Rivalidad a Destiempo

Él y ella se encontraban en todos los caminos; no había espacio que no compartieran en su afán de competir. En cada encuentro, los ojos se encontraban primero, retadores, y luego las palabras afiladas cortaban el aire. Con el tiempo, las líneas entre el odio y el deseo comenzaron a desdibujarse. Entre batallas de miradas y choques de voluntad, nacía algo indescifrable… algo más profundo.

Poema

Tus pasos siempre detrás,
siempre cerca, siempre ahí,
cortando mi sombra en dos,
marcando el suelo que piso
como si fuera tuyo,
como si te perteneciera cada huella.

Somos dos fuegos enfrentados,
llamas que no se apagan,
ni se apagan, ni se rinden;
quemamos el mismo suelo,
con un rastro de cenizas
que solo nosotros seguimos.

Te miro, y mi piel arde.
No es amor, me digo,
es rabia que hierve,
es rivalidad que crece,
pero luego siento un temblor,
un escalofrío,
y todo se tambalea,
se confunde.

Cada palabra que lanzas,
cada mirada que esquivo,
son piedras en un río profundo
donde ambos caemos.
Nos ahogamos de orgullo
en las aguas de este juego,
en el eco de nuestros desafíos.

Y aunque me resisto,
aunque me niego,
mi corazón traicionero late,
como si en cada desafío
encontrara vida.
¿Cómo es que odio lo que deseo?
¿Cómo es que te quiero… sin quererlo?

Llega el momento, frente a frente,
ya sin palabras que decir,
el silencio pesa, suspira.
Y entonces lo siento:
la tensión, el borde,
donde el odio se encuentra
con un amor que no quiere ser.

Nos alejamos, rivales siempre,
pero en cada despedida
hay algo que no se dice,
una promesa de volver a arder,
a odiar, a desear,
a encontrarnos en las sombras,
en la línea difusa
entre la guerra y el amor.