El mejor amigo de su hermana es músico y siempre ha sido su amor secreto. Sin embargo, él solo tiene ojos para su hermana, dedicándole canciones y palabras que desmoronan las esperanzas de la chica. Entre sueños y realidades, descubre que a veces el amor duele más cuando no tiene retorno.
Poema:
Desde el primer acorde,
desde la primera vez que lo vi con su guitarra,
me atrapó.
Sus dedos deslizándose por las cuerdas,
los ojos cerrados,
como si estuviera en otro mundo,
y yo, observando desde las sombras,
deseando que alguna vez
esa mirada fuera para mí.
Cada vez que venía a casa,
mis latidos se aceleraban,
como una melodía sin compás.
Me bastaba con oír su risa,
ver cómo sus ojos se iluminaban
al hablar de sus canciones,
para que mi mundo se llenara de luz.
Pero esa noche, todo cambió,
cuando lo escuché decir su nombre,
no el mío, sino el de ella: mi hermana.
“¿Sabes? A veces siento que tus ojos me siguen,”
le dije, intentando no parecer tan obvia.
Él solo sonrió, medio distraído,
y siguió afinando las cuerdas de su guitarra.
“¿De qué hablas? Yo solo tengo ojos para…”
sus palabras se detuvieron,
y luego, casi como en un susurro,
añadió, “para tu hermana.”
Las palabras me golpearon,
como una canción en la que no encajo.
Me quedé en silencio,
tratando de contener el dolor.
“¿Y ella sabe lo que sientes?”
le pregunté, intentando ser fuerte,
aunque el corazón se me rompiera.
“No, aún no,” admitió,
con una sonrisa que no era para mí,
“pero pienso decírselo pronto.”
Esa noche, en mi habitación,
las lágrimas caían sin compás.
Yo había soñado con ser su inspiración,
con ser la dueña de esas canciones
que nacían en su corazón,
pero ahora entendía que,
en su historia,
yo era solo una nota al margen.
Quizá algún día pueda mirarlo sin dolor,
sin esta tristeza que se esconde
tras cada sonrisa.
Pero hoy, me quedo con el eco
de lo que nunca fue,
de las melodías que él nunca compuso
para mí.
Así, en silencio,
dejo ir mi fantasía,
y acepto que a veces el amor
no es más que un sueño
que no nos pertenece.