Durante meses, ella ha guardado en secreto un amor por su amigo, su crush, con quien comparte risas y complicidades. A veces, siente que sus miradas se encuentran por algo más, pero siempre queda la duda. Hasta que, una noche especial, él reúne el valor y se le declara. El amor que parecía imposible ahora es real, y los sentimientos finalmente pueden florecer sin barreras.
Poema:
Te miraba en silencio,
guardando en mis labios
las palabras que nunca dije,
las sonrisas que te dediqué
sin atreverme a decirte
todo lo que guardaba en mi pecho.
Cada risa compartida,
cada instante de complicidad,
eran pequeños fuegos
que encendían mi esperanza,
pero al mismo tiempo me callaban,
atrapando el deseo en mi alma.
Pensé que era solo un sueño,
un anhelo sin destino,
el simple capricho de un corazón
que se alimenta de ilusiones.
Pero en tus ojos había algo,
una chispa que me hacía creer,
como si, en lo profundo,
yo también pudiera ser especial para ti.
Entonces llegó esa noche,
cuando el silencio se volvió eterno,
y el mundo pareció detenerse
en la inmensidad de tus palabras.
Te acercaste, con una timidez
que jamás imaginé en ti,
y tus manos temblaban,
como si tuvieras miedo
de lo que ibas a confesar.
"Hay algo que debo decirte",
susurraste con la voz entrecortada.
Y en ese momento supe,
supe que algo mágico ocurriría.
Tus palabras fueron como un río,
desbordándose de emociones,
dejando que cada sentimiento
se derramara ante mis ojos.
Confesaste lo que siempre quise escuchar,
que en tus noches también pensabas en mí,
que cada sonrisa mía te desarmaba,
que mis palabras eran la melodía
que se repetía en tu mente.
Cada vez que estábamos juntos,
tu corazón latía en un caos
que ya no podías controlar.
Y mientras te escuchaba,
el mundo parecía brillar,
como si el universo nos abrazara
en ese instante perfecto.
No podía creer que por fin,
después de tantas dudas,
de tantos silencios compartidos,
tu amor se revelaba
en la pureza de tus palabras.
Nos miramos, y en tus ojos
encontré todas las respuestas
a las preguntas que nunca hice.
Mi corazón estallaba en alegría,
como un sol en plena tormenta,
como si el destino nos hubiera llevado
a ese momento, a ese lugar,
donde por fin nuestras almas se unían.
Tomaste mi mano,
y en ese gesto entendí
que lo nuestro no era solo un sueño,
que había sido real desde el principio,
un amor que había esperado
a ser confesado en su tiempo.
Y así, bajo la luna y las estrellas,
nos miramos como nunca antes,
y sentí que el amor tenía un nombre,
un rostro, una risa,
y que había estado siempre a mi lado.
No eran palabras sueltas,
no era una ilusión pasajera;
era la certeza de que nuestros corazones
se habían encontrado en un abrazo eterno.