Él es el chico que pasa desapercibido, el que prefiere los libros a las fiestas, el que sueña desde las sombras. El otro es todo lo contrario: brillante, seguro, el centro de todas las miradas. Sus caminos apenas se cruzan, pero sus miradas cuentan otra historia. En silencio, ambos se gustan, pero el temor al rechazo y las diferencias que los separan los mantienen en un juego silencioso de anhelos no confesados.
Poema:
Lo veo desde lejos,
en los pasillos llenos de voces,
donde él siempre brilla
como si fuera el único bajo el sol.
Su risa es como música,
y su presencia me deja sin palabras,
con un nudo en la garganta
que nunca logro desatar.
Yo, tan distinto, tan callado,
escondido tras libros y cuadernos,
como si mi mundo no pudiera tocar el suyo.
Él es popular, brillante, seguro,
y yo, el chico en la esquina,
el que todos llaman “nerd”
y rara vez logran ver.
Pero, a veces, en medio de la multitud,
siento sus ojos sobre mí,
como una chispa fugaz,
como una estrella que atraviesa la noche.
Un segundo basta para que mi corazón
salte y se pierda en el abismo de dudas,
preguntándome si acaso,
en algún rincón de su alma,
yo también le importo.
Nos cruzamos en los pasillos,
como dos planetas que orbitan
sin saber si alguna vez se encontrarán.
A veces, creo ver una sonrisa,
una sombra de algo más en su mirada,
como si él también guardara un secreto
que teme revelar.
Quisiera decirle tantas cosas,
confesarle que en mis sueños
él es el sol que ilumina mis días,
que cada vez que lo veo reír
siento que el mundo se desvanece
y solo quedamos nosotros dos.
Pero el miedo me silencia,
y mi voz se queda atrapada
en el eco de mis pensamientos.
Él, tan seguro,
rodeado de amigos y admiradores,
parece inalcanzable,
como un cometa que cruza el cielo.
Y yo, con mis libros y mi timidez,
me pregunto si algún día sabrá
que detrás de cada mirada mía
hay un "te quiero" escondido.
A veces, imagino que él también siente,
que detrás de su seguridad
hay un corazón que late por algo más,
que quizás, en sus momentos de soledad,
mi rostro le venga a la mente,
y se pregunte, como yo,
si alguna vez nuestros caminos
se atreverán a juntarse.
Es extraño, este amor en silencio,
un amor que vive en las sombras,
en los cruces de miradas furtivas,
en los suspiros que nadie escucha.
Yo, el chico sin popularidad,
el que todos ven pero nadie observa,
y él, el chico que lo tiene todo,
tan cercano y tan lejano a la vez.
Nos miramos en clase,
cuando nadie parece darse cuenta,
y siento que en su mirada
hay algo que nunca se atreve a decir.
Tal vez, él también se pregunta
si este lazo invisible es real,
si el destino nos ha puesto en el mismo lugar
por alguna razón que aún no entendemos.
Así seguimos, en este juego de silencios,
guardando secretos en nuestras miradas,
sin saber si algún día
alguno se atreverá a hablar.
Mientras tanto, sigo aquí,
con el corazón latiendo fuerte,
esperando ese momento
en que nuestras palabras
rompan el muro de la incertidumbre.