Capítulo 5. Dos caras, una moneda

N/A: Capitulo corto porque en realidad la mitad se quedó en el anterior, y tarde tanto en subirlo por emocionar en escribiendo.

La primera parte de TENEBRAE está por terminar y por ellos estoy algo divida en tiempo. Si alguien llega a ver un Tet o Pacis, quizá Metzonalli mal ubicado le pido me avise. Se me cruzan los cables cuando escribo en simultáneo.

Quedo al pendiente por cualquier duda u observación. Gracias.

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Capítulo 5. Dos caras, una moneda

Ahora si creía que sus padres no tenían esas cartas, porque así como al final le dieron el cristal también se las habrían entregado a Takara. Cartas que ni el muchacho ni sus padres habían visto alguna vez, pero que eran lo suficientemente importantes y aterradoras como para que temieran por Ryu.

     Después de correr por toda la calle sin pensarlo, se detuvo dando bocanadas de aire y tragando saliva con dificultad. Sacudió su muñeca y vio la hora; 10:32. Corrió buscando al castaño aunque no tenía ni la más remota idea de por dónde se había ido, además, si consideraba la prisa que tenía por obtener le cristal antes de la hora en que dijo que emitiría un brillo, no debía estar cercas. Lo mejor era dejar que se fuera, e intentar regresar a su vida.

     Su vida donde sus mayores preocupaciones eran salir con sus amigos, con Emi, Omer y Eduer, lucirse frente a Cho y sortear a Lerg. Una vida tranquila con preocupaciones cotidianas para un chico de 15 años. Una vida construida sin recordar a su hermano y todo lo que le atormentó.

     No, si debía vivir cargando con el peso de la autocomplacencia, no iniciaría en esos dos minutos. Gastaría hasta el último segundo buscando la verdad.

     Dobló la esquina frente a él, y ahí estaba Takara. Junto a él acaba de detenerse una camioneta blanca y el muchacho se disponía a subir.

     ― ¡Espera!

     Takara se giró genuinamente sorprendido de verlo. Y mientras Ryu corría nuevamente hacia él, el muchacho también se acercó con una expresión que intentaba pasar de la sorpresa al enojo.

     ― ¿Qué estás haciendo aquí, Ryu?

     Ignoro el sentimiento cálido que despertó dentro de sí que lo llamara por su nombre con tanta familiaridad, contrario a lo que esperaba sentir cuando por fin diera con él. Si bien, en realidad no creyó encontrarlo.

     La puerta del conductor se abrió, saliendo un hombre realmente enorme y de facciones duras y angulosas. El desconocido tenía los ojos sobre Ryu, y se veía tanto o más sorprendido que el mismo Takara, pero el menor no le dio importancia, al grado de volverse imprudente;

     ― ¿Por qué mi hermano buscaba las escrituras de los Tani? ―tanto Takara como el otro hombre se tensaron ante la pregunta de Ryu, pero este no iba a detenerse―. ¿Por qué la envió desde Cristalia si deberían estar aquí en Las Nueve…

     No pudo seguir hablando pues le hombre cerró de un portazo y se acercó a Takara. El castaño le sacaba una cabeza a Ryu, sin embargo el otro hombre los hacia parecer a ambos unos niños.

     Colocó su mano pesadamente en el hombro del joven hombre, quien no podía retirar la mirada de Ryu, y lo zarandeo.

     ― Takara…

     ― Lo sé ―fue lo que dijo, finalmente cerrando los ojos y frunciendo el ceño―. Vete a casa, Ryu.

     Sentenciando así el final de la conversación que ni se acercaba a serlo, ambos le dieron la espalda regresando a la camioneta. Pero Ryu ya había decidió que no iba permitir que le ocultaran las cosas de nuevo. En un descuido de ambos hombre este los adelantó arrebatándole a Takara el cristal que hasta ahora había mantenido en su mano.

     ― ¡Ryu!

     ― ¿Qué es lo que estas planeando, Takara Tani? ―soltó Ryu estirando su brazo para que no quedara duda de que él tuviera su cristal―. Si planeas vengarte de Tlalli yo quiero…

     ― No te confundas, mis intenciones no son tan egoístas.