Ella creyó haber encontrado un amor sincero, un vínculo real, pero todo se desmorona cuando descubre que todo fue una apuesta. Cada palabra, cada gesto, cada promesa fue parte de un juego cruel. Ahora él dice estar arrepentido, pero las disculpas llegan demasiado tarde. Aunque en su corazón aún quedan destellos de lo que sintió, el dolor de la traición es más fuerte.
Poema:
Te miré y pensé
que en tus ojos había verdad,
un refugio donde el alma descansa,
un rincón donde el amor se anida.
Creí en tus palabras,
en cada promesa que susurraste,
y en la sonrisa que compartimos
como si fuera un pacto eterno.
Pero la verdad cae como lluvia ácida,
quema, atraviesa, desgasta.
Era solo un juego para ti,
una apuesta en la que mi corazón
era solo una pieza más,
un premio que ansiabas ganar.
Y aquí estoy, con las manos vacías,
sosteniendo el peso de tus mentiras.
Cada "te quiero" fue una estrategia,
cada mirada un movimiento calculado,
y yo, tan ciega y confiada,
me entregué sin sospechas,
sin temor a lo que escondías.
¿Qué se siente haber jugado con mi alma,
haberme convertido en tu victoria?
¿Te dolió siquiera un poco,
o fue todo diversión para ti?
Ahora vienes a mí,
diciendo que estás arrepentido,
que el juego se volvió real,
que en medio de la mentira
nació algo verdadero.
Pero el daño ya está hecho,
y las palabras se quiebran
como el cristal bajo tus pies.
Dices que me amaste,
que en algún momento sentiste,
pero ¿cómo puedo creerte ahora,
cuando cada recuerdo se mancha
con el sabor amargo de la traición?
Me pregunto si alguna vez me viste,
si en algún momento fui más
que una simple apuesta.
Recuerdo tus manos,
esas manos que ahora parecen ajenas,
acariciando mi piel
con la misma frialdad con la que mentías.
Y aunque me dices que lo sientes,
que tu arrepentimiento es sincero,
cada palabra parece vacía,
como si solo fuera parte
de un acto que ya conoces.
¿Dónde quedó el amor que juraste?
¿Dónde quedaron las promesas?
Se disolvieron en el humo del engaño,
en la burla de tus acciones,
y ahora el arrepentimiento
es solo una sombra tardía,
una disculpa que llega sin fuerza.
Podrías decir que te duele,
que esta vez hablas en serio,
pero mi corazón ya no escucha,
ha cerrado las puertas,
y tus palabras rebotan
contra muros que tú mismo construiste.
Porque al final del juego,
yo fui la única perdedora,
la que apostó su alma,
su amor, su todo,
mientras tú solo apostabas
en una partida vacía.
Hoy me alejo, llevando mis cicatrices,
un recordatorio de lo que no quiero,
de lo que nunca merecí.
Tu arrepentimiento es un eco,
una canción que llega demasiado tarde.
Y aunque en otro tiempo
hubiera corrido a tu lado,
hoy camino en otra dirección,
dejándote con tus juegos,
con las promesas rotas y el vacío
de lo que nunca fue real.