de la comida chatarra, espero que eso logre sacarle una sonrisa o por lo menos hacerle pasar un poco el mal rato.
—¿Y qué sucedió con Robert?
—Mi madre me llamó por teléfono, quería avisarme que tenías intenciones de hablar seriamente conmigo al regresar a casa después de la jornada de trabajo. Pero como le dije que quería llevar a Robert a cenar, se quedó en silencio por unos cuantos largos segundos y comenzó a tartamudear. Ahí soltó la sopa, me contó que mi padre iría a la casa en la hora del almuerzo, que para llevar la fiesta en paz y no provocar disturbios entre nosotros, fuese mejor que no invitara a Robert.
—¿Volverás a casa entonces?— Fernando niega con la cabeza y con los ojos como el gato con botas me pide el favor de quedarse solo por esta noche en mi apartamento, a lo que yo accedo sin problema alguno—Puedes quedarte aquí las veces que sea necesario, pero eso sí. En algún momento debes enfrentar a tus padres.
—Lo sé, pero mientras tanto déjame disfrutar de la pizza y tu increíble compañía— Finjo derretirme ante el comentario de Fernando, ladeando la cabeza y sonriendo como tonta por cuan dulce sonó eso—dejemos de hablar sobre mí. Cuéntame tú, ¿Qué tal tú cita con Christopher?
Río porque sé que decir el nombre incorrecto lo está haciendo apropósito para fastidiarme, sin embargo, no le doy el gusto de mostrar mi enfado ni corregirlo y comienzo a relatar lo que fue de mi velada ayer.
—No imagino cuan tedioso habrá sido esa cita— Exclamó Fernando, inclinándose en la cama para tomar otro trozo.
—Es un agradable hombre, tiene los pies en la tierra además de ser todo un caballero—Sonrío, conservando por unas milésimas de segundos sobre los aspectos buenos de él—Sin embargo, no sentí esa química como cuando nos conocimos. Habló gran parte de la noche sobre su trabajo, la conversación solo giraba en torno a él y sus proyectos, estaba tan apasionado hablando que no quise interrumpirle.
—Ow, eres tan dulce. Si hubiese estado en tus zapatos, la cita hubiera acabado ahí mismo— Río, concordando con su comentario—¿Y qué harás si te vuelve a invitar a salir?
—Fácil, le diré que salí de la ciudad por unos días, conocí al amor de mi vida el cual se llamará Rodrigo quien me conquistó con su impresionante yate y gran sentido del humor. Nos casaremos cuatro meses después, tendremos una luna de miel en el mediterráneo navegando por las paradisiacas aguas de Italia, lo que provocará el surgimiento de una asfixiante pasión con la que conseguiré varios orgasmos, además de quedar embarazada y lo que se suponía eran unas simples vacaciones pasarán a ser toda una vida— Una risotada sale arrojada de la boca de mi mejor amigo, negando con la cabeza sin dejar de verme con los ojos cristalizados—Es un fantástico plan.